Moncloa descarta organizar una visita de Pedro Sánchez a Donald Trump
Centrar los ataques en los magnates para no tensar Morderse la lengua Sin respuesta contundente El efecto boomerang de la política exterior de Sánchez La ola Trump, un...

- Centrar los ataques en los magnates para no tensar
- Morderse la lengua
- Sin respuesta contundente
- El efecto boomerang de la política exterior de Sánchez
- La ola Trump, un desafío que se alargará más allá de 2030

El Gobierno ni se plantea una primera visita oficial del presidente, Pedro Sánchez, a Estados Unidos para reunirse con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump. Su triunfo ha enturbiado unas relaciones que cogieron fuerza durante el mandato de Joe Biden y que ahora vuelven al punto de máxima tensión por las primeras medidas del mandatario norteamericano.
En el Ejecutivo ni siquiera se atreven a poner fecha a ese desplazamiento, y no descartan que no haya encuentro alguno en toda la legislatura, según confirman a Confidencial Digital fuentes gubernamentales.
Centrar los ataques en los magnates para no tensar
Tras la victoria de Trump, Moncloa decidió cesar en sus ataques al magnate para no empeorar las relaciones. El Ejecutivo continuó alertando sobre la llegada de una “internacional ultraderechista” en los países occidentales, pero sin mencionar expresamente al presidente de EEUU.
El plan pasa ahora por centrar el foco en los grandes multimillonarios que apoyan los postulados trumpistas y le acompañan, como Elon Musk, Mark Zuckerberg e incluso Jeff Bezos.
Son empresarios que, además, tienen un rol fundamental en la información que reciben los ciudadanos norteamericanos y los de todo el mundo. El primero controla X —antes Twitter—, el segundo Meta —Facebook, Instagram y WhatsApp— y el tercero, en menor medida y con un perfil más reacio a las políticas de la Administración Trump, compró el Washington Post.
Pedro Sánchez y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, han acordado que seguir atacando a Trump no es la mejor idea, con el fin de evitar un choque diplomático y, por el contrario, mantener buenas relaciones con la Casa Blanca.
Morderse la lengua
El presidente norteamericano ha irrumpido en la Casa Blanca con mucha más contundencia que en su primer mandato. En el Gobierno consideran que incluso tiene un ánimo “revanchista”.
De puertas adentro, puso en marcha la deportación de decenas de miles de migrantes en situación irregular, ordenando redadas a los cuerpos y fuerzas de seguridad estadounidenses y con el objetivo puesto en deportar mil personas cada día, según afirmó Tom Homan, el ‘zar fronterizo’ —como lo denomina Trump— colocado al frente de esta misión.
El Gobierno español ha tenido que morderse la lengua para contener su opinión contraria a estas medidas. Principalmente, el ala socialista del Ejecutivo, responsable de la posición en política exterior. No obstante, los anuncios y movimientos en política internacional ha dinamitado el plan del Gobierno.
Sin respuesta contundente
Tan es así, que han llegado a reconsiderar la sobriedad con que se ha respondido a las palabras de Trump. La nueva Administración estadounidense ha viajado a Europa a criticar las políticas europeístas, se ha reunido con el gobierno de Vladímir Putin, el presidente ruso, para pactar un acuerdo de paz excluyendo a Ucrania, y ha propuesto expulsar a todos los gazatíes de la Franja y convertirla en un punto turístico por su acceso al mar.
Ninguna de estas ideas ha obtenido una respuesta contundente de España, pero tampoco de Bruselas, que guarda la misma hoja de ruta: perfil bajo, excepto para los aranceles, que afectan directamente al bolsillo de los europeos.
En el Gobierno comienzan a coger fuerza las voces de quienes piden más contundencia contra las “barbaridades” que anuncia Trump cada semana, según las califican en el seno del Ejecutivo, porque dan por hecho que es imposible mantener buenas relaciones con la Administración Trump, se le critique en público o no.
El efecto boomerang de la política exterior de Sánchez
Sánchez se ha mostrado como uno de los líderes europeos con posturas más firmes respecto a los conflictos internacionales, al apoyar de forma nítida a Ucrania y criticar a Israel por los bombardeos indiscriminados que han destruido toda la Franja de Gaza, provocando más de 40.000 muertes.
“Hemos dejado claro en qué bando de la historia queremos estar”, afirman fuentes gubernamentales. No en vano, Sánchez viajará este lunes a visitar a Volodímir Zelenski en plena arremetida de Trump contra el presidente ucranio, al que calificó de “dictador”.
La contundencia de la reacción de España ha destacado sobre el resto de declaraciones europeas. En el Ejecutivo asumen ahora que ese ‘liderazgo’ tiene efecto boomerang con la llegada de Trump porque representa justo lo contrario a los postulados defendidos por Sánchez: más Putin, menos Ucrania, más Israel, menos Gaza.
Este choque entre una postura y otra ha dificultado aún más las relaciones entre ambas administraciones. En Moncloa ni siquiera se atreven a asegurar que haya visita oficial, bien de Trump o bien de Sánchez, durante lo que resta de legislatura. Más bien se decantan porque no se organizará encuentro alguno hasta 2027.
La ola Trump, un desafío que se alargará más allá de 2030
En Moncloa afirman que las posiciones de Trump convierten a EEUU en un país que ya no es amigo de las democracias occidentales, y destacan que todas las medidas del nuevo presidente —aranceles, Ucrania, Gaza…… van en contra de los intereses europeos. Escenificar ahora una reunión resulta impensable y admiten que la tensión sería irrespirable.
Pero no lo circunscriben solo al momento. Aunque las decisiones últimas de Trump han dinamitado cualquier acercamiento, Sánchez enmarca el ascenso de Trump como la punta de lanza de una “ola reaccionaria” que va a golpear a los países europeos, incluido España.
Alemania, Francia, Italia… son países con los partidos más a la derecha en pleno auge. Moncloa calcula que esta situación se alargará y que la herencia del impacto de Trump se prolongará más allá de 2027.