Medicamentos de venta libre y los riesgos de la automedicación

Según un antiguo mito, la medicina habría nacido cuando Apolo decidió que el Centauro Quirón enseñase a Asclepio, hijo del dios, a curar las enfermedades de los hombres, ya sea mediante “suaves fármacos”, “adecuadas incisiones” o también mediante una incipiente “dietética”. Estas fueron, en la antigüedad clásica, las tres orientaciones básicas de la actividad terapéutica. Pharmakon es una palabra griega que significa “cura” o “veneno”. Esa oposición binaria (remedio vs. veneno) sigue vigente en la actualidad con los fármacos (medicamentos) que adquirimos en las farmacias. Aquel vocablo griego es un buen punto de partida para ejemplificar un concepto muy importante: un medicamento puede curar o dañar (incluso matar) y esas consecuencias extremas dependerán, entre múltiples causas, de lo racional de su indicación, de la concentración de la droga, de su posología, de su interacción con el organismo y con otras drogas, entre otros parámetros.Los medicamentos de venta libre merecen un cuidadoso análisis en varios planos. De acuerdo con la definición de la página oficial del Ministerio de Salud/Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) –en consonancia con el artículo 35 del decreto 9763/64 reglamentario de la ley 16.463–, “la denominación de medicamentos de venta libre corresponde a aquellos productos destinados a aliviar dolencias que no exigen necesariamente en la práctica la intervención de un profesional médico. Además, por su forma, uso, condiciones, dosis prevista y su amplio margen de seguridad, este tipo de medicamentos no entrañan ningún tipo de peligro para los consumidores”. Luego de que el Ministerio de Salud de la Nación le encomendara a la Anmat (resolución 284 / 24) la revisión de la condición de venta –cuando corresponda– de productos que cumplan con niveles comprobados de calidad, seguridad y eficacia, y que no hayan registrado efectos adversos graves al menos durante los últimos 5 años, una serie de disposiciones de la Anmat durante 2024 autorizó la condición de “venta libre” para algunos medicamentos cuya dispensa se efectuaba “bajo receta”. Cabe aclarar que el procedimiento de la Anmat en todas estas disposiciones fue exhaustivo y acorde con la normativa vigente. Pero este escenario nos conduce al primer plano del análisis. La compra de un medicamento de venta libre se produce, en general, en un contexto definido por una palabra: automedicación. El paciente tiene un síntoma y su objetivo es resolverlo (“apagarlo”) sin consulta médica previa. Esto nos lleva a reflexionar sobre la significación de los síntomas en medicina. El dolor es una señal de alarma subjetiva que nos envía nuestro organismo y que puede obedecer a múltiples causas. “Apagando” el síntoma no estamos resolviendo la causa que lo origina. Este razonamiento es aplicable a otras situaciones, por ejemplo, la sensación de ardor digestivo, cefalea, mareos, cólicos abdominales, etc. Por otra parte, los signos son alteraciones visibles, como lo es un ojo inflamado (“ojo rojo”) o una anormalidad en la piel. Son la expresión objetiva de un proceso patológico. Intentar resolver síntomas y signos, sin conocer la causa que los origina podría llevar a consecuencias no deseadas. Hay quienes esgrimen el argumento de que se apela a la automedicación responsable basada en la información al usuario, por intermedio de prospectos claros, o la orientación del farmacéutico al momento de la compra del medicamento de venta libre. ¿Es aplicable esto a nuestra idiosincrasia?Un razonamiento frecuente del consumidor de medicamentos de venta libre es que si la automedicación lo alivió anteriormente, ¿por qué no repetirla ante la reaparición del mismo síntoma? En cuanto al hábito de leer el prospecto, según una encuesta de la Fundación UADE, 3 de cada 10 lo leen a veces y una proporción similar (28%) no lo hace nunca. Está muy claro que la posibilidad de la automedicación facilitada mediante el incremento de medicamentos de venta libre aleja en muchos casos al paciente de la consulta médica oportuna. Este es el punto central del primer plano del análisis. Un escenario frecuente, por ejemplo en gastroenterología, es la consulta tardía del paciente con patologías tumorales avanzadas. Pacientes que han perdido la oportunidad de un diagnóstico precoz al “distraerse” durante mucho tiempo “apagando síntomas” con la automedicación y perdiendo su ventana de oportunidad terapéutica óptima. La insistente propaganda de medicamentos en los diferentes medios de comunicación contribuye decididamente a estos escenarios. Lo ha expresado claramente el Dr. Carlos Damín (profesor titular de Toxicología de la UBA y director del Hospital Fernández): “La publicidad banaliza los fármacos y los transforman en un producto del mercado”. Para concluir este primer punto del análisis, con la automedicación sistemática podemos enmascarar una patología grave y perder la oportunidad de un diagnóstico precoz. El segundo punto tiene que ver con que “los me

Feb 12, 2025 - 06:33
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Medicamentos de venta libre y los riesgos de la automedicación

Según un antiguo mito, la medicina habría nacido cuando Apolo decidió que el Centauro Quirón enseñase a Asclepio, hijo del dios, a curar las enfermedades de los hombres, ya sea mediante “suaves fármacos”, “adecuadas incisiones” o también mediante una incipiente “dietética”. Estas fueron, en la antigüedad clásica, las tres orientaciones básicas de la actividad terapéutica.

Pharmakon es una palabra griega que significa “cura” o “veneno”. Esa oposición binaria (remedio vs. veneno) sigue vigente en la actualidad con los fármacos (medicamentos) que adquirimos en las farmacias. Aquel vocablo griego es un buen punto de partida para ejemplificar un concepto muy importante: un medicamento puede curar o dañar (incluso matar) y esas consecuencias extremas dependerán, entre múltiples causas, de lo racional de su indicación, de la concentración de la droga, de su posología, de su interacción con el organismo y con otras drogas, entre otros parámetros.

Los medicamentos de venta libre merecen un cuidadoso análisis en varios planos. De acuerdo con la definición de la página oficial del Ministerio de Salud/Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) –en consonancia con el artículo 35 del decreto 9763/64 reglamentario de la ley 16.463–, “la denominación de medicamentos de venta libre corresponde a aquellos productos destinados a aliviar dolencias que no exigen necesariamente en la práctica la intervención de un profesional médico. Además, por su forma, uso, condiciones, dosis prevista y su amplio margen de seguridad, este tipo de medicamentos no entrañan ningún tipo de peligro para los consumidores”.

Luego de que el Ministerio de Salud de la Nación le encomendara a la Anmat (resolución 284 / 24) la revisión de la condición de venta –cuando corresponda– de productos que cumplan con niveles comprobados de calidad, seguridad y eficacia, y que no hayan registrado efectos adversos graves al menos durante los últimos 5 años, una serie de disposiciones de la Anmat durante 2024 autorizó la condición de “venta libre” para algunos medicamentos cuya dispensa se efectuaba “bajo receta”. Cabe aclarar que el procedimiento de la Anmat en todas estas disposiciones fue exhaustivo y acorde con la normativa vigente. Pero este escenario nos conduce al primer plano del análisis. La compra de un medicamento de venta libre se produce, en general, en un contexto definido por una palabra: automedicación. El paciente tiene un síntoma y su objetivo es resolverlo (“apagarlo”) sin consulta médica previa. Esto nos lleva a reflexionar sobre la significación de los síntomas en medicina. El dolor es una señal de alarma subjetiva que nos envía nuestro organismo y que puede obedecer a múltiples causas. “Apagando” el síntoma no estamos resolviendo la causa que lo origina. Este razonamiento es aplicable a otras situaciones, por ejemplo, la sensación de ardor digestivo, cefalea, mareos, cólicos abdominales, etc. Por otra parte, los signos son alteraciones visibles, como lo es un ojo inflamado (“ojo rojo”) o una anormalidad en la piel. Son la expresión objetiva de un proceso patológico. Intentar resolver síntomas y signos, sin conocer la causa que los origina podría llevar a consecuencias no deseadas. Hay quienes esgrimen el argumento de que se apela a la automedicación responsable basada en la información al usuario, por intermedio de prospectos claros, o la orientación del farmacéutico al momento de la compra del medicamento de venta libre. ¿Es aplicable esto a nuestra idiosincrasia?

Un razonamiento frecuente del consumidor de medicamentos de venta libre es que si la automedicación lo alivió anteriormente, ¿por qué no repetirla ante la reaparición del mismo síntoma? En cuanto al hábito de leer el prospecto, según una encuesta de la Fundación UADE, 3 de cada 10 lo leen a veces y una proporción similar (28%) no lo hace nunca. Está muy claro que la posibilidad de la automedicación facilitada mediante el incremento de medicamentos de venta libre aleja en muchos casos al paciente de la consulta médica oportuna. Este es el punto central del primer plano del análisis. Un escenario frecuente, por ejemplo en gastroenterología, es la consulta tardía del paciente con patologías tumorales avanzadas. Pacientes que han perdido la oportunidad de un diagnóstico precoz al “distraerse” durante mucho tiempo “apagando síntomas” con la automedicación y perdiendo su ventana de oportunidad terapéutica óptima. La insistente propaganda de medicamentos en los diferentes medios de comunicación contribuye decididamente a estos escenarios. Lo ha expresado claramente el Dr. Carlos Damín (profesor titular de Toxicología de la UBA y director del Hospital Fernández): “La publicidad banaliza los fármacos y los transforman en un producto del mercado”.

Para concluir este primer punto del análisis, con la automedicación sistemática podemos enmascarar una patología grave y perder la oportunidad de un diagnóstico precoz.

El segundo punto tiene que ver con que “los medicamentos no son golosinas” (como muy gráficamente lo expresaba una campaña del Colegio de Farmacéuticos de la provincia de Santa Fe). Esto nos lleva a conceptos básicos de la farmacología. En todo medicamento se deben considerar: 1) sus indicaciones precisas (lo cual requiere un diagnóstico certero); 2) la concentración de la droga óptima para cada paciente (que varía según edad, peso y patología); 3) la posología (cuántas veces por día se debe administrar y cuál es la vía de administración); 4) sus contraindicaciones; 5) sus posibles efectos adversos, y 6) las consecuencias de su interacción con otros medicamentos que el paciente esté eventualmente recibiendo. Este último aspecto es muy importante y en un contexto de automedicación habitualmente no es tenido en cuenta. El consumo de un medicamento nuevo puede interferir en la acción de otros medicamentos que se estén consumiendo, por ejemplo, disminuyendo su absorción y por lo tanto reduciendo el efecto terapéutico, o por el contrario aumentado su biodisponibilidad con el riesgo de aumentar la posibilidad de efectos adversos. Desde el comienzo de la década del 80 diversas investigaciones han reportado una asociación entre insuficiencia renal y el uso de ciertos analgésicos y antiinflamatorios no esteroides. La conclusión de este segundo punto del análisis es que la salud e incluso la vida pueden ser puestas en riesgo por la automedicación.

El tercer punto para analizar no se enfoca en un tema estrictamente médico-asistencial pero está vinculado a la economía de la salud y su importancia no es menor. Un medicamento de venta libre carece del descuento de la obra social o de la empresa de medicina prepaga. Además le “ahorra” al financiador del sistema de salud el costo de una consulta médica y de eventuales estudios complementarios. La contracara es que un diagnóstico tardío o un efecto adverso generará un gasto mayor que el “ahorrado” inicialmente por el sistema. ¿Es un simple tema actuarial? ¿El riesgo no debe ser considerado por ser infrecuente?

El cuarto punto del análisis tiene que ver con otro aspecto de la economía de la salud. ¿Cuánto representa en cantidad de unidades vendidas y en facturación el conjunto de ventas de medicamentos de venta libre? Detrás de este tema se moviliza una cantidad de dinero muy significativa que surge de “pagos de bolsillo” por parte del consumidor. Según un informe de la Secretaría de Política Económica del Ministerio de Economía de 2022, la participación de los medicamentos de venta libre era del 27% según millones de unidades vendidas y representaba el 11% de la facturación total de la industria farmacéutica. La Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (Cilfa) presenta cifras similares, y según la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) uno de cada cuatro medicamentos que se venden en las farmacias argentinas es de venta libre. El Ministerio de Salud de la Nación y la Anmat han efectuado el procedimiento correcto previo al cambio en la condición de venta de una serie de medicamentos. El tema es tener una mirada panorámica sobre las implicancias directas y fundamentalmente indirectas de todo lo que propicie la automedicación (venta libre y publicidad).

Como conclusión, no hay dudas de que la accesibilidad se optimiza con los medicamentos de venta libre ante un escenario de un sistema de salud colapsado tanto en la consulta por guardia como en la programada. Pero accesibilidad y racionalidad son dos términos de una ecuación que, disociados en un contexto de automedicación, pueden generar riesgos muy serios para la salud

Profesor Consulto de la Cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Doctor en Medicina (UBA) Hospital de Clínicas (UBA)