Lo insólito yace en lo ordinario

A partir de la historia de unas rencillas vecinales que, al parecer, surge de fuentes no ficcionales, su autora plantea una dialéctica entre los personajes principales, José el Panadero y Lisarda la Lagarta, quienes funcionan, respectivamente, como prototipos de la conducta contenida y la expansiva, de la compasión y su carencia. A su alrededor, una... Leer más La entrada Lo insólito yace en lo ordinario aparece primero en Zenda.

Mar 25, 2025 - 00:03
 0
Lo insólito yace en lo ordinario

Los caracteres de Nerea Bautista en esta su primera novela no conocen la saciedad. Son personajes que transgreden los límites y caen, cómo no, en la gula, la envidia, la maledicencia, la crueldad. Buscan con ansia calmar un hambre proverbial de algo que les proporcione satisfacción. Sin embargo, puesto que parecen no haberla conocido nunca, de tenerla frente a frente, no la reconocerían.

A partir de la historia de unas rencillas vecinales que, al parecer, surge de fuentes no ficcionales, su autora plantea una dialéctica entre los personajes principales, José el Panadero y Lisarda la Lagarta, quienes funcionan, respectivamente, como prototipos de la conducta contenida y la expansiva, de la compasión y su carencia. A su alrededor, una pléyade de caracteres ofrece una instantánea de la vida rural andaluza y sus costumbres. Personajes planos a través de los cuales, sin embargo, se muestra la riqueza del sociolecto de la zona. En efecto, el gran mérito de esta novela es el de recoger de manera fehaciente las características del habla popular, con sus modismos y sus vocablos propios. Su autora aúna este caudal léxico, como no puede ser de otro modo, a los acontecimientos del devenir cotidiano donde se emplean, de tal suerte que asistimos a un festín de información acerca de las formas de ver la vida, a la par que de nombrar lo que les rodea y les sucede a quienes habitan El Tobrol. Sitio este que ilustra el fenómeno rural tan común de cuando queda ya poca gente originaria en espacios donde cada vez llueve menos y que van siendo “conquistados por guiris adinerados y terratenientes del aguacate y del mango” (p. 19). Todo comienza con las recurrentes disputas por las lindes, las cuales provocan rencores que abarcan varias generaciones. A estas se suman esas pequeñas violaciones en apariencia inofensivas que, no obstante, dan cuenta de la calidad de los individuos, como la costumbre de salir a caminar por los huertos y robar fruta a mansalva o la de negarse a reconocer la responsabilidad en la consecuencia de las acciones, por muy graves que sean. Ni muros ni cercas son capaces de contener los ladridos y la inquina, mucho menos el amor o el odio a los animales y a los humanos. Cabe destacar el papel relevante de aquellos en esta novela; la forma como son tratados por los diversos personajes ejemplifica sus valores éticos y morales.

"Un fresco de la Andalucía oriental labriega, un cuadro costumbrista donde se da el abigarramiento y, más, lo insólito que yace en lo ordinario"

Por otra parte, la historia se sitúa en la decadencia, tanto la de ese puñado de vecinos sumergido en complicidades y enfrentamientos como la de ese escaso campo que a duras penas permanece en su ser natural. La trama es simple pues, con una cronología lineal con alguna analepsis, se desarrolla en apenas unos cuantos días; el nudo se va perfilando a través de situaciones comunes como la visita de una hija con su prole a la casa de sus padres para comer, las meriendas compartidas entre vecinas, la ida de un hombre al bar, más la descripción detallada de hábitos que mueven tanto a la carcajada como a la repulsión física y emocional. Si bien el desenlace se atisba, no deja de sorprender.

Con estos seres insatisfechos y quejicas, con voracidad pantagruélica, casi carnavalesca por aquietar de forma inmediata sus necesidades, con sus claroscuros y su humor, además del remarcable mérito del registro de lo oral, nos presenta su autora un fresco de la Andalucía oriental labriega, un cuadro costumbrista donde se da el abigarramiento y, más, lo insólito que yace en lo ordinario.

Si bien estamos ante una opera prima, con la frescura y las debilidades inherentes, es un acicate para seguirle la huella a Nerea Bautista, quien demuestra aquí el potencial que existe en ella.

—————————————

Autor: Nerea Bautista. Título: El erial de las delicias. Editorial: Puerta Granada. Venta: Todostuslibros.

La entrada Lo insólito yace en lo ordinario aparece primero en Zenda.