Letra muerta, el código de conducta de Morena
Morena emitió un nuevo código de conducta que, de no cumplirse, puede derivar en la expulsión de los militantes y la pérdida del derecho a contender por un cargo público.

Entre los viajes en primera clase, campañas anticipadas con recursos públicos, autos de lujo, nepotismo e influyentismo, bodas suntuosas y, en general, un nivel de vida por encima de la medianía, tal como lo postulaba Benito Juárez, Morena emite un nuevo código de conducta al que se deberán ajustar sus militantes, so pena de padecer la expulsión de sus filas y con ello, cerrarse a la posibilidad de acceder a un cargo de representación popular.
Está visto que una cosa es el discurso oficialista en torno a la austeridad y al adecuado comportamiento moral y ético de su militancia y otro, muy diferente, lo que ocurre en la realidad.
La presidenta Claudia Sheinbaum hizo un llamado a la dirigencia de Morena para emitir una serie de reglas que normen el comportamiento de sus correligionarios, en virtud de todos los abusos que han salido a la luz y que hablan de una clase gobernante que nada entre la opulencia y el cinismo y que, por supuesto, afecta la percepción que tiene la gente de esos nuevos fifís, a los que tanto desdeñaba AMLO y ahora su sucesora, pero que, en la realidad, son peores que los propios priistas y panistas.
Las maromas que hacen militantes distinguidos para evitar el nepotismo son de risa y ponen en evidencia una clase gobernante que solo le interesa enriquecerse a costa del pueblo bueno y sabio.
Los casos del distinguido miembro de Morena, Félix Salgado Macedonio, que intenta recobrar la gubernatura de Guerrero que le prestó por seis años a su hija Evelyn, mientras se apagaba el fuego causado por las acusaciones de violación que existen en su contra, o del ecologista Ricardo El Pollo Gallardo, que opera con todo para que su esposa, la senadora Ruth González, sea su sucesora en la gubernatura de San Luis Potosí, o más aún, el caso del gobernador de Zacatecas, David Monreal, que ya tiene a su sucesor en la persona de su hermano Saúl; merecen no solo el escarnio público, sino la expulsión de los partidos políticos en los que militan.
En el Poder Legislativo es donde se dan toda clase de ostentaciones que incluso han causado la irritación no solo de la población, sino de la misma presidenta de la República.
Allí quedan los viajes en helicóptero que hace el líder de los morenistas en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, quien se transporta desde San Lázaro a varios lugares de la CDMX y de la provincia y que justificó como necesarios, por lo que “deberían acostumbrarse, porque lo iba a hacer muy seguido”.
¿O qué me dice del viaje en primera clase que hizo a Europa el presidente de la Mesa Directiva del Senado, el también morenista Gerardo Fernández Noroña, quien fue acompañado por su esposa a una desairada reunión parlamentaria que duró tan solo algunos minutos?
El turismo parlamentario es una práctica más que constante entre los legisladores de Morena, PT y PVEM y que tan solo sirve para sangrar las arcas del Congreso y para que los legisladores se den vida de ricos con recursos públicos.
El epítome del cinismo lo realiza la senadora morenista Andrea Chávez Treviño, quien realiza actos anticipados de campaña en Chihuahua con recursos de procedencia dudosa que ya son investigados por las autoridades electorales, merced a una denuncia que interpusieron los legisladores de Acción Nacional, en donde se da cuenta de la triangulación de recursos públicos a través de un empresario que recibe contratos públicos y a cambio habilita varios vehículos para incorporarlos a las caravanas de salud que lleva a cabo la senadora en su tierra natal para posicionar su nombre rumbo a la elección estatal del 2027.
Las fiestas ostentosas o los vehículos que presume la morenista Damara Gómez en sus redes sociales, de autos de lujo y ropa de marca, o las bolsas de lujo de 70 mil pesos de la senadora de Morena, Olga Sosa, son una bofetada al pueblo.
El diputado petista de Coahuila, Antonio Flores, recorre la entidad en un Lamborghini Huracán, valuado en más de 7.5 millones de pesos.
Podríamos seguir con más ejemplos de la austeridad republicana que prevalece en las filas del oficialismo, pero con tan solo estos botones basta.
El Consejo Nacional de Morena retomó la regla de tomar distancia de los poderes fácticos, lo que significa que no podrá solicitar o recibir recursos humanos, materiales o financieros de empresarios, proveedores, medios de comunicación o cualquier agente privado o grupo de interés con la promesa de obtener un beneficio.
La retahíla de reglas es enorme, como la intención de la clase en el poder que, de dientes para afuera, dice apoyar a la presidenta en su ideario político de austeridad y de ética, pero que en realidad se despacha a lo grande, sin importar que más de la mitad de los mexicanos no tienen asegurado un bocado de comida al día.