Leopoldo Santos Ramírez*: El rumbo de México

Después del discurso de Donald Trump en el Congreso estadunidense, la contraorden de un nuevo plazo para aplicar aranceles a la industria automotriz instalada en México y el compromiso de posponer también el impuesto a los productos mexicanos del T-MEC, derivado de la conversación amistosa entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el mandatario del país vecino, terminaron por disipar las dudas respecto a cuál es la política presidencial de Estados Unidos frente al mundo. Por lo pronto, Trump ha señalado a México, Canadá, Panamá, China, Groenlandia, Gaza y Ucrania como siete objetivos de dominación a conseguir en un mediano plazo. Salvo China, el resto de los países muestran vulnerabilidades que desde la lógica trumpista los hacen presa fácil de sus impulsos avasalladores. A Trump y sus acompañantes les interesan el fentanilo, los traficantes de drogas y de migrantes, y hasta sus propios adictos sólo como temas para chantajear, y pretexto para intervenir en otros países, intentando debilitarnos políticamente. No es una simple medida del segundo régimen trumpista, sino una política imperial que intenta cambiar la fisonomía y la estructura del mundo. Su idea consiste en dominar gran parte del planeta, para lo cual recluta al ejército israelí, a grupos industriales, especuladores monetarios a gran escala, al sistema militar y financiero occidental y dueños de consorcios hegemónicos tecnológicos. Por supuesto, es una respuesta ante la escasez de espacios materiales para reproducir el capital internacional y la acelerada pérdida del control sobre naciones con grandes poblaciones, incluyendo a Estados Unidos. México resiente los estremecimientos de esta política como sismos de gran escala.

Mar 8, 2025 - 11:15
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Leopoldo Santos Ramírez*: El rumbo de México
Después del discurso de Donald Trump en el Congreso estadunidense, la contraorden de un nuevo plazo para aplicar aranceles a la industria automotriz instalada en México y el compromiso de posponer también el impuesto a los productos mexicanos del T-MEC, derivado de la conversación amistosa entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el mandatario del país vecino, terminaron por disipar las dudas respecto a cuál es la política presidencial de Estados Unidos frente al mundo. Por lo pronto, Trump ha señalado a México, Canadá, Panamá, China, Groenlandia, Gaza y Ucrania como siete objetivos de dominación a conseguir en un mediano plazo. Salvo China, el resto de los países muestran vulnerabilidades que desde la lógica trumpista los hacen presa fácil de sus impulsos avasalladores. A Trump y sus acompañantes les interesan el fentanilo, los traficantes de drogas y de migrantes, y hasta sus propios adictos sólo como temas para chantajear, y pretexto para intervenir en otros países, intentando debilitarnos políticamente. No es una simple medida del segundo régimen trumpista, sino una política imperial que intenta cambiar la fisonomía y la estructura del mundo. Su idea consiste en dominar gran parte del planeta, para lo cual recluta al ejército israelí, a grupos industriales, especuladores monetarios a gran escala, al sistema militar y financiero occidental y dueños de consorcios hegemónicos tecnológicos. Por supuesto, es una respuesta ante la escasez de espacios materiales para reproducir el capital internacional y la acelerada pérdida del control sobre naciones con grandes poblaciones, incluyendo a Estados Unidos. México resiente los estremecimientos de esta política como sismos de gran escala.