Su vida, dice, es un remanso absoluto de paz desde que regresó a Galicia. Un canto a la estabilidad emocional. Todas las piezas en equilibrio tanto en lo familiar como en lo profesional –que en su caso no son lo mismo, pero se entrelazan–. Y aun así hay monstruos en su cabeza. «Amenazas y coacciones de alguien a quien apreciaba mucho. Era el día que más complicado lo veía. De hecho, en mis visualizaciones todo el rato me veía perdiendo». Es Ana Peleteiro en estado puro, de nuevo campeona de Europa en pista cubierta tras imponerse en Apeldoorn con 14,37 metros en un concurso de nivel discreto, en el que todas las demás finalistas sufrieron para alcanzar la barrera de...
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