Laurencio Adot cuenta cómo cambió su mirada sobre la vida tras el ACV

El célebre modisto comparte las revelaciones que le dejó la experiencia

Feb 22, 2025 - 06:08
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Laurencio Adot cuenta cómo cambió su mirada sobre la vida tras el ACV

Cuenta que estuvo muerto dos veces, que en octubre pasado le dieron el alta y que a raíz de eso, agradecido a Dios, nació el “new” Laurencio. Recién llegado de Miami, adonde se escapa cada verano para ver moda, conectar con la naturaleza y dar con un clima que considera ideal, asegura que ya no se enoja tanto ante una crítica y que está intentando no quejarse tanto. “Uno va aprendiendo que no hace falta. Soy una persona hipersensible, lo que me facilitó tratar con las mujeres, a quienes venero. Pero ahora en ciertas cuestiones trato de preservarme y ser feliz, que es lo que vale”.

–¿Cómo describís a este nuevo Laurencio?

–Como una persona que entendió que la palabra éxito no es importante. Que podés ser el uno o el diez en lo tuyo, y que igual está bien. Que todo sube y baja, que el amor no se negocia, que la bendición es la salud. Como también tener clientas fieles que te quieren y sostienen. Eso te llena el alma. A veces, cuando voy al interior me pasan cosas increíbles. Me reciben como si fuera Ricardo Darín. Mujeres, en Santiago del Estero o Tucumán, que me esperan para abrazarme y sacarse una foto conmigo. Eso es espectacular.

–Varias veces contaste que te traicionaron. ¿Todo esto compensa?

–Bueno, era cuestión de concentrarse en lo bueno. A veces hay que redirigir la mirada y conectar con lo nutritivo. Me traicionaron fuerte; fue gente que estaba a mi lado trabajando. Mi ACV lo atribuyo a ese disgusto. Realmente me partió al medio. Y después pequeñas cosas espantosas que fui viendo... Así como lo tenía a Thiago (mi socio hace 23 años) llorando y asistiéndome como si fuera un hermano, había gente que se acercaba diciendo que jamás me iba a recuperar. Es más, escuché que le proponían hacer una empresa juntos. Yo era un vegetal, pero escuchaba. Me pasó de todo. Una conductora fue a visitarme y se sacó fotos para después mandar a LAM. Todo espantoso.

–También tuviste problemas familiares...

–Sí, hay juicios y todo. A veces también se abusan en tu propia familia. El “vos tenés plata, vos sos famoso y por eso debés ayudarme”. Y yo ayudo, sí. Pero colaborando con fundaciones. Me solidarizo con la gente que realmente la pasa mal o que necesita una oportunidad. A veces me río porque me siento más progre que los progre, que tanto verbalizan pero al fin y al cabo no hacen nada. Más de una vez, gente del medio ha llamado preocupada porque leen mis descargos en redes. Siempre hablo de lealtad y de los wannabe que me hartan. Pero no son los que creen. No hablo de la gente de la moda sino de personajes de mi sangre. Pero bueno, ya no sufro tanto. Me di cuenta de que soy un bendecido.

–Igual el mundo de la moda siempre arde. No es precisamente un lecho de rosas y te has peleado con alguno.

–La verdad es que taché gente que me demostró que no tiene idea de qué es la empatía, la compasión, el amor e incluso el perdón. Si en seis años no tuviste un minuto para dedicarme no sos mi amigo, ni siquiera un buen conocido. Solo tengo distancia con tres personajes de la moda. Gente que no me quiere. Pero ojo que intenté hablarles. Uno de ellos, el supuestamente súper top, me dijo que no le interesaba lo que me pasaba. Otro directamente asumió que me odiaba. Me dolió, sí. Pero ya no me engancho con lo negativo. Yo quiero otra cosa para mi vida. En uno de los desfiles de alta costura, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, junto a Elina Costantini

–¿Estuviste por casarte el año pasado?

–Sí, aunque ya me considero casado. Damián Romero, mi pareja, no solo me salvó cuando me encontró tirado por el ACV sino también en pandemia, cuando me infarté. Es un ser de otro planeta. Actor, muy sensible, la persona que me conecta con todo lo saludable y me hace reír. La intención era hacer una súper fiesta pero llegamos a la conclusión de que no daba por el contexto social. Se había transformado en algo enorme, se nos iba de las manos. ¿Para qué? Además, en paralelo, comenzó nuestra travesía para ver si lográbamos ser padres. Junto a su pareja, Damián Romero, en una cena a beneficio

–¿También renunciaron a la idea?

–Sí. Es muy delicado el tema, pero me interesa contarlo bien. El año pasado fuimos a Miami para avanzar y ver si lográbamos el sueño de formar una familia. La idea era ser padres a través de un vientre subrogado. Y estuvimos en contacto con tres mujeres rusas. La realidad es que toda la situación nos chocó, fue fuerte. Y no voy a ocultarlo, salí llorando. Eran charlas en hoteles de lujo donde nos grababan con cámaras. Alguien buscaba el vientre que supuestamente era ideal para mí. Y sentí que no era por ahí. Yo glorifico a la mujer y vivo para ellas hace 36 años. Algo me hizo ruido. De regreso, ya en el avión, nos quebramos los dos. Y decidimos que lo más sensato era agrandar la familia perruna. Tenemos a Winston, que lo tratamos como a un hijo. Bueno, ahora iremos por Halston, que se llamará así en honor a mi diseñador favorito.

–¿Es tu inspiración?

–Me encanta, pero también me siento identificado con muchas cosas que sufrió en la vida. La serie es impresionante, la vi varias veces.

–Es dura. ¿Te sentís identificado?

–Sí, porque lo viví. Cuando la fiesta es fiesta todo el mundo está feliz y los amigos abundan. Pero cuando la cosa se pone difícil porque tenés una adicción o problemas económicos, desaparecen todos. En la pasarela con su socio, Thiago Pinheiro

–¿Viviste ambas cosas?

–No tuve problemas de adicción como algunos creyeron, y mi ACV no tuvo absolutamente nada que ver con eso. Claro que probé cosas en la época en que me gustaban mucho las discotecas... Yo a los 21 ya era tapa de revistas y no me perdía una. Pero zafé. Y fundir nos fundimos, sí. En el 83, cuando traían cualquier cosa de China y quebraron todos los textiles. Entregamos casas y departamentos.

–¿Tenés miedo de que esto vuelva a suceder?

–No, para nada. Apoyo este gobierno y sé que no va a pasar. Igual yo no discuto por política y escucho todas las posturas.

–¿Qué cosas del pasado te produce nostalgia?

–Mis amores que ya no están. Mi mamá, mi papá, mis tías. Perdí a todos en un año. También la extraño a mi niñera, Chela, la persona que me crio a la par de mis padres ya que ellos viajaban casi seis meses por año. Eran grandes empresarios vinculados al mundo textil. Papá me quería arquitecto y estudié por él. Al principio no le divertía lo del diseño, pero no porque lo relacionara con la mariconada, sino porque creía que era una carrera menor. Finalmente entendió y se sintió orgulloso. Pero pasamos años sin hablarnos. Le costaba. Una postal de infancia con su madre y su hermano

–¿Cómo sanaron?

–Hablando desde el corazón. No era para tanto. Acerca de mi sexualidad, me terminó diciendo algo gracioso: “Al menos buscate un novio que sea tan lindo como las chicas con las que salís a eventear”. Y respecto al trabajo, enseguida entendió que lo mío era la moda. Tuve padres impresionantes, que también hicieron lo suyo. Ambos se casaron cuatro veces. Por eso la niñera tuvo tanto protagonismo en mi vida. Era uruguaya. Lamento no haber podido despedirla. Tal vez por eso ya no piso Punta hace como ocho años. Pero también me agotó su intensidad.●