Milei en apuros: estafas virtuales y problemas reales

Apenas empezaba la década del 90. Jesús Peón, entonces presidente de Renault Argentina, recibió la orden de preparar el cierre de la planta automotriz en el país. No cumplió con la decisión y en cambio convenció a la casa central de que lo mejor era encontrar un comprador local: el empresario Manuel Antelo. Años después Renault recompraría su planta, que este año cumplirá 60 años en Santa Isabel, en las afueras de la ciudad de Córdoba.En uno de esos tormentosos días en los que peleaba para eludir el mandato de sus jefes, Peón llegó en llamas a la cita con un periodista que lo aguardaba para entrevistarlo. “Mejor no me pregunte nada, vengo de la Casa Rosada. Es como una corte de los milagros, donde te manguean desde que entrás hasta que salís”, dijo, con los ojos encendidos. Luego, durante el reportaje, fue más diplomático.Ahí donde el Gobierno debiera dar certezas crece la hierba mala de los supuestos, de las sospechas en el aire y del reemplazo de hechos demostrables por creenciasEran los primeros años de Carlos Menem en el poder. Tres décadas después, la Casa Rosada sigue bajo aquella misma sospecha. En su primera defensa pública sobre el criptogate, el mismo Javier Milei repuso la duda sobre las condiciones éticas y morales con las que se accede al Presidente. El lunes, habló de “levantar las barreras y los filtros” luego de reconocer que el caso del fraude con la moneda virtual $LIBRA era para él un “cachetazo”.Algo se rompió para siempre y todavía no fue debidamente explicado en la era libertaria. Quizá nunca se lo aclare debidamente. Ahí donde el Gobierno debiera dar certezas crece la hierba mala de los supuestos, de las sospechas en el aire y del reemplazo de hechos demostrables por creencias.Creer está muy bien para quienes han sido ganados por los misterios de la fe religiosa. Pero el camino es el contrario cuando se trata de contrastar datos con versiones frente a hechos en los que hay que establecer si un funcionario cometió un delito o grave error.Ningún espejo le viene mejor al Presidente que el que le ofrece Cristina: por sus causas y condenas y por el espanto que genera el regreso del carnaval populistaEs por lo menos llamativo que la escena pública se haya inundado de expresiones como “yo creo en Milei” o “yo no creo que el Presidente…” Y, al revés, de condenas anticipadas impulsadas por el deseo de sacarlo del juego.Nada mejor para alguien que debe dar explicaciones que le digan que creen en él con devoción. Nada mejor para Milei que recibir las embestidas de Cristina Kirchner y su elenco de grandes figuras de la corrupción.Ningún espejo le viene mejor al Presidente que el que le ofrece la expresidenta. Por dos razones: las causas y condenas en su contra y el espanto que genera en por lo menos la mitad de los ciudadanos la hipótesis del regreso del carnaval populista tras un eventual fracaso del gobierno libertario.Pero ni Cristina y el riesgo de su regreso, ni el fuerte apoyo popular con el que empezó el año el Presidente, alcanzan para despejar las dudas sobre el comportamiento de Milei.Quedó por primera vez expuesta en forma de duda la conducta del Presidente y por lo tanto Milei está obligado a explicar que actuó como un tonto para evitar ser considerado un corruptoEn la entrevista del lunes no supo ni pudo explicar cómo rifó su autocelebrada notoriedad mundial en la presentación de una cibermoneda que en apenas horas generó una ganancia tramposa estimada en 100 millones de dólares. ¿Qué y quiénes lo influyeron para hacer ese posteo sincronizado con la subida al complejísimo universo de las finanzas digitales de un instrumento envenenado? ¿Fue a cambio de algo? Estas preguntas todavía no tienen respuestas.Para colmo, la entrevista quedó borroneada por la filtración de una escena de connivencia entre entrevistador, entrevistado y asesor presidencial.Se puso el foco en la credibilidad del periodista Jonatan Viale y en la imprudente interrupción del asesor Santiago Caputo. El daño mayor lo sufrió sin embargo el propio Milei, en una aparición que tenía como primer objetivo despejar dudas.Las pérdidas tienen por ahora un saldo parcial, pero ya registran una cuenta abultada. En primer lugar, quedó por primera vez expuesta en forma de duda la conducta del Presidente. Y Milei, por tanto, está obligado a explicar que actuó como un tonto para evitar ser considerado un corrupto. El contraste es todavía más notable si se advierte que el Presidente venía atacando y descalificando sin freno desde una posición de superioridad intelectual muy por encima del vigoroso ego que caracteriza a todos los políticos.El uso y abuso de las redes sociales con un estilo que lo obliga a la exaltación, sea para elogiar o para insultar, recibió un sonoro cachetazo, para usar la expresión de Milei.Otra consecuencia notoria de este episodio es la crisis que quedó en evidencia entre Karina Milei y Santiago Caputo. Había chispazos y en los últimos días hubo un incendio entre ambos, las únicas dos personas con influencia d

Feb 22, 2025 - 06:08
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Milei en apuros: estafas virtuales y problemas reales

Apenas empezaba la década del 90. Jesús Peón, entonces presidente de Renault Argentina, recibió la orden de preparar el cierre de la planta automotriz en el país. No cumplió con la decisión y en cambio convenció a la casa central de que lo mejor era encontrar un comprador local: el empresario Manuel Antelo. Años después Renault recompraría su planta, que este año cumplirá 60 años en Santa Isabel, en las afueras de la ciudad de Córdoba.

En uno de esos tormentosos días en los que peleaba para eludir el mandato de sus jefes, Peón llegó en llamas a la cita con un periodista que lo aguardaba para entrevistarlo. “Mejor no me pregunte nada, vengo de la Casa Rosada. Es como una corte de los milagros, donde te manguean desde que entrás hasta que salís”, dijo, con los ojos encendidos. Luego, durante el reportaje, fue más diplomático.

Ahí donde el Gobierno debiera dar certezas crece la hierba mala de los supuestos, de las sospechas en el aire y del reemplazo de hechos demostrables por creencias

Eran los primeros años de Carlos Menem en el poder. Tres décadas después, la Casa Rosada sigue bajo aquella misma sospecha. En su primera defensa pública sobre el criptogate, el mismo Javier Milei repuso la duda sobre las condiciones éticas y morales con las que se accede al Presidente. El lunes, habló de “levantar las barreras y los filtros” luego de reconocer que el caso del fraude con la moneda virtual $LIBRA era para él un “cachetazo”.

Algo se rompió para siempre y todavía no fue debidamente explicado en la era libertaria. Quizá nunca se lo aclare debidamente. Ahí donde el Gobierno debiera dar certezas crece la hierba mala de los supuestos, de las sospechas en el aire y del reemplazo de hechos demostrables por creencias.

Creer está muy bien para quienes han sido ganados por los misterios de la fe religiosa. Pero el camino es el contrario cuando se trata de contrastar datos con versiones frente a hechos en los que hay que establecer si un funcionario cometió un delito o grave error.

Ningún espejo le viene mejor al Presidente que el que le ofrece Cristina: por sus causas y condenas y por el espanto que genera el regreso del carnaval populista

Es por lo menos llamativo que la escena pública se haya inundado de expresiones como “yo creo en Milei” o “yo no creo que el Presidente…” Y, al revés, de condenas anticipadas impulsadas por el deseo de sacarlo del juego.

Nada mejor para alguien que debe dar explicaciones que le digan que creen en él con devoción. Nada mejor para Milei que recibir las embestidas de Cristina Kirchner y su elenco de grandes figuras de la corrupción.

Ningún espejo le viene mejor al Presidente que el que le ofrece la expresidenta. Por dos razones: las causas y condenas en su contra y el espanto que genera en por lo menos la mitad de los ciudadanos la hipótesis del regreso del carnaval populista tras un eventual fracaso del gobierno libertario.

Pero ni Cristina y el riesgo de su regreso, ni el fuerte apoyo popular con el que empezó el año el Presidente, alcanzan para despejar las dudas sobre el comportamiento de Milei.

Quedó por primera vez expuesta en forma de duda la conducta del Presidente y por lo tanto Milei está obligado a explicar que actuó como un tonto para evitar ser considerado un corrupto

En la entrevista del lunes no supo ni pudo explicar cómo rifó su autocelebrada notoriedad mundial en la presentación de una cibermoneda que en apenas horas generó una ganancia tramposa estimada en 100 millones de dólares. ¿Qué y quiénes lo influyeron para hacer ese posteo sincronizado con la subida al complejísimo universo de las finanzas digitales de un instrumento envenenado? ¿Fue a cambio de algo? Estas preguntas todavía no tienen respuestas.

Para colmo, la entrevista quedó borroneada por la filtración de una escena de connivencia entre entrevistador, entrevistado y asesor presidencial.

Se puso el foco en la credibilidad del periodista Jonatan Viale y en la imprudente interrupción del asesor Santiago Caputo. El daño mayor lo sufrió sin embargo el propio Milei, en una aparición que tenía como primer objetivo despejar dudas.

Las pérdidas tienen por ahora un saldo parcial, pero ya registran una cuenta abultada. En primer lugar, quedó por primera vez expuesta en forma de duda la conducta del Presidente. Y Milei, por tanto, está obligado a explicar que actuó como un tonto para evitar ser considerado un corrupto. El contraste es todavía más notable si se advierte que el Presidente venía atacando y descalificando sin freno desde una posición de superioridad intelectual muy por encima del vigoroso ego que caracteriza a todos los políticos.

El uso y abuso de las redes sociales con un estilo que lo obliga a la exaltación, sea para elogiar o para insultar, recibió un sonoro cachetazo, para usar la expresión de Milei.

Otra consecuencia notoria de este episodio es la crisis que quedó en evidencia entre Karina Milei y Santiago Caputo. Había chispazos y en los últimos días hubo un incendio entre ambos, las únicas dos personas con influencia directa sobre el Presidente. Caputo hizo saber que había ofrecido su renuncia luego de irrumpir en la entrevista del lunes; Karina está en el centro de las sospechas y es retratada por sus enemigos como la que abrió la puerta a los impresentables autores de la moneda trucha.

Es difícil explicar el funcionamiento del Presidente sin la proximidad de su hermana y del asesor Caputo. Karina es el filtro –y mucho más que eso– de su hermano. Caputo, el cerebro político que sin ocupar ningún cargo tiene el control de sectores estratégicos del Gobierno, empezando por los servicios de inteligencia, la relación con la Justicia y la recaudación impositiva.

Esto hace complicado que Milei se desprenda de alguno de ellos, al menos por el momento. A diferencia de la Revolución Francesa, la guillotina libertaria no es para todos.

El criptogate también interrumpe y deja en suspenso la enérgica carrera de muchos dirigentes de Juntos por el Cambio hacia el oficialismo y repone la posibilidad de un acuerdo estructural con el que Mauricio Macri espera salvar lo que todavía no se le fue por su cuenta al barrio de Milei.

La evolución del caso y la habilidad para resolverlo dictará el libreto de los próximos días. A veces venir tan rápido impide ver las curvas y los pozos. Milei acaba de recibir ese mensaje.