Tenían que ser ellos dos. Con
Lewandowski en el banquillo sin esas buenas sensaciones que le señalan como el gran goleador,
Lamine y Raphinha culminaron una remontada tan apoteósica como desenfrenada. Un gol del canterano, espléndido de principio a fin de esta temporada, y un doblete del brasileño, con unos números estratosféricos impensables cuando el verano pasado se barruntaba su salida, sentenciaron una
Liga que siempre ha tenido colorante azulgrana. Tal y como han jugado esta campaña, sin duda, son los clásicos Balones de Oro.
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