La vida ‘off-grid’

En esencia, se trata de vivir fuera de la red, con todo lo que ello implica. Desde movimientos antiestatales hasta comunidades autosuficientes, ¿por qué ha tomado tanta fuerza en los últimos años la vida 'off-grid'? La entrada La vida ‘off-grid’ se publicó primero en Ethic.

Mar 20, 2025 - 11:55
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La vida ‘off-grid’

Una vez que el algoritmo de Instagram descubre que el tema ha captado tu atención te servirá más y más vídeos. Aparecerán en tu feed de reels la familia que se ha comprado una máquina para deshidratar comida. O la mujer que hace un house tour de la Camper con la que recorre Europa en solitario. O la pareja que, durante medio año, solo come lo que ha cultivado o logrado a través del forrajeo (prácticas encaminadas a conseguir alimento mediante la búsqueda y la selección). Lo que todos tienen en común es que intentan ser autosuficientes. La vida off-grid ha entrado ya en el mundo que capturan las redes sociales.

En esencia, vivir off-grid implica vivir fuera de la red, con todo lo que implica. Esto es, quienes adoptan el estilo de vida buscan no depender en ningún grado de recursos externos (o, al menos, reducirlos al máximo). Si alcanzarlo o no al completo es posible daría para un debate, pero no pocas personas lo intentan.

Las razones para optar por la vida off-grid son variadas. Hay quienes lo hacen por cuestiones políticas, como los movimientos de sovereign citizen (ciudadanos soberanos), que defienden que el Estado no tiene poder alguno sobre ellos y rechazan pagar impuestos, tener número de la Seguridad Social o registrar propiedades. El movimiento está muy conectado con visiones extremistas de derecha y existe, sobre todo, en Estados Unidos. Aun así, la pandemia ha aumentado su popularidad y lo ha exportado a otros países, como Australia o Países Bajos, donde está ya en el radar de las autoridades como potencial riesgo contra la democracia.

Aun así, dentro de la gente que opta por una vida desconectada, esta razón sería minoritaria. Mucho más amplio es el grupo que lo hace por una cuestión de desconexión y movilidad, como el boom de la van life que arrancó hace unos años en redes sociales. Incluso si ya desde un primer momento había quien señalaba que había más postureo que otra cosa en este tipo de contenidos, sus defensores insistían que les permitía viajar, tener una vida más plena y ser más felices.

Una de las grandes cuestiones que impulsan la vida ‘off-grid’ es la sostenibilidad

Y otra de las grandes cuestiones que impulsan la vida off-grid es la sostenibilidad y la eficiencia en el uso de recursos. Ahí entran las casas pasivas y el autoconsumo, que demuestran que vivir con independencia energética es posible. La casa asturiana del ingeniero Omar Suárez, por ejemplo, está desconectada por completo de la red eléctrica. Tanto la iluminación, como la calefacción, el aire acondicionado y el agua caliente se nutren con autoconsumo. «Es posible satisfacer las necesidades que pueda tener toda una familia o un edificio, tanto eléctricas como térmicas, sin pagar una sola factura de energía con esta tecnología que hemos patentado en toda Europa», asegura Suárez.

Para algunas personas que se han instalado en el mundo rural, el autoconsumo tanto energético como hídrico es parte de la filosofía con la que afrontan la nueva vida en el campo. Aumenta la conciencia de cómo y cuántos recursos se usan. Muy conectado con ello entra otro de los puntos clave de la vida desconectada: la alimentación, a través de la agricultura de subsistencia.

La ecoaldeas fusionan todos estos retos. La Red Ibérica de Ecoaldeas (RIE) las define como «un asentamiento a escala humana diseñado conscientemente a través de procesos participativos para asegurar la sostenibilidad a largo plazo». Algunas recuperan caseríos abandonados y otras empiezan desde cero, pero todas se marcan como objetivo la sostenibilidad o la autonomía alimentaria. Asimismo, las decisiones se toman en conjunto.

Algunas estimaciones señalan que hay unas 10.000 ecoaldeas en todo el mundo. Según apunta en Utopías cotidianas (Capitán Swing) Kristen Ghodsee, la mayor concentración de ecoaldeas se encuentra en Europa Occidental. Algunas de ellas incluso se preparan para un potencial colapso del mundo tal y como lo conocemos. En la ecoaldea de Tamera, en el sur de Portugal, trabajan para crear «modelos autónomos y descentralizados para un mundo poscapitalista». «Ante lo que ven como la inminente catástrofe mundial de un evento de extinción masiva antropogénico, los residentes de Tamera se esfuerzan por crear “un sistema mundial de comunidades autosuficientes” que florecerá cuando el capitalismo y los Estados-nación se derrumben», señala Ghodsee.

Ese miedo apocalíptico está haciendo que más personas se pregunten cómo podría ser una vida desconectada o cómo sobrevivir si el contexto obliga a ello. En Suecia y Finlandia han dado ya instrucciones a la población sobre cómo deberían prepararse para una situación catastrófica. En Estados Unidos, The New York Times habla de una doomsday economy, nutrida por un ecosistema de empresas que ofrece desde clases para encontrar comida en un mundo sin supermercados hasta plazas en «ranchos fortaleza». El contexto geopolítico, especialmente en Estados Unidos, está haciendo que suban los temores a lo que podría pasar. Si ya la crisis de covid-19 había hecho crecer el interés, el presente no lo ha hecho decaer. El Times señala que un 7% de los hogares estadounidenses se identifica como prepper (preparacionistas).

Además, también hay milmillonarios estadounidenses que se han construido búnkers para sobrevivir mejor a la emergencia climática. «Quieren tener una alternativa», explica Donald Rushkoff, quien confirma que también hay ricos europeos que se están preparando para una vida sin red.

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