La tele y la pluralidad que nos contaron regular

Las tres pluralidades que hacen más grande la creación audiovisual.

Mar 16, 2025 - 08:46
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La tele y la pluralidad que nos contaron regular

A la hora de valorar los medios de comunicación se habla mucho de pluralidad. Siempre enfocada a la ideología, pues la pluralidad política en un medio de comunicación representa la credibilidad. O, al menos, la representaba, cuando queríamos ser ciudadanos críticos y no consumidores creyentes que siempre demandan tener la razón. Porque la información no es un objeto que se puede descambiar en El Corte Inglés si no entra en tu talla mental.

Proteger la pluralidad política debe ser uno de los pilares de los medios de comunicación democráticos. Pero hay otras dos pluralidades que son esenciales para trascender en una televisión generalista que aspira a congregar a un público amplio. Y se nos suelen olvidar, a pesar de que son las que ayudan a los programas a romper sus propios techos de cristal.

Una es la pluralidad social. La diversidad es parte esencial de la vida. Un buen espacio televisivo crece conociendo más allá de sus áreas de confort. Lo vemos en los programas con un sesgo de sexo claro. La Revuelta, por ejemplo, está desequilibrado en visiones de género e identidad en pantalla. Y eso anima a que su audiencia se pueda estancar. Se remedia parte de esa debilidad dando protagonismo al público en el primer tramo del programa. El problema es que el público cada vez acude más resabiado y menos natural. Van los ansiosos de foco y el equipo del show debe encontrar gente de verdad.

También en las redacciones es importante el contrapeso de clase social, origen geográfico y edad para ejercer mejor el intercambio cultural. Si la puerta a una televisión o una productora solo se abre después de poder pagar un master carísimo, la televisión y la productora mermará su capacidad de tomar el pulso al mundo. Le faltará la heterogeneidad que nos enriquece, nos cuestiona, nos relativiza e incluso nos permite coger perspectiva para conocernos mejor.

Pluralidad periodística, pluralidad social y, por último, falta la pluralidad creativa. Porque la narración de cualquier historia se mejora o empeora con la creatividad que atesoremos. El éxito de El Hormiguero y La Revuelta va unido a que nacieron atreviéndose a ser diferentes. Pusieron las ideas en el centro. Lo continúan haciendo, así favorecen un universo propio de muchas capas. Un espectador se queda en la más superficial, otro conecta con los matices. Lo mismo sucede con Tu cara me suena: podía ser un talent show de tantos, pero tiene un carácter único. Más artesanal, en un momento de concursos globalizados con dinámicas clónicas, repetitivas y previsibles. De nuevo, el valor de las grandes audiencias de TCMS brota de la diversidad que se siente más allá de los perfiles de las celebrities que participan. También nace de las canciones elegidas por los equipos y en la manera de representarlas con escenografías. Hasta las estéticas más antiguas contagian cierta modernidad. ¿Por qué? Porque el programa no tutela al espectador, cree en su inteligencia y juega con su curiosidad. Así este musical cruza muchos estratos sociales, gustos y sensibilidades. Están todos, de una y otra manera, representados. Y todos aprenden canciones de todos.

OT, de la misma productora, Gestmusic, también cuenta con esta fortaleza. Los castings que dirige Noemí Galera son una buena representación de la pluralidad en su máxima expresión. En una audición de Operación Triunfo participa mucha gente que canta bien, acude mucha gente con talento, pero no tantos con la creatividad que propulsa su arte. OT ha sido hábil eligiendo la pluralidad más profunda que es la que motiva después la convivencia de la academia. De ahí que sea cantera de artistas que terminan borrando el estigma de los prejuicios de la etiqueta por haber participado en un reality show. El programa no se queda en cazar el efímero reclamo de "la historia de superación" de venta e intuye el recorrido posterior por el carisma de los candidatos, aquellos que invierten en ingenio más que en calcar lo que llevó al éxito a otros.

Al final, la vida termina siendo algo así como prepararse para saber improvisar bien. E improvisan mejor aquellos que se han mezclado en la pluralidad social y entrenan la creatividad que es una llave para todo. Incluso para afrontar los sobresaltos. Con el superpoder de la imaginación.