La revolución de portarse bien

La subversión social, política y moral se ha instalado en la Casa Blanca y el delincuente en jefe ha decretado que el genocidio, el chantaje, la delación, la mentira y el acoso a todos los que no piensen como él tienen premio. Sus seguidores en Europa se reunieron la semana pasada en Madrid para coordinar el dinamitado de la UE desde el interior de sus instituciones, siguiendo el ejemplo de Donald Trump en Estados Unidos. Para la Internacional Reaccionaria y Negacionista la violencia libertaria debe ser la norma. Todo lo que no concuerde con sus designios debe ser aniquilado, ni piedad, ni compasión con las personas discapacitadas; las ONGs hay que disolverlas y solo se escuchará a los lobbies de las grandes empresas que, previamente, hayan renunciado a cualquier tipo de comportamiento responsable con la sociedad, el medio ambiente o los derechos humanos. La ley del más fuerte, que el grande se coma todo lo que pueda hasta que reviente y que los chicos se aguanten y se vayan sin rechistar como se les recomienda a los gazatíes. Así de despiadado es el programa político del integrismo ultraderechista. Nada de economía circular, energías renovables, transición energética, restauración de los ecosistemas, sostenibilidad, o cualquier otra tontería woke, como ahora descalifican a todo lo que no coincide con sus criterios depredadores y destructivos. Y no exagero nada, la realidad de los decretos que Trump firma a diario son crueles en su forma y contenido. Por todo lo resumido hasta aquí no hay otro remedio que iniciar una revolución individual y colectiva para contrarrestar el miedo de las élites políticas liberales a enfrentarse con el monstruo iliberal. Evitar el despilfarro de recursos, instalar paneles solares, reutilizar y reciclar, consumir productos de proximidad, consumir y hacer turismo de manera responsable y respetuosa, adaptarse al cambio climático e implementar medidas que neutralicen el calentamiento global van ahora contracorriente. Portarse bien con el prójimo, tener compasión con los que sufren, luchar contra la violencia y la desigualdad, ser pacifista... Son en la actualidad comportamientos revolucionarios y objeto de burla por los machotes del patio. Quizás porque es lo último que se pierde, el papa Francisco ha titulado con la palabra Esperanza su autobiografía publicada el pasado 16 de enero. En ella destacan dos temas entre sus preocupaciones: la inmigración y la pobreza, las dos cuestiones más denostadas por el pensamiento único que se nos quiere imponer. Hay que estar esperanzados a pesar del diluvio de pesimismo.

Feb 10, 2025 - 11:38
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La revolución de portarse bien
La subversión social, política y moral se ha instalado en la Casa Blanca y el delincuente en jefe ha decretado que el genocidio, el chantaje, la delación, la mentira y el acoso a todos los que no piensen como él tienen premio. Sus seguidores en Europa se reunieron la semana pasada en Madrid para coordinar el dinamitado de la UE desde el interior de sus instituciones, siguiendo el ejemplo de Donald Trump en Estados Unidos. Para la Internacional Reaccionaria y Negacionista la violencia libertaria debe ser la norma. Todo lo que no concuerde con sus designios debe ser aniquilado, ni piedad, ni compasión con las personas discapacitadas; las ONGs hay que disolverlas y solo se escuchará a los lobbies de las grandes empresas que, previamente, hayan renunciado a cualquier tipo de comportamiento responsable con la sociedad, el medio ambiente o los derechos humanos. La ley del más fuerte, que el grande se coma todo lo que pueda hasta que reviente y que los chicos se aguanten y se vayan sin rechistar como se les recomienda a los gazatíes. Así de despiadado es el programa político del integrismo ultraderechista. Nada de economía circular, energías renovables, transición energética, restauración de los ecosistemas, sostenibilidad, o cualquier otra tontería woke, como ahora descalifican a todo lo que no coincide con sus criterios depredadores y destructivos. Y no exagero nada, la realidad de los decretos que Trump firma a diario son crueles en su forma y contenido. Por todo lo resumido hasta aquí no hay otro remedio que iniciar una revolución individual y colectiva para contrarrestar el miedo de las élites políticas liberales a enfrentarse con el monstruo iliberal. Evitar el despilfarro de recursos, instalar paneles solares, reutilizar y reciclar, consumir productos de proximidad, consumir y hacer turismo de manera responsable y respetuosa, adaptarse al cambio climático e implementar medidas que neutralicen el calentamiento global van ahora contracorriente. Portarse bien con el prójimo, tener compasión con los que sufren, luchar contra la violencia y la desigualdad, ser pacifista... Son en la actualidad comportamientos revolucionarios y objeto de burla por los machotes del patio. Quizás porque es lo último que se pierde, el papa Francisco ha titulado con la palabra Esperanza su autobiografía publicada el pasado 16 de enero. En ella destacan dos temas entre sus preocupaciones: la inmigración y la pobreza, las dos cuestiones más denostadas por el pensamiento único que se nos quiere imponer. Hay que estar esperanzados a pesar del diluvio de pesimismo.