La primera película que revolucionó el cine 3D: un remake de terror que se estrenó en el Festival de San Sebastián
El cine 3D vivió un punto importante en su historia con el estreno de una película que recuperó un relato clásico de terrorLa ciudad histórica de Madrid en la que se rodó uno de los clásicos de Hollywood de Semana Santa Desde la aparición del cine, en el séptimo arte se ha perseguido el hecho de crear y emular la imagen tridimensional del ojo humano y de ahí surgió el 3D, que, sin embargo, no ha acabado de crear el efecto que se pensaba y ha quedado relegado a ciertos estrenos con franquicias destacadas como Avatar de James Cameron. Este avance tecnológico en el cine, que es uno de los atractivos que películas como Avatar para llamar a sus fanáticos a la pantalla grande, es posible gracias al estreno de una película de Warner Bros que tuvo lugar hace más de medio siglo, y que llegó a estar programada en el primer Festival de Cine de San Sebastián de 1953 como exhibición no competitiva. El primer estreno de una película en color en 3D El 10 de abril de 1953 tuvo lugar el estreno en cines de House of Wax, conocida en España como Los crímenes del museo de cera, un remake del largometraje de 1933 Mystery of the Wax Museum. No era una primera proyección como otras, sino que se trataba de la primera de una película de cine 3D en color, lo que derivó en lo que conocemos hoy en día. Esta película, dirigida por Andre de Toth, estuvo protagonizada por Vincent Price y fue una de las primeras en las que actuó Charles Bronson como actor, y está considerada un hito en el cine 3D por ser la primera producida en color, ya que antes no había sido posible técnicamente. Con un presupuesto de un millón de dólares de la época, generó una recaudación de casi 24 millones, motivados por lo que era una experiencia de cine envolvente que se creó gracias a la filmación a través de dos cámaras, cada una de ellas con un lente de distinto color y cada cinta resultante superpuesta para lograr el efecto tridimensional junto al uso de gafas especializadas por parte del espectador. Su director no podía ver el efecto 3D creado El cine 3D no era algo nuevo, de hecho los hermanos Lumière ya lo usaron, y en 1923 fue cuando se estrenó The Power of love como primer largometraje en esta tecnología, que viviría un mayor avance después del invento de filtros en unas gafas especiales por parte de Polaroid que permitían ver los distintos colores, algo que completó el estreno de Los crímenes del museo de cera, que ha quedado considerada “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry. El rodaje de esta película que fue un hito en el cine 3D al ser la primera en color tuvo un gran impedimento que pocos conocieron, y es que el propio director Andre de Toth tenía problemas de visión que le impedían ver con profundidad y ser consciente del efecto que estaba produciendo, pero que acabó por ayudarlo de forma técnica para que esta técnica tecnológica combinara a la perfección. Este remake que cuenta la historia de terror de un profesor excéntrico que es también escultor de figuras de cera que exhibe en un museo fue recibido de forma positiva por la crítica, sobre todo por las características de replicar la atmosfera del lugar y las figuras de cera, siendo un largometraje de la década de los 50.

El cine 3D vivió un punto importante en su historia con el estreno de una película que recuperó un relato clásico de terror
La ciudad histórica de Madrid en la que se rodó uno de los clásicos de Hollywood de Semana Santa
Desde la aparición del cine, en el séptimo arte se ha perseguido el hecho de crear y emular la imagen tridimensional del ojo humano y de ahí surgió el 3D, que, sin embargo, no ha acabado de crear el efecto que se pensaba y ha quedado relegado a ciertos estrenos con franquicias destacadas como Avatar de James Cameron.
Este avance tecnológico en el cine, que es uno de los atractivos que películas como Avatar para llamar a sus fanáticos a la pantalla grande, es posible gracias al estreno de una película de Warner Bros que tuvo lugar hace más de medio siglo, y que llegó a estar programada en el primer Festival de Cine de San Sebastián de 1953 como exhibición no competitiva.
El primer estreno de una película en color en 3D
El 10 de abril de 1953 tuvo lugar el estreno en cines de House of Wax, conocida en España como Los crímenes del museo de cera, un remake del largometraje de 1933 Mystery of the Wax Museum. No era una primera proyección como otras, sino que se trataba de la primera de una película de cine 3D en color, lo que derivó en lo que conocemos hoy en día.
Esta película, dirigida por Andre de Toth, estuvo protagonizada por Vincent Price y fue una de las primeras en las que actuó Charles Bronson como actor, y está considerada un hito en el cine 3D por ser la primera producida en color, ya que antes no había sido posible técnicamente.
Con un presupuesto de un millón de dólares de la época, generó una recaudación de casi 24 millones, motivados por lo que era una experiencia de cine envolvente que se creó gracias a la filmación a través de dos cámaras, cada una de ellas con un lente de distinto color y cada cinta resultante superpuesta para lograr el efecto tridimensional junto al uso de gafas especializadas por parte del espectador.
Su director no podía ver el efecto 3D creado
El cine 3D no era algo nuevo, de hecho los hermanos Lumière ya lo usaron, y en 1923 fue cuando se estrenó The Power of love como primer largometraje en esta tecnología, que viviría un mayor avance después del invento de filtros en unas gafas especiales por parte de Polaroid que permitían ver los distintos colores, algo que completó el estreno de Los crímenes del museo de cera, que ha quedado considerada “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.
El rodaje de esta película que fue un hito en el cine 3D al ser la primera en color tuvo un gran impedimento que pocos conocieron, y es que el propio director Andre de Toth tenía problemas de visión que le impedían ver con profundidad y ser consciente del efecto que estaba produciendo, pero que acabó por ayudarlo de forma técnica para que esta técnica tecnológica combinara a la perfección.
Este remake que cuenta la historia de terror de un profesor excéntrico que es también escultor de figuras de cera que exhibe en un museo fue recibido de forma positiva por la crítica, sobre todo por las características de replicar la atmosfera del lugar y las figuras de cera, siendo un largometraje de la década de los 50.