La nueva vida de Ana Boyer y Fernando Verdasco tras su retirada del tenis
La pareja, que acaba de convertirse en familia numerosa, se establecerá en Doha por ahora.

Esta semana que acaba de empezar tiene en su interior, sin embargo, un final. Y tendrá lugar cuando se juegue el último punto del último set del último partido como tenista profesional de Fernando Verdasco. A sus 41 años, el madrileño colgará la raqueta apenas unos meses después de que lo haya hecho su compañero de generación y gran amigo Rafa Nadal, si bien quien le estará acompañando será otra buena amistad a quien también considera "una verdadera leyenda de nuestro deporte y uno de los mejores atletas de todos los tiempos", Novak Djokovic, de quien ha explicado que le "sí desde el primer momento" a su petición de retirarse a su lado.
"Después de tantos años increíbles en el ATP Tour, ha llegado el momento de mi último torneo en el Qatar ExxonMobil Open 2025", ha declarado quien ha sido ganador de siete títulos en el circuito individual y ocho en el dobles, además de tres Copas Davis con el combinado nacional. Sin embargo, no compite desde septiembre de 2023 y por ello era lo más lógico para él no seguir forzando la máquina sino decir adiós como siempre ha querido: dándolo todo en la pista.
Y, curiosamente, lo hace en la ciudad de Doha. Después de toda una vida de viajes continuados por todo el globo para disputar torneos en multitud de ciudades y países, Verdasco se ha decantado por la capital de Catar, entre otras cosas, para buscar la estabilidad que le ha pedido su esposa, Ana Boyer, quien estaba dispuesta aun así a seguir con el ritmo de vida que llevaban hasta ahora pero que ve con buenos ojos que el tenista haya decidido dejar atrás el deporte profesional y centrarse en otros negocio y, sobre todo, en la familia, que desde hace un tiempo se ha convertido en numerosa.
Como explican desde la revista ¡Hola!, la vida de la pareja está a punto de dar un importante giro hacia una etapa en la que se avecinan cambios trascendentales en sus vidas, comenzando por la decisión sobre cuál iban sería el lugar que establecerían como su residencia después de tantos años llevando una vida más nómada, ya que la hija de Isabel Preysler y Miguel Boyer había aceptado que debían viajar juntos con sus pequeños para apoyar a Fernando en sus compromisos profesionales y torneos por todo el mundo. Sin embargo, y debido a lo cómodos que se encuentran en la ciudad del golfo Pérsico, la elección ha sido sencilla.
No significa, sin embargo, que no se hubiesen planteado una gran mudanza a España. Al fin y al cabo, Fernando lleva, desde que comenzó en el tenis profesional en 2001, trasladándose de un rincón del planeta a otro en cuestión de semanas, lo cual no cambió, o no cambió en exceso, desde que conociese y posteriormente se casase con Ana Boyer, lo cual tuvo lugar el 7 de diciembre de 2017, en la isla de Mustique, en las Antillas Menores.
En aquel momento, la hermana de Tamara Falcó o Enrique Iglesias aceptó que los aeropuertos y los hoteles iban a ser una constante en su vida en pareja mientras Fernando no colgase la raqueta, como va a hacer estos días. Sí es cierto que muy pronto, incluso antes de pasar por el altar, en 2016, se decantaron por Doha por la pujante economía de la zona, tan rica en petróleo, pero conforme fueron llegando los hijos se les hizo cada vez más difícil sostener la situación.
Sobre todo porque las llegadas del primogénito, Miguel, que vino al mundo a finales de marzo de 2019, de Mateo, de cuatro años —diciembre de 2020—, y de Martín, el benjamín, que en abril cumplirá su primer año de vida, auguraban una necesidad por parte de ambos padres de asentarse definitivamente y no estar jugando tantos torneos por todo el mundo. Máxime, con la necesidad de Boyer de igualmente sentirse satisfecha y realizada con su trabajo, el cual, en su mayor parte, está en Madrid.
De ahí que la capital española fuese su segunda gran opción, ya que Ana tiene que viajar multitud de veces a España a lo largo del año por, principalmente, dos motivos: el primero, claro está, por sus contratos de imagen, puesto que a pesar de ser selectiva con sus trabajos, tal y como puntualizan desde el citado medio, es aquí donde mejor le funciona su papel de influencer y de colaboraciones con marcas de moda y belleza, ya que a pesar de que estudió Derecho y Administración y Dirección de Empresas, por ahora es el mundo de la televisión y el lifestyle lo que ocupa su vida, así como la empresa de gorras y bañadores que tiene junto a su marido, Cocowi.
Y segundo, por supuesto, su familia. Boyer se siente especialmente unida a su madre y a su hermana Tamara. Y ella misma confesaba a la citada revista que hacen malabares para verse todo el tiempo que pueden: "Les echamos de menos, pero intentamos que nos vengan a visitar cuando pueden, e ir nosotros también a verlos. No nos cuesta nada coger aviones, nuestros hijos se adaptan a todo y son muy fáciles para viajar". Ahora, eso sí, es más que probable que puedan verse más y que ambas, y el resto de la familia, disfruten más de sus nietos y sobrinos.
Porque además el matrimonio habrá de buscar otras oportunidades laborales. Quizá Verdasco pueda trabajar en algo relacionado con el deporte, tanto en Doha como en Madrid, como ha hecho su también amigo Feliciano López. O vuelvan a los relaities. No hay que olvidar que Ana Boyer ya hizo un papel más que destacado cuando, embarazada de Martín, ganó la edición de Bake Off: Famosos al horno en la que participó, así como ambos sorprendieron a la audiencia cuando destaparon sus máscaras en la última edición de Mask Singer, en la que demostraron una enorme complicidad bailando y cantando conjuntamente.