La izquierda socava el feminismo

La celebración del 8-M ha estado lastrada por las contradicciones insuperables del discurso y de la acción política de la izquierda sobre la mujer. El espantajo de la derecha o de la ultraderecha ha dejado de ser útil como coartada de su permanente estado de excepción feminista. En España, a quienes debe pedir cuentas la mujer son la izquierda y el Gobierno de Pedro Sánchez, porque los hechos y las cifras los ponen ante el espejo de sus imposturas. La mujer está siendo víctima del empeño de la izquierda por reconvertir el sexo biológico en una cuestión secundaria para la determinación de la identidad personal. Ser mujer ya no es expresión de una naturaleza, sino de una voluntad que, además, es reversible a conveniencia. La violencia, real y terrible, que muchas sufren por su condición natural de mujer queda así velada por un discurso que anula la realidad de quienes dice defender. Por otro lado, esa violencia contra la mujer ha sido perfilada legislativamente en contraposición de otras violencias, igualmente execrables, cuya relevancia es excluida del foro público, como las muertes de hijos a manos de sus madres, por efecto negativo de un inaceptable derecho penal de autor, que se niega a reconocer a la mujer como autora también de violencias en la familia. Los hechos y las cifras desnudan la palabrería de la izquierda . No hay espacio político donde más escandalosos sean los posibles abusos sexuales que esa izquierda tan feminista, que enmudece su «hermana, yo sí te creo» y se refugia en excusas baratas ante los casos de Iñígo Errejón y Juan Carlos Monedero y olvida los casposos comentarios de Pablo Iglesias. Ahí están los machismos de manual acreditados en el caso del Tito Berni o los financiados con dinero de empresas públicas, también documentados en la investigación judicial a José Luis Ábalos. Entre abusos silenciados y prostitución con cargo al erario público, la izquierda puritana está arruinándose ante la opinión pública. Hechos igualmente reveladores, para recordar en un 8-M no sectario, son los que jalonaron la infausta ley del 'solo sí es sí', aquella que, según Irene Montero, evitaría un nuevo caso de La Manada y lo que ha conseguido son más de 100 excarcelaciones anticipadas y más de 1.400 rebajas de condena, incluidas las que recientemente se han concedido a dos condenados por ese concreto caso de violación grupal en Pamplona. Cada vez que Montero pontifica sobre los derechos de la mujer, se le tendría que caer la cara de vergüenza. El descrédito de la izquierda ante el feminismo agudiza su sectarismo y la fuerza a utilizar la violencia machista sin temor al disparate, como el de la portavoz de Más Madrid en el parlamento autonómico, cuando afirmó que esta comunidad venía a ser el escenario de 'El cuento de la criada', novela y serie de ficción convertidas en sinónimo de abuso sobre la mujer. Será mejor entonces que la izquierda madrileña no vea las cifras oficiales de mujeres violadas y asesinadas, por ejemplo, en Cataluña, que el último año doblaron y triplicaron respectivamente las de Madrid, diferencia sustancial aun teniendo en cuenta la población de una y otra región. La izquierda ha saturado a la opinión pública con sus mensajes ideologizados sobre el feminismo, hasta el extremo de que ha provocado cismas en este legítimo movimiento por la igualdad de derecho y respuestas reactivas en algunos sectores de la población masculina, como la más joven, que se siente permanentemente bajo sospecha en sus relaciones con la femenina, mientras asiste al hipócrita espectáculo de encubrimientos a algunos de sus dirigentes más significados.

Mar 8, 2025 - 22:06
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La izquierda socava el feminismo
La celebración del 8-M ha estado lastrada por las contradicciones insuperables del discurso y de la acción política de la izquierda sobre la mujer. El espantajo de la derecha o de la ultraderecha ha dejado de ser útil como coartada de su permanente estado de excepción feminista. En España, a quienes debe pedir cuentas la mujer son la izquierda y el Gobierno de Pedro Sánchez, porque los hechos y las cifras los ponen ante el espejo de sus imposturas. La mujer está siendo víctima del empeño de la izquierda por reconvertir el sexo biológico en una cuestión secundaria para la determinación de la identidad personal. Ser mujer ya no es expresión de una naturaleza, sino de una voluntad que, además, es reversible a conveniencia. La violencia, real y terrible, que muchas sufren por su condición natural de mujer queda así velada por un discurso que anula la realidad de quienes dice defender. Por otro lado, esa violencia contra la mujer ha sido perfilada legislativamente en contraposición de otras violencias, igualmente execrables, cuya relevancia es excluida del foro público, como las muertes de hijos a manos de sus madres, por efecto negativo de un inaceptable derecho penal de autor, que se niega a reconocer a la mujer como autora también de violencias en la familia. Los hechos y las cifras desnudan la palabrería de la izquierda . No hay espacio político donde más escandalosos sean los posibles abusos sexuales que esa izquierda tan feminista, que enmudece su «hermana, yo sí te creo» y se refugia en excusas baratas ante los casos de Iñígo Errejón y Juan Carlos Monedero y olvida los casposos comentarios de Pablo Iglesias. Ahí están los machismos de manual acreditados en el caso del Tito Berni o los financiados con dinero de empresas públicas, también documentados en la investigación judicial a José Luis Ábalos. Entre abusos silenciados y prostitución con cargo al erario público, la izquierda puritana está arruinándose ante la opinión pública. Hechos igualmente reveladores, para recordar en un 8-M no sectario, son los que jalonaron la infausta ley del 'solo sí es sí', aquella que, según Irene Montero, evitaría un nuevo caso de La Manada y lo que ha conseguido son más de 100 excarcelaciones anticipadas y más de 1.400 rebajas de condena, incluidas las que recientemente se han concedido a dos condenados por ese concreto caso de violación grupal en Pamplona. Cada vez que Montero pontifica sobre los derechos de la mujer, se le tendría que caer la cara de vergüenza. El descrédito de la izquierda ante el feminismo agudiza su sectarismo y la fuerza a utilizar la violencia machista sin temor al disparate, como el de la portavoz de Más Madrid en el parlamento autonómico, cuando afirmó que esta comunidad venía a ser el escenario de 'El cuento de la criada', novela y serie de ficción convertidas en sinónimo de abuso sobre la mujer. Será mejor entonces que la izquierda madrileña no vea las cifras oficiales de mujeres violadas y asesinadas, por ejemplo, en Cataluña, que el último año doblaron y triplicaron respectivamente las de Madrid, diferencia sustancial aun teniendo en cuenta la población de una y otra región. La izquierda ha saturado a la opinión pública con sus mensajes ideologizados sobre el feminismo, hasta el extremo de que ha provocado cismas en este legítimo movimiento por la igualdad de derecho y respuestas reactivas en algunos sectores de la población masculina, como la más joven, que se siente permanentemente bajo sospecha en sus relaciones con la femenina, mientras asiste al hipócrita espectáculo de encubrimientos a algunos de sus dirigentes más significados.