Dos películas, 'La historia de Souleymane' y 'La buena letra', estrenadas este fin de semana y tan distintas entre ellas, contienen en su interior la misma imagen simbólica: la de alguien que forcejea a infelices manotazos en las arenas movedizas que lo rodean. Resistencia en el frío y rápido París de un inmigrante guineano que espera la solución a su solicitud de asilo y la resistencia de una mujer, una familia, en la posguerra de un pueblo valenciano. Historias funestas, afligidas, desesperadas en sus urgencias y en sus demoras, historias de gente cabizbaja. 'La buena letra' la ha dirigido Celia Rico, directora hábil para atrapar con sencillez la intimidad ('Viaje al cuarto de una madre') y que entra con enorme...
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