La gesta de Davidovich contra Zverev se queda a medias y cae con honores en Madrid

La Manolo Santana ruge. Es un clamor. «¡Vamos Foki, vamos!», se escucha cada vez que la pelota deja de viajar de una raqueta a otra. Davidovich, encendido, colabora para elevar los decibelios. Anima con gestos y con su juego a una grada aferrada al último resquicio español en la escabechina del actual Mutua Madrid Open. Del maratón de Madrid, casi tres horas de partido, sale zarandeado un Davidovich cuyo ejercicio de firmeza ha sido encomiable, pero insuficiente (6-2, 6-7, 6-7) para reducir por completo a Zverev.

Se desliza bien Davidovich sobre la tierra batida. Semifinalista en Montecarlo, cuartos de final en Barcelona y generador de problemas para el número dos del mundo en Madrid. Ha recuperado el español esa naturaleza agresiva y valiente que le catapultó a ser una las promesas del tenis nacional. Contra Zverev, la segunda raqueta del ranking, se armó de los argumentos que le han llevado a firmar su gran primer tercio del año.

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