Jorge Javier Vázquez confiesa su relación con el Opus Dei: "Estuve a punto de ingresar en la Obra"
A pesar de haber estudiado en un colegio religioso, actualmente está alejado de la Iglesia.

A través de su blog en Lecturas, Jorge Javier Vázquez no duda en compartir con todos sus seguidores algunos de sus pensamientos más íntimos y prueba de ello ha sido su última entrada. Recordando la muerte del papa Francisco, el presentador de televisión ha sido directo: "No provocó mi interés".
Por ello, lejos de seguir la actualidad, decidió alejarse de ella hasta el entierro del pontífice. Y es que, a pesar de que como persona sí que le generaba "gran simpatía" lo cierto es que su figura no tenía "importancia" en su vida. Algo que llama la atención teniendo en cuenta la relación que tuvo con su el Opus Dei.
"Cuando estudié B.U.P. y C.O.U. en un colegio del Opus Dei. Estuve a punto de ingresar en la Obra, pero me daba miedo la reacción de mi padre. En el Opus Dei me decían: 'Es que no se lo tienes que contar por qué no lo van a entender'. Pero a mis dieciséis años, ocultar algo tan importante a mi familia me parecía muy feo", ha explicado.
De hecho, sobre sus años en el colegio recuerda cómo se vivía el pecado y la importancia que se le daba a la "pureza". Aunque, lejos de estar mal, lo recuerda con cierta paz. "A mediados de los ochenta resultaba muy cómodo ser gay en el Opus Dei porque como el sexo fuera del matrimonio -y con uno mismo- era pecado, pues un problema que te quitabas. No existía. Era como vivir en una burbuja. Fuera, lo diverso no era tan aceptado como ahora", ha destacado.
Sin embargo, no podía evitar rezar todos los días para ser una "persona normal" porque le "daba mucha vergüenza confesar al sacerdote" que era homosexual. Algo que le siguió persiguiendo hasta tiempo después.
"Una vez me confesé en la Catedral de Barcelona y a través de la rejilla le dije al sacerdote que tenía pensamientos con hombres y la solución que me propuso, de forma airada, fue que dejara de tenerlos porque si no corría el riesgo de convertirme en un 'invertido", ha recordado.
Por eso, cuando a sus 27 años tuvo su primer novio, no pudo evitar sentir culpa por todo lo que estaba pasando. De hecho, a día de hoy, apenas consigue dormir bien. Por ello, no puede evitar tener una mala relación con la Iglesia y todo lo que engloba.
"Me cuesta pertenecer a una entidad que hace malabarismos con los homosexuales. No es pecado serlo, pero sí ejercer. Es decir: tienes que aguantarte por haber nacido así y castrar tus sentimientos porque no puedes amar a alguien de tu mismo sexo. Está bien que seas gay siempre y cuando no seas practicante. Menudo drama. Más fácil habría sido que Dios nos hubiera hecho a todos heterosexuales", ha finalizado.