La idea era llegar a Andalucía para después comerse el mundo. Sevilla era el puerto de las Américas y los rumores de prosperidad llegaban a todos los rincones de Norteña. Para los hombres no había muchas alternativas: o la mar o el hambre. No existía la industria. Tampoco las segundas oportunidades. Allí, en las riberas del Guadalquivir se juntaban marinos y ladrones, valientes, buscavidas, poetas y cobardes, personas que huían de la pobreza y otras que lo hacían de ellos mismos, pero todos con el foco puesto en un interés común: sobrevivir. «Sevilla, ciudad noble, famosa y rica, puerto y puerta de las Indias, madre de huérfanos y amparo de pecadores», dijo Cervantes en sus 'Novelas Ejemplares'. Y así fue...
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