¿Hay que devaluar? Los sectores "protegidos" que presionan y por qué se viene una lluvia de dólares
El actual esquema cambiario perjudica directamente a las industrias prebendarias argentinas. Lo que se viene es un estrangulamiento cambiario clásico del país.

Vaca Muerta ya es una realidad y en las manos correctas, modificará para siempre el balance cambiario de la Argentina, repito: "en las manos correctas".
Me cuesta observar tanto economista y periodista local alarmando a Doña Rosa con una crisis cambiaria que no va a ocurrir a menos que retornemos al pasado.
El actual esquema cambiario perjudica directamente a las industrias prebendarias argentinas. No es que no se "comprenda" hacia dónde vamos, ni la lógica detrás de ello (Vaca Muerta y minería), sino que este sector no soporta dicho equilibrio y esta realidad no es nueva.
En 2001, el esquema de la convertibilidad podría haberse mantenido mediante un ajuste fiscal que por entonces era posible, pero al sector prebendario le convenía el 4 a 1 y ahí fuimos: default, devaluación, pesificación asimétrica y cerramiento, el paraíso soñado del industrial protegido.
Veinte años después, podemos observar con dolorosa elocuencia las consecuencias catastróficas de dicha decisión y es ese mismo sector el que ahora intenta reclamar su espacio defendiendo un esquema cambiario que forma parte del pasado, un pasado que sigue ignorando la contribución que las exportaciones de energía y minería generarán en nuestro país en tanto y en cuanto se siga con la actual política económica y el pasado no nos vuelva a escupir el asado.
Lo que el sector industrial prebendario intenta desterrar es el actual modelo, el cual significa una matriz productiva totalmente diferente. Bajo este esquema radicalmente distinto, en donde los líderes del crecimiento serían agro, energía y minería, la industria protegida desaparece como eslabón importante.
Y es precisamente esta realidad la que incomoda a un sector que floreció artificialmente desde 1945 a costa del empobrecimiento de todo un país y de un sistemático cerramiento, con un peso regalado. El modelo que se intenta actualmente es uno en donde los ingresos de exportación y el saldo de la balanza comercial irán creciendo rápidamente hacia 2030. Argentina registró un superávit comercial de u$s 18.900 millones en 2024, lo cual en sí mismo es todo un récord y mérito de la actual gestión libertaria. Pero a su vez, el saldo de nuestra balanza comercial en tanto y en cuanto energía, de la mano de Vaca Muerta, y minería, contribuyan con lo que se espera, podría duplicarse fácilmente en los próximos cinco años.
Todas las crisis argentinas tuvieron siempre raíz cambiaria y precisamente, el desarrollo de Vaca Muerta, el cual ya no es una hipótesis sino una realidad contundente, modificará para siempre el equilibrio cambiario de nuestro país.
Pensando con una sesgada mente "industrial subsidiada", lo que se viene es un estrangulamiento cambiario clásico de la Argentina, en donde todo vuela por el aire y el gran ganador vuelve a ser ese pequeño círculo de empresarios de "elite" tal como aconteció en 2001 a costa de la bancarrota de toda una nación. Pero pensando con una mente "libertaria" y comprendiendo el formidable crecimiento político que este movimiento viene acumulando y la enorme aceptación de su base de votantes, resulta muy probable que esta vez, el resultado cambiario sea muy distinto.
A pesar de que al sector industrial protegido, ese mismo que derrocó a la convertibilidad en 2001, le pese, el desarrollo de Vaca Muerta y minería, permitiría un ingreso adicional de dólares nunca visto antes en nuestro país que reduciría notablemente la probabilidad de un estrangulamiento cambiario más aún si a esta movida se la acompaña de superávit fiscal tal como viene siendo el caso en 2024/2025.
Esta nueva realidad es como disponer en un futuro muy cercano de "dos o hasta tres campos" en vez de uno, por lo que hay que tener una visión muy miope para no comprender lo que se viene o una intencionalmente sesgada porque lo que se aproxima "no conviene" y por lo tanto "hay que eliminarlo", tal como viene siendo el caso de todo proyecto económico que quiso cambiar el sesgo anti-crecimiento desde 1945.
Si el proyecto libertario sigue ganando elecciones, se fortalecerá otra vez el concepto de la Argentina exportadora al mundo, ese que nos hizo ricos por 1900, basado en nuestras ventajas relativas y no en la insostenible preservación de industrias que nunca debieron haber existido en primera instancia. Bajo este marco, claudicarían a lo largo del tiempo los sectores industriales ineficientes, cuya existencia se justifica solamente a través de un permanente y distorsivo respirador artificial, y se abriría la puerta a los nuevos motores exponenciales de desarrollo representados por energía, minería y como siempre, el campo.
Pensando con una sesgada mente "industrial subsidiada", lo que se viene es un estrangulamiento cambiario clásico de la Argentina, en donde todo vuela por el aire y el gran ganador vuelve a ser ese pequeño círculo de empresarios de "elite" tal como aconteció en 2001.
Para un país que hace ochenta años fue indoctrinado a perder para que unos pocos ganen, a muchos argentinos les resulta inverosímil todavía el hecho de haber descubierto un tesoro bajo tierra que bien administrado tiene la capacidad de poder erradicar la pobreza en nuestro país. La misma ha sido fruto de querer forzar el desarrollo de un sistema productivo de industrias locales con una crónica tendencia a la ineficiencia, la cual a lo largo de las décadas se vio plasmada en una notable falta de gestación de empleo y crecimiento. En lo único que es eficiente el actual sistema productivo de la Argentina es en generar pobres. Bienvenida sea Vaca Muerta si es que llegó para cambiarlo todo.