Grisú, el terror de las minas: así deflagra bajo tierra este gas altamente inflamable al que no le hacen falta chispas para explotar
Ni siquiera hace falta una chispa para que explote, pero además también mata por asfixia.

La mina sigue doliendo. Una explosión de gas registrada en la tercera planta del pozo minero de Cerredo, en el concejo de Degaña, en Asturias, causó este lunes la muerte de cinco mineros y dejó heridos graves a otros cuatro. Todos eran vecinos de la comarca de Laciana, en León.
Los trabajadores estaban realizando labores de investigación con la empresa Blue Solving. Las primeras investigaciones apuntan a la explosión de una bolsa de grisú dentro de una galería como principal motivo del accidente. Ese gas es el gran y temido enemigo de los mineros, que pueden morir por una explosión o por asfixia.
Grisú, básicamente metano
Grisú viene del francés grisou y es un gas que puede encontrarse en las minas subterráneas de carbón, capaz de formar atmósferas explosivas. Su componente principal (en un 90%) es el metano, el mismo elemento del gas natural de los hogares o el de las flatulencias del ganado. Ese metano es lo que define las propiedades más importantes del grisú: densidad e inflamabilidad.
En cuanto a la inflamabilidad la mezcla de metano y aire es explosiva entre el 5% y el 15% —técnicamente conocidos como límite inferior de explosividad (LIE) y límite superior (LSE)—. Por encima del LSE y por debajo del LIE la mezcla no es combustible, por exceso de combustible y de aire, respectivamente. Pero ni siquiera hace falta una chispa para que se produzca una explosión.
Hace miles de años, árboles y plantas de los bosques se carbonizaron, esto es, se transformaron en carbón. Pero al hacerlo también desprendieron metano. Este quedó atrapado junto al carbón. De manera natural o cuando picamos la veta de carbón el metano se desprende y queda en el aire.
Explosión o asfixia
La mayor parte del grisú, en torno al 95%, está en el interior del carbón, que puede absorber una cantidad importante de este gas. El resto del grisú queda en forma libre en las grietas, fisuras y fracturas que existen en el interior de la capa y del propio mineral.
El grisú y el polvo de carbón son una mezcla explosiva. Si en la atmósfera del interior, al igual que en el exterior, hay un porcentaje de un 21% de oxígeno, un 3% de grisú y polvo de carbón ya estamos ante una proporción explosiva.
El primer problema es pues que el grisú es muy denso y muy inflamable. Pero además, le gusta el oxígeno: absorbe entre el 80-90% del que hay a su alrededor. De ese modo, el minero que se encuentre en la galería puede perder la conciencia con las primeras inhalaciones. Luego, el grisú le asfixia en cuestión de segundos.
Del canario a los grisuómetros
La seguridad de la mina tiene dos prioridades: vigilar la concentración de gas, especialmente de grisú, y que no se produzcan chispas o llamas. Por ello, durante décadas, hubo canarios en las minas.
Los mineros llevaban uno de estos pájaros como sistema de alerta temprana contra gases peligrosos como el grisú. Los canarios son más sensibles a estos gases que los seres humanos, de modo que si la concentración de grisú aumentaba, el animal enfermaba o moría antes y así a los mineros les daba tiempo a evacuar la galería.
Hoy los mecanismos de seguridad en las minas son otros. Incluyen aire circulando en el interior, para que no se produzca esta acumulación de gases. Si la mina está abandonada pero tuvo carbón, podría haber quedado metano residual. Por ello, para entrar es necesario ventilar la zona y de ese modo eliminar el grisú.
Aún así se puede producir un "escape" de grisú en un mina ventilada. Cuando su presencia en la atmósfera se incrementa por encima del 1 o del 1,2%, los medidores (los grisuómetros) paralizan automáticamente toda la mecánica eléctrica que se pudiera estar requiriendo en ese momento.
Para disminuir el riesgo de acumulación en bolsas se hacen trabajos de desgasificación. Para ello se hacen barrenas (agujeros de varios metros de diámetro) que logran que el metano se libere de forma controlada. Además, dado que el metano se acumula arriba porque es más ligero que el aire, se instalan ventiladores soplantes y absorbentes en las zonas altas de las galerías para extraer el grisú y refrescar la atmósfera.
Seguridad, ¿cuánta es posible?
Los mineros también cuentan con equipos de autorrescate, con una máscara que les permite respirar durante más de 30 minutos en una atmósfera sin apenas oxígeno. Le sirven para evitar morir por asfixia, pero nada pueden ante un explosión.
Y sin embargo, puede ocurrir un accidente con grisú a pesar de cumplirse con la normativa. En la actualidad, según la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía de la Universidad Poltécnica de Madrid, hay un reglamentación de seguridad "exhaustiva".
Pero a pesar de que las empresas mineras conocen a la perfección las características de este gas y de que las medidas de detección y prevención son "adecuadas", en ocasiones, es difícil detectar la existencia de bolsas de gas grisú. Es lo que pasó en 1995 en la mina de Santa Bárbara, en Mieres (Asturias): a pesar de que se cumplía con la normativa, hubo un accidente con grisú en el que murieron ocho personas.