Gobernar sin Presupuestos

Acabamos de despedir el primer trimestre del año y no asoma en el horizonte perspectiva alguna de que el Gobierno vaya a contar con los preceptivos Presupuestos...

Abr 2, 2025 - 07:54
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Gobernar sin Presupuestos

Acabamos de despedir el primer trimestre del año y no asoma en el horizonte perspectiva alguna de que el Gobierno vaya a contar con los preceptivos Presupuestos Generales del Estado para 2025. Tampoco manejan muchas esperanzas de aprobar sus cuentas anuales los presidentes de Cataluña, Castilla y León, Extremadura o Baleares mientras ponen velas en los altares de Vox los de Murcia y Aragón para intentar conseguirlas. La culpa será nuestra, por votar tan divididos, o de a los que votamos, por no llegar a acuerdos, pero gobernar sin Presupuestos amenaza con instalarse en el escenario sin que seamos capaces de percibir todavía sus verdaderos riesgos.

Núñez Feijóo se lo afea constantemente a Sánchez, que administra el país con las cuentas prorrogadas desde 2023, y hasta su socio de gobierno, Sumar, le exige que presente al Parlamento un proyecto, aunque no tenga garantizados los votos para, al menos, poder discutirlo. Otros pactos suscritos por la actual Moncloa, sin embargo, han sido descalificados en su día como una indigna ’venta de España’ por quienes ahora reclaman alcanzarlos mientras los exigentes aliados, por su parte, centran sus esfuerzos en sacar brillo al arsenal de reclamaciones. La ministra portavoz ya ha sentenciado la situación con una lacónica frase: “Sería perder el tiempo”. ¿En serio?

Nunca discutir dónde se gasta el dinero de los impuestos puede ser una pérdida de tiempo. Por mucho que el crecimiento económico y el actual caudal de fondos europeos permitan administrar el país sin grandes sobresaltos los Presupuestos del Estado siguen siendo el ADN de cualquier gobierno y el principal instrumento para cumplir su programa electoral.

Nunca discutir dónde se gasta el dinero de los impuestos puede ser una pérdida de tiempo

El sistema surte a los gobernantes de herramientas para cuando no se puedan aprobar las cuentas anuales, como determinadas transferencias presupuestarias entre partidas, sin necesidad de placet parlamentario, o los llamados créditos extraordinarios y suplementos de crédito, que sí precisan de un decreto ley con aprobación en el Congreso. Pero no deberíamos permitir que estas vías excepcionales se conviertan en norma.

El multipartidismo que ha convertido, a su vez, en excepción las mayorías absolutas debería ser capaz de construir un nuevo camino de normas para engrasar la negociación y el pacto. Es lo que han sentenciado las urnas, que no son las culpables de no tener Presupuestos.