¿Falsas promesas de humo?
El cigarrillo electrónico irrumpió en el mercado como un método para ayudar a las personas a dejar de fumar. Reemplaza el consumo del cigarrillo convencional por el de un dispositivo electrónico que utiliza un líquido que se vaporiza cuando se inhala, liberando un vapor que sustituye el convencional acto de fumar. Si bien su eficacia para ese propósito es un tema en debate, las evidencias científicas desaconsejan su utilización, y lo consideran peligroso para la salud, como una dudosa terapia para tratar la adicción a la nicotina.La Organización Panamericana de la Salud (OPS) lanzó una advertencia por el uso de cigarrillos electrónicos y señaló que se necesitan medidas urgentes de control para proteger a los jóvenes y a los no fumadores con el objetivo de reducir todo lo posible los efectos de estos productos en la salud de las personas. Vapear genera adicción y no sirve para dejar de fumar, aclaró.La Organización Mundial de la Salud (OMS) también fue categórica. Aseguró que los cigarrillos electrónicos son indudablemente dañinos y los desaconseja también por haberse convertido en una nueva adicción. Incluso la prestigiosa Sociedad Americana Contra el Cáncer no recomienda el uso de estos dispositivos como método contra el tabaquismo. El uso del cigarrillo electrónico se asocia a un mayor fracaso a la hora de abandonar el tabaco, según se desprende de un estudio realizado por la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos. Este reveló que los fumadores que vapean a diario tienen una tasa del 4,1 por ciento menor de cesación tabáquica, en comparación con los fumadores que no vapean.La investigación, publicada en la revista Journal of the American Medical Association, desarma el mito según el cual el vapeo es una herramienta efectiva para dejar de fumar, razón por la cual la presidenta de nofumadores.org, Raquel Fernández Megina, ha subrayado la necesidad de basar las políticas de salud pública en evidencia científica sólida, advirtiendo sobre el peligro de que estas sean impulsadas por la propia industria de la nicotina.Si bien las compañías de vapeadores posicionan sus productos como una forma de ayudar a las personas a dejar de fumar cigarrillos tradicionales, los expertos señalan que no hay evidencia sólida que respalde esto más allá de cualquier beneficio a corto plazo. Lo mejor para un fumador que desea dejar de serlo es prescindir de cualquier tipo de sustancia perjudicial y recurrir a métodos probados en su eficacia e inocuos para la salud. Lo demás es puro humo.

El cigarrillo electrónico irrumpió en el mercado como un método para ayudar a las personas a dejar de fumar. Reemplaza el consumo del cigarrillo convencional por el de un dispositivo electrónico que utiliza un líquido que se vaporiza cuando se inhala, liberando un vapor que sustituye el convencional acto de fumar. Si bien su eficacia para ese propósito es un tema en debate, las evidencias científicas desaconsejan su utilización, y lo consideran peligroso para la salud, como una dudosa terapia para tratar la adicción a la nicotina.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) lanzó una advertencia por el uso de cigarrillos electrónicos y señaló que se necesitan medidas urgentes de control para proteger a los jóvenes y a los no fumadores con el objetivo de reducir todo lo posible los efectos de estos productos en la salud de las personas. Vapear genera adicción y no sirve para dejar de fumar, aclaró.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también fue categórica. Aseguró que los cigarrillos electrónicos son indudablemente dañinos y los desaconseja también por haberse convertido en una nueva adicción. Incluso la prestigiosa Sociedad Americana Contra el Cáncer no recomienda el uso de estos dispositivos como método contra el tabaquismo.
El uso del cigarrillo electrónico se asocia a un mayor fracaso a la hora de abandonar el tabaco, según se desprende de un estudio realizado por la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos. Este reveló que los fumadores que vapean a diario tienen una tasa del 4,1 por ciento menor de cesación tabáquica, en comparación con los fumadores que no vapean.
La investigación, publicada en la revista Journal of the American Medical Association, desarma el mito según el cual el vapeo es una herramienta efectiva para dejar de fumar, razón por la cual la presidenta de nofumadores.org, Raquel Fernández Megina, ha subrayado la necesidad de basar las políticas de salud pública en evidencia científica sólida, advirtiendo sobre el peligro de que estas sean impulsadas por la propia industria de la nicotina.
Si bien las compañías de vapeadores posicionan sus productos como una forma de ayudar a las personas a dejar de fumar cigarrillos tradicionales, los expertos señalan que no hay evidencia sólida que respalde esto más allá de cualquier beneficio a corto plazo. Lo mejor para un fumador que desea dejar de serlo es prescindir de cualquier tipo de sustancia perjudicial y recurrir a métodos probados en su eficacia e inocuos para la salud. Lo demás es puro humo.