Fábricas oscuras: ¿Automatización o alienación para el futuro de México?
En estas fábricas no existe ni una sola persona operando directamente. Las máquinas y la inteligencia artificial controlan cada aspecto del proceso productivo.

En México, más del 20% del Producto Interno Bruto proviene directamente del sector manufacturero. Más de 10 millones de empleos dependen de esta industria. Para nuestro país, la manufactura no es simplemente una rama económica más, sino una columna vertebral. Sin embargo, hoy existe un fenómeno emergente en China que podría transformar radicalmente nuestra realidad económica: las llamadas “fábricas oscuras”.
En estas fábricas no existe ni una sola persona operando directamente. Las máquinas y la inteligencia artificial controlan cada aspecto del proceso productivo, funcionando incansablemente las 24 horas del día, los siete días de la semana, sin descanso, sin errores humanos, pero también, de forma crucial, sin empleos. Este tipo de automatización representa la máxima aspiración tecnológica para algunos, pero podría volverse una pesadilla económica para México.
Es cierto que muchas plantas mexicanas ya cuentan con altos grados de automatización; sin embargo, el modelo chino va más allá de todo lo que hemos visto hasta ahora. La creciente inversión extranjera proveniente de China en México, atraída por nuestra cercanía con Estados Unidos —que continúa siendo el mercado consumidor más grande del mundo— podría traer consigo esta nueva realidad industrial. Estas inversiones podrían dejar de generar empleos y limitarse a utilizar nuestro territorio como trampolín para exportar más barato hacia el norte.
Las implicaciones para México serían graves. Si se implementan estas fábricas oscuras en nuestro país, corremos el riesgo de debilitar profundamente nuestro mercado laboral y comprometer el bienestar social que depende del sector manufacturero. Por otro lado, las empresas mexicanas enfrentarán presiones severas: o adoptan la automatización extrema y eliminan empleos o pierden competitividad frente a los gigantes tecnológicos extranjeros.
Ante esta realidad inminente, las universidades mexicanas tienen una responsabilidad crítica. Deben prepararse para formar ingenieros, científicos y profesionales capaces de navegar en este nuevo entorno económico, integrando cursos de Inteligencia Artificial y automatización en todas las carreras, no solo en las áreas tecnológicas tradicionales. La educación superior no puede darse el lujo de quedarse atrás frente a estos cambios, o condenaremos a las próximas generaciones a competir en desventaja.
Mientras debatimos sobre el futuro de la manufactura en México, otros países asiáticos nos han superado ampliamente en infraestructura, innovación y capacidad tecnológica. Estas economías ya no solo compiten con México, sino que ahora buscan activamente usar nuestro país y a América Latina como eje estratégico para sus cadenas de producción globales.
México enfrenta una decisión crítica. ¿Abrazamos sin reservas esta automatización extrema, corriendo el riesgo de una alienación económica y social? ¿O buscamos un equilibrio estratégico entre innovación tecnológica y protección del empleo, fortaleciendo la estabilidad económica y social?
Las fábricas oscuras prometen eficiencia absoluta, pero podrían costarnos nuestra autonomía económica. México necesita tomar decisiones firmes hoy—antes de que sea demasiado tarde.