España empieza a recuperar la normalidad tras el gran apagón

Red Eléctrica asegura que todavía quedan horas para que se restablezca por completo la energía tras un incidente que fue causado por la desaparición "súbita" de15 gigavatios de la energía que se estaba produciendo el mediodía de este lunesDIRECTO | Siga la última hora del apagón eléctrico que afecta a toda España En la plaza España de Barcelona, el gran reloj de la fachada del hotel Catalonia se ha quedado congelado con las manecillas marcando todavía las 12:30. Es uno de los rastros tras el gran apagón que ha dejado a España incomunicada y a oscuras durante la mayor parte del día del lunes. El suministro eléctrico ha empezado a regresar sobre las 18 horas, a cuenta gotas, en diversas comunidades autónomas, recuperando servicios, conexiones y transportes. Pero a última hora del lunes todavía quedaban barrios y ciudades sin luz. De hecho, pasadas las 22:30 de la noche, Red Eléctrica aseguraba que todavía quedaban horas para que el servicio quedara completamente restablecido y apuntaba que, para entonces, sólo se había restaurado el 48,2% de la energía respecto a la demanda habitual tras el incidente. Las causas concretas del gran apagón todavía se desconocen, pero el Gobierno apunta a que a las 12:33 y durante cinco segundos, desaparecieron “súbitamente 15 gigavatios de la energía que se estaba produciendo. Y eso equivale al 60% de la luz que se estaba consumiendo”. Se trata de un episodio “jamás visto” y de una gravedad “extrema”, pero el Ejecutivo rechaza señalar el ataque externo como la hipótesis principal. Mientras el Ejecutivo da estas explicaciones, muchas ciudades españolas quedan presas de la oscuridad, todavía sin alumbrado público que las ilumine. Esta imagen de las grandes avenidas con las farolas y los escaparates apagados se ha dado casi doce horas después del gran apagón. El lunes por la mañana, cuando todo dejó de funcionar, la gente empezó a salir de los portales de sus casas. De las entrañas de los bares y los supermercados, de los CAPS y aulas escolares. Lo que la pensaron en un primer momento que era un corte de luz localizado, tardaría poco en descubrirse como un gran apagón que ha afectado a España (a excepción de Baleares y Canarias) Francia y Portugal. En el centro de las ciudades, la gente miraba a su teléfono, algunos incluso levantando el brazo, con la esperanza de encontrar cobertura en las alturas. Nada funcionaba. Se preguntaban entre ellos, nadie sabía nada. Algunos empezaron con las teorías de la conspiración, apuntando a un ciberataque o, incluso, a un atentado. Pero nadie tenía certezas. Tampoco el Gobierno. El presidente Sánchez activó el comité de crisis por primera vez a las 15h y reunió en Moncloa al Consejo de Seguridad Nacional. Volvió a reunirlo a las 19h y lo mismo hicieron los Ejecutivos de la mayoría de Comunidades Autónomas. El mensaje era idéntico: precaución y paciencia ante un incidente del que se desconocían las causas. La primera comparecencia del presidente fue hacia las 18:10 de la tarde tras la reunión del Consejo de Seguridad para informar de que la crisis se debía a una oscilación en el suministro y de que el Gobierno tomaría el mando de la gestión de Andalucía, La Rioja, Murcia, Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid después de que estas autonomías pidieran activar el Plan 3 de Emergencias. Sánchez ha insistido en su comparecencia en que no ha habido problemas de seguridad en España y ha querido rebajar el clima de tensión que se ha apoderado de las calles de todas las ciudades. Con todo, el presidente ha pedido a la población reducir al mínimo los desplazamientos, seguir únicamente información oficial y desoír informaciones de dudosa procedencia. Por ello, ha pedido “hacer un uso responsable del teléfono móvil” y hacer llamadas breves y solo en casos necesarios. “Quedan horas críticas”, ha dicho. Pero esta última petición ha sido desoída por buena parte de la ciudadanía. Los teléfonos han empezado a sonar frenéticamente a medida que se ha ido recuperando la conexión. Para comprobar que todos estuvieran bien, que no ha habido incidentes y, en resumen, para intentar recobrar la normalidad tras una jornada de incertidumbre.

Abr 28, 2025 - 22:04
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España empieza a recuperar la normalidad tras el gran apagón

España empieza a recuperar la normalidad tras el gran apagón

Red Eléctrica asegura que todavía quedan horas para que se restablezca por completo la energía tras un incidente que fue causado por la desaparición "súbita" de15 gigavatios de la energía que se estaba produciendo el mediodía de este lunes

DIRECTO | Siga la última hora del apagón eléctrico que afecta a toda España

En la plaza España de Barcelona, el gran reloj de la fachada del hotel Catalonia se ha quedado congelado con las manecillas marcando todavía las 12:30. Es uno de los rastros tras el gran apagón que ha dejado a España incomunicada y a oscuras durante la mayor parte del día del lunes.

El suministro eléctrico ha empezado a regresar sobre las 18 horas, a cuenta gotas, en diversas comunidades autónomas, recuperando servicios, conexiones y transportes. Pero a última hora del lunes todavía quedaban barrios y ciudades sin luz. De hecho, pasadas las 22:30 de la noche, Red Eléctrica aseguraba que todavía quedaban horas para que el servicio quedara completamente restablecido y apuntaba que, para entonces, sólo se había restaurado el 48,2% de la energía respecto a la demanda habitual tras el incidente.

Las causas concretas del gran apagón todavía se desconocen, pero el Gobierno apunta a que a las 12:33 y durante cinco segundos, desaparecieron “súbitamente 15 gigavatios de la energía que se estaba produciendo. Y eso equivale al 60% de la luz que se estaba consumiendo”. Se trata de un episodio “jamás visto” y de una gravedad “extrema”, pero el Ejecutivo rechaza señalar el ataque externo como la hipótesis principal.

Mientras el Ejecutivo da estas explicaciones, muchas ciudades españolas quedan presas de la oscuridad, todavía sin alumbrado público que las ilumine. Esta imagen de las grandes avenidas con las farolas y los escaparates apagados se ha dado casi doce horas después del gran apagón.

El lunes por la mañana, cuando todo dejó de funcionar, la gente empezó a salir de los portales de sus casas. De las entrañas de los bares y los supermercados, de los CAPS y aulas escolares. Lo que la pensaron en un primer momento que era un corte de luz localizado, tardaría poco en descubrirse como un gran apagón que ha afectado a España (a excepción de Baleares y Canarias) Francia y Portugal.

En el centro de las ciudades, la gente miraba a su teléfono, algunos incluso levantando el brazo, con la esperanza de encontrar cobertura en las alturas. Nada funcionaba. Se preguntaban entre ellos, nadie sabía nada. Algunos empezaron con las teorías de la conspiración, apuntando a un ciberataque o, incluso, a un atentado. Pero nadie tenía certezas. Tampoco el Gobierno.

El presidente Sánchez activó el comité de crisis por primera vez a las 15h y reunió en Moncloa al Consejo de Seguridad Nacional. Volvió a reunirlo a las 19h y lo mismo hicieron los Ejecutivos de la mayoría de Comunidades Autónomas. El mensaje era idéntico: precaución y paciencia ante un incidente del que se desconocían las causas.

La primera comparecencia del presidente fue hacia las 18:10 de la tarde tras la reunión del Consejo de Seguridad para informar de que la crisis se debía a una oscilación en el suministro y de que el Gobierno tomaría el mando de la gestión de Andalucía, La Rioja, Murcia, Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid después de que estas autonomías pidieran activar el Plan 3 de Emergencias.

Sánchez ha insistido en su comparecencia en que no ha habido problemas de seguridad en España y ha querido rebajar el clima de tensión que se ha apoderado de las calles de todas las ciudades. Con todo, el presidente ha pedido a la población reducir al mínimo los desplazamientos, seguir únicamente información oficial y desoír informaciones de dudosa procedencia.

Por ello, ha pedido “hacer un uso responsable del teléfono móvil” y hacer llamadas breves y solo en casos necesarios. “Quedan horas críticas”, ha dicho. Pero esta última petición ha sido desoída por buena parte de la ciudadanía. Los teléfonos han empezado a sonar frenéticamente a medida que se ha ido recuperando la conexión. Para comprobar que todos estuvieran bien, que no ha habido incidentes y, en resumen, para intentar recobrar la normalidad tras una jornada de incertidumbre.

La Gran Vía de Madrid durante el apagón

“Busco a mi hermana. No la encuentro. Lo último que sabía es que venía de camino, pero ahora no sé dónde está. Si está dentro del metro o la han dejado salir. Pero como no puedo hablar con ella, no sé dónde está”, lamentaba Aurora, una joven que el lunes por la mañana recorría desesperada a la policía catalana y a los agentes de seguridad del metro de Barcelona, que acordonaban la entrada de la estación de metro del Arc de Triomf.

En la capital catalana, como en todas las ciudades españolas, las redes de metro, tren y tranvía dejaron de funcionar, privando a miles de usuarios del transporte, pero también atrapando a decenas de personas dentro de los vagones. En Barcelona, los Mossos entraron, palanca de metal en mano, en diversas estaciones de metro y Rodalies para abrir la puerta de los convoyes en los que todavía quedaban personas encerradas, horas después del inicio del apagón.

“Dicen que hay personas caminando por las vías”. “A ver si van a atropellar a alguien”. “Otro atentado no, por favor”. Estas eran algunas de las súplicas y preocupaciones que se oían en la calle, a las puertas de las estaciones de tren y metro. Pero esa angustia y nerviosismo contrastaba con la despreocupación y alegría que se vivía en calles cercanas.

En el parque de la Estació del Nord, apenas a 200 metros del Arc de Triomf, decenas de personas salieron a tomar el sol y a jugar con sus hijos después de que diversas escuelas anularan las clases. Las terrazas de los bares estaban llenas a rebosar de los que habían sido desalojados de sus trabajos. Incluso unos jóvenes bajaron a improvisar una jam session a son de jazz de la mano de un contrabajo, trompeta, guitarra y saxo. Y de las omnipresentes sirenas de policía, bomberos y ambulancias que, durante toda la mañana, no pararon de sonar.

De hecho, sólo en Barcelona, los Bomberos realizaron 388 servicios relacionados con el apagón hasta las 17h. El 90% de ellos fue para liberar a personas atrapadas en ascensores.

En Madrid, la banda sonora fue la misma. Las sirenas de Policía, que intentaron ordenar el tráfico ante la inoperatividad de los semáforos, no dejaron de ensordecer las avenidas, mientras las numerosas tiendas que flanquean la calle Gran Vía fueron desalojando a los clientes y cerrando, sumidas en la total oscuridad.

La imagen de las tiendas de la principal vía comercial de la capital no tiene precedentes. Algunas pudieron cerraron las trapas, pero no fueron pocos los que se afanaron, con esfuerzo y escaleras, en bajarlas manualmente, ya que la falta de corriente las dejó inmóviles. “Van a venir ahora a ayudarnos porque no somos capaces”, decía una trabajadora de la cadena de ropa Mango, que como el resto de responsables de otros negocios pensó en un principio que era cosa de su tienda.

“Creímos que era solo aquí, pero vimos que el resto también y empezamos a desalojar”, contaba mientras aprovechaban para tomar el almuerzo de media mañana. “El centro de Madrid parece una película, es una locura”.

Trabajadores y paseantes compartían teorías y temores en las aceras. También había turistas que no sabía qué pasaba, otros estaban a punto de coger un avión al que no sabían si llegarían. Muchos acudieron a la carrera a las paradas de buses, que se llenaron con rapidez y entre empujones por parte de los pasajeros que hicieron lo posible para subir al único transporte que podía llevarles a su vuelo. Pero a pesar de eso, aunque llegaran a tiempo, desconocían si su avión despegaría.

El gran apagón provocó el retraso de decenas de vuelos durante el lunes, aunque muchos de los aviones pudieron llegar a despegar gracias a los grupos electrógenos de contingencia que tiene cada uno de los aeropuertos en España. 

Todo lo que no se puede hacer sin Internet

La mayoría de grandes superficies y comercios bajaron la persiana, aunque otros sacaron a relucir el ingenio y echaron mano de lo que podían para seguir trabajando, aunque fuera a medio gas. En el mercado de Santa Caterina de Barcelona, Ana y Ramon siguieron cortando algún bistec, pero advertían a los compradores de que si no tenían gas, poco podrían cocinar. “Hoy para cenar, una lata de espárragos”, zanjaba Ramon, sin perder el buen humor.

La pareja de carniceros recuperó la antigua báscula de pilas (las dos eléctricas no iban) así como la calculadora. Y cobraron solo en efectivo, ya que el apagón había dejado inservibles los datáfonos y el ordenador. “Si metemos la carne que tenemos en el mostrador en la cámara frigorífica, podrá aguantar todo el día, después ya no sabemos”, explicaban.

Los aparatos analógicos han sido los más deseados de la jornada. En diversas tiendas se han quedado sin existencias de pilas y han escaseado las radios. Igualmente, en escaleras de vecinos se han visto linternas para alumbrar los rellanos a oscuras. Y, de la misma manera, Renfe ha sacado a relucir tecnología antigua y ha movilizado locomotoras diésel para intentar remolcar a los trenes varados.

Es el caso de unos de los AVE detenidos en la ruta Madrid-Valencia, en la provincia de Toledo, con más de 300 personas a bordo. Tras cinco horas parado en un apeadero de servicio junto a otro convoy que hace el mismo trayecto en sentido contrario, los operarios de Renfe comenzaron a transferir a unos 190 pasajeros a los vagones movidos con combustible.

“Madre mía todas las cosas que no se pueden hacer sin luz ni Internet”, aseguraba Antonia. Esta mujer analizaba la situación, perpleja, cuando su empresa decidió enviarla a casa tras el apagón. “No puedo ir a comprar porque los supermercados están cerrados o vacíos, no puedo ver la tele ni hablar por teléfono con mi nieta. Por no poder no puedo ni leer porque tengo el ebook sin batería”, se lamentaba. “¡Espera! Ahora que lo pienso, no sé cómo volver a casa”.

Ella, como muchos otros, no pudo pagar el billete de autobús que debía dejarla en su ciudad, después de que los trenes dejaran de funcionar. Muchas estaciones, como los comercios, también renunciaron a hacer caja y, a falta de datáfonos y con las máquinas expendedoras de billetes sin funcionar, fueron diversas las líneas que salieron medio vacías, ya que los conductores no podían cobrar el pasaje.

Antonia finalmente consiguió contactar con su yerno, que la pudo acercar a casa en coche, no sin antes sufrir un “viacrucis” para poner gasolina. Pero son muchas las personas que se acabaron quedando atrapadas en ciudades que no son su hogar. Por ello, diversos ayuntamientos como el de Girona pusieron los polideportivos a disposición de quienes necesitaran pasar la noche en ellos por no haber conseguido regresar a casa.

“Esto es una locura”, se lamentaba Juanjo, un pasajero que llevaba horas esperando en la estación a que un autobús pudiera llevarle de vuelta. En su caso, fue dejando pasar vehículos porque no llevaba efectivo y no podía adquirir el billete y, en el momento de cerrar este reportaje, no sabía dónde iba a dormir. “Es una situación de emergencia, bien podrían hacernos el favor de llevarnos gratis”.

Un tren que ha quedado sin servicio en el barrio del Gornal de l'Hospitalet.

Pero hay otros profesionales que sí hicieron “la buena obra del día”, tal como la describió Raúl. Él es un taxista que fió todas las carreras del día a quienes paraban su vehículo si se dirigían a hospitales o a cubrir una emergencia. “Qué menos”, aseguró. Después de cada trayecto, Raúl escribía su teléfono y el importe de la carrera a todos sus clientes, confiando en que, cuando volviera la conexión, recibiría el bizum correspondiente.

Sofía tenía claro que se lo haría. Esta joven se apeó en el Hospital del Mar de Barcelona, donde llegó apurada para comprobar que todo funcionaba perfectamente. Los centros médicos capearon la jornada gracias a unos equipos electrógenos de emergencia que les permitieron tener electricidad para los servicios esenciales como respiradores, monitores con las constantes vitales o aparatos necesarios para concluir las cirugías iniciadas cuando se produjo el corte eléctrico.

El Ministerio de Sanidad informó de que no hubo constancia de “ninguna incidencia grave derivada del apagón del suministro eléctrico”. Así mismo, el departamento de Mónica García aseguró que había “suficiente combustible para mantener la actividad”, aunque la situación obligó a los centros a reorganizarse.

Si en el Hospital del Mar no se canceló ninguna cita ni cirugía, la actividad estuvo lejos de parecerse a la normalidad en otros centros como en la Fundación Jiménez Díaz, en el centro de Madrid, donde se suspendieron las intervenciones y las consultas programadas para la tarde del lunes. A solo unos metros, el hospital Clínico San Carlos tuvo que desalojar sus instalaciones a excepción de los pacientes ingresados.

Cinco horas después del gran apagón, muchas comunidades empezaron a recuperar una cierta normalidad tras una mañana de caos. Algunas carreteras se colapsaron, los teléfonos de emergencias no dejaron de sonar y millones de personas vieron suspendido su día a día, sin acceso a una red de información que les contara qué estaba pasando.

“El no saber. Eso es lo que peor he pasado”, contaba Antonia quien, por fin, ha podido hablar con su nieta y regresar a casa. Todos en su familia están bien y parece que todo va volviendo a la normalidad. “No sabes el miedo que he pasado, esto se parecía demasiado a la pandemia”, reconocía esta mujer, que ha estado el día enganchada a la pantalla de su teléfono, vigilando las rayas de la cobertura y esperando una ansiada notificación que le anunciara que todo había pasado.

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