¿Es la escalada la versión menos tóxica del gimnasio?

Muchas personas han encontrado en el rocódromo un lugar donde practicar deporte menos intimidatorio, estresante o aburrido que el de las salas de musculación, aunque no libre de competición: "La escalada recupera un poco ese elemento de juego"Marian Rojas Estapé y la falacia de la química cerebral: "Es pensamiento neoliberal disfrazado de neurociencia" Juan Pajares, técnico de sonido de 31 años, tenía un ejercicio mental para hacer más llevaderas sus jornadas en el gimnasio. “Me imaginaba a Platón haciendo pesas. En teoría, era muy asiduo del gimnasio, supuestamente estaba mazadísimo”. Le servía para dejar de pensar que lo que estaba haciendo era absurdo. Al cabo de un tiempo, la técnica dejó de funcionarle y probó otro deporte: la escalada. “Haces menos ejercicio que en el gym, pero la sensación de absurdo desaparece en gran medida”. Lo que no van a desaparecer son los gimnasios. Como bien apunta Pajares, llevan existiendo desde la época de los griegos. Tampoco es una novedad que haya muchas personas que no acaben de encajar dentro del complejo ecosistema de las salas de musculación. Hay quien vive situaciones de intimidación, de estrés, de complejo o, simplemente, de puro aburrimiento. Se puede ir al gimnasio como quien va un lunes al trabajo: por necesidad, pero detestándolo. Una buena noticia para los 'parias de la mancuerna' es que los rocódromos están de moda, y parece que tienen un ambiente distinto. Nacho Fernández, diseñador de 27 años, era un “irregular” usuario de gimnasio hasta que hace aproximadamente un año cambió el peso muerto por las paredes verticales. Afirma sentirse “muy cómodo” en este nuevo espacio. “Tengo la sensación de que al gimnasio la gente va solo a bucarse, a levantar peso como un animal. La escalada recupera un poco ese elemento de juego”. Además, Fernández critica el modo en que se suele interactuar dentro de las salas del gimnasio. “Hay máquinas alienígenas que nadie entiende y que nadie te explica, pero lo peor que puede pasar es que venga alguien a explicártelas, porque la mayoría de las veces lo hace en un tono de superioridad o resulta intimidatorio”, cuenta según su experiencia. Tiene algo el gimnasio que consigue estimular nuestro lado más territorial, de pronto nos vemos defendiendo a muerte nuestro pequeño terruño de banco con vistas a un espejo. Beatriz, responsable de personal en el rocódromo Arkose de Cuatro Caminos, destaca el ambiente “colaborativo y poco competitivo” que se respira entre las presas y las colchonetas: “Da igual si llegas sin saber absolutamente nada, siempre hay alguien dispuesto a ayudarte”. Eduardo Padrón, contable de 27 años, acude al rocódromo una o dos veces por semana con un amigo. Destaca que, pese a que existe cierta competitividad, se trata de un “pique sano” centrado en “aprender y no tanto en juzgar”. La modalidad de escalada de interior, o bloque, practicada en grandes naves con muros de colores y suelos acolchados, ha pasado a formar parte del mainstream deportivo que antes se repartía entre correr, nadar, jugar al pádel o machacarse con pesas. Junto a los boxes de crossfit, los rocódromos urbanos han proliferado de forma notable en los últimos años. Beatriz subraya, como otro punto positivo, la diversidad de perfiles que se reúnen en un rocódromo: “Desde estudiantes hasta personas con trabajazos”. Reconoce, eso sí, que la escalada estuvo asociada a perfiles más alternativos: “Antes era un deporte más de gente punk. Ahora es mucho más abierto. Da igual tu ideología, aquí lo que importa es escalar”. Tengo la sensación de que al gimnasio la gente va solo a bucarse, a levantar peso como un animal. La escalada recupera un poco ese elemento de juego Nacho Fernández — escala en rocódromo En 2018, España contaba con unos 150 rocódromos. Para enero de 2024, la cifra ascendía a 366, un crecimiento considerable que se suma al aumento de las licencias de montaña. La Federación Madrileña de Montañismo registró un salto de 8.000 licencias en 2009 a más de 21.300 en 2021. Aunque esas licencias abarcan distintas disciplinas, el auge de la escalada en interiores ha contribuido de manera decisiva a esta expansión. Además, el deporte ha ganado mayor visibilidad tras su debut en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde el español Alberto Ginés obtuvo la medalla de oro. Cada vez más mujeres se apuntan a escalada, aunque aún no se logra la equidad de género. En 2019, un estudio en la provincia de Huesca evidenció que en los rocódromos había seis hombres por cada mujer. A escala nacional, aunque los datos muestran cierta mejora respecto a otros deportes, persiste el desequilibrio: en 2020, solo el 34,2% de los deportistas federados en disciplinas en deportes de montaña eran mujeres. Según datos de la International Health, Racque

Mar 4, 2025 - 06:27
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¿Es la escalada la versión menos tóxica del gimnasio?

¿Es la escalada la versión menos tóxica del gimnasio?

Muchas personas han encontrado en el rocódromo un lugar donde practicar deporte menos intimidatorio, estresante o aburrido que el de las salas de musculación, aunque no libre de competición: "La escalada recupera un poco ese elemento de juego"

Marian Rojas Estapé y la falacia de la química cerebral: "Es pensamiento neoliberal disfrazado de neurociencia"

Juan Pajares, técnico de sonido de 31 años, tenía un ejercicio mental para hacer más llevaderas sus jornadas en el gimnasio. “Me imaginaba a Platón haciendo pesas. En teoría, era muy asiduo del gimnasio, supuestamente estaba mazadísimo”. Le servía para dejar de pensar que lo que estaba haciendo era absurdo. Al cabo de un tiempo, la técnica dejó de funcionarle y probó otro deporte: la escalada. “Haces menos ejercicio que en el gym, pero la sensación de absurdo desaparece en gran medida”.

Lo que no van a desaparecer son los gimnasios. Como bien apunta Pajares, llevan existiendo desde la época de los griegos. Tampoco es una novedad que haya muchas personas que no acaben de encajar dentro del complejo ecosistema de las salas de musculación. Hay quien vive situaciones de intimidación, de estrés, de complejo o, simplemente, de puro aburrimiento. Se puede ir al gimnasio como quien va un lunes al trabajo: por necesidad, pero detestándolo. Una buena noticia para los 'parias de la mancuerna' es que los rocódromos están de moda, y parece que tienen un ambiente distinto.

Nacho Fernández, diseñador de 27 años, era un “irregular” usuario de gimnasio hasta que hace aproximadamente un año cambió el peso muerto por las paredes verticales. Afirma sentirse “muy cómodo” en este nuevo espacio. “Tengo la sensación de que al gimnasio la gente va solo a bucarse, a levantar peso como un animal. La escalada recupera un poco ese elemento de juego”. Además, Fernández critica el modo en que se suele interactuar dentro de las salas del gimnasio. “Hay máquinas alienígenas que nadie entiende y que nadie te explica, pero lo peor que puede pasar es que venga alguien a explicártelas, porque la mayoría de las veces lo hace en un tono de superioridad o resulta intimidatorio”, cuenta según su experiencia.

Tiene algo el gimnasio que consigue estimular nuestro lado más territorial, de pronto nos vemos defendiendo a muerte nuestro pequeño terruño de banco con vistas a un espejo. Beatriz, responsable de personal en el rocódromo Arkose de Cuatro Caminos, destaca el ambiente “colaborativo y poco competitivo” que se respira entre las presas y las colchonetas: “Da igual si llegas sin saber absolutamente nada, siempre hay alguien dispuesto a ayudarte”. Eduardo Padrón, contable de 27 años, acude al rocódromo una o dos veces por semana con un amigo. Destaca que, pese a que existe cierta competitividad, se trata de un “pique sano” centrado en “aprender y no tanto en juzgar”.

La modalidad de escalada de interior, o bloque, practicada en grandes naves con muros de colores y suelos acolchados, ha pasado a formar parte del mainstream deportivo que antes se repartía entre correr, nadar, jugar al pádel o machacarse con pesas. Junto a los boxes de crossfit, los rocódromos urbanos han proliferado de forma notable en los últimos años. Beatriz subraya, como otro punto positivo, la diversidad de perfiles que se reúnen en un rocódromo: “Desde estudiantes hasta personas con trabajazos”. Reconoce, eso sí, que la escalada estuvo asociada a perfiles más alternativos: “Antes era un deporte más de gente punk. Ahora es mucho más abierto. Da igual tu ideología, aquí lo que importa es escalar”.

Tengo la sensación de que al gimnasio la gente va solo a bucarse, a levantar peso como un animal. La escalada recupera un poco ese elemento de juego

Nacho Fernández escala en rocódromo

En 2018, España contaba con unos 150 rocódromos. Para enero de 2024, la cifra ascendía a 366, un crecimiento considerable que se suma al aumento de las licencias de montaña. La Federación Madrileña de Montañismo registró un salto de 8.000 licencias en 2009 a más de 21.300 en 2021. Aunque esas licencias abarcan distintas disciplinas, el auge de la escalada en interiores ha contribuido de manera decisiva a esta expansión. Además, el deporte ha ganado mayor visibilidad tras su debut en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde el español Alberto Ginés obtuvo la medalla de oro.

Cada vez más mujeres se apuntan a escalada, aunque aún no se logra la equidad de género. En 2019, un estudio en la provincia de Huesca evidenció que en los rocódromos había seis hombres por cada mujer. A escala nacional, aunque los datos muestran cierta mejora respecto a otros deportes, persiste el desequilibrio: en 2020, solo el 34,2% de los deportistas federados en disciplinas en deportes de montaña eran mujeres. Según datos de la International Health, Racquet & Sportsclub Association (IHRSA), en muchos países la proporción femenina en los gimnasios ronda el 50%, e incluso en algunos casos supera a la masculina.

Rogue Invitational Cross Fit - Aberdeen en The P&J Live Arena (Aberdeen, Escocia, 2024).

Cultura del gymbro

Para muchas personas, no ir al gimnasio es una decisión política. Israel Merino, joven periodista, dedicó una columna en Público a criticar el comportamiento de determinados hombres en las salas de musculación, describiéndolas como un “territorio comandado por chavales obsesionados con mirar a todo Dios por encima del hombro”. Merino relacionaba la cultura del “gymbro” con una ideología reaccionaria y aseguraba que algunas de sus amigas habían dejado de frecuentar gimnasios convencionales para apuntarse a centros dirigidos a personas mayores.

Algo parecido hizo Marina Muñoz, community manager de 26 años, quien recientemente se cambió a un gimnasio exclusivo para mujeres: “No quiero que un hombre me diga cómo tengo que hacer las cosas, porque es que les encanta hacerlo”, explica. “Prefiero entrenar con mis chicas, que no vienen a explicarte nada cuando no se lo has pedido…como es normal. Además, odio a los entrenadores que gritan demasiado en las clases”.

Padrón, el contable escalador, es de los que nunca ha acudido al gimnasio, “ni piensa hacerlo”. Lo asocia a unos valores en los que no cree. Asegura que fomenta un tipo de masculinidad que le haría sentir inseguro. En contraposición, recuerda una vez que olvidó su camiseta para ir al rocódromo y tuvo que escalar con una térmica ajustada que llevaba en la mochila. “Tengo mis complejos, como todos, y me daba cosa que se me marcaran las lorcillas. Pero me sentí cómodo en todo momento. Eso dice mucho del buen ambiente de un rocódromo”.

El rocódromo es un espacio abierto, diáfano y mucho más colorido, que te permite olvidarte de ti mismo por un rato

Juan Carlos Menchén escalador

No es solo la actitud de algunos usuarios lo que crea ese halo sofocante, sino también la propia configuración de muchos gimnasios: espacios con poca luz natural y espejos por todas partes, supuestamente para ejecutar correctamente los ejercicios, pero que, en la práctica, sirven a muchos para levantarse la camiseta y mirarse los abdominales. “El rocódromo es un espacio abierto, diáfano y mucho más colorido, que te permite olvidarte de ti mismo por un rato”, compara Juan Carlos Menchén, quien por ahora compagina la escalada con el entrenamiento con pesas. “Es como estar en un parque infantil. Te retrotrae a la infancia. Muchos gimnasios parecen mazmorras o fábricas”.

No todo es bonito en los rocódromos

En la primera escena de Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986) de David Lynch la cámara se adentra en la hierba del jardín de una casa para revelarnos un enjambre de hormigas y escarabajos repulsivos devorándose entre sí. Lynch nos está diciendo que, detrás de la fachada de la sociedad aparentemente perfecta, hay una realidad oscura y perturbadora que se oculta bajo la superficie. Al escarbar siempre se encuentran cosas, y el rocódromo no se libra de esta regla. El propio Menchén advierte que, si en el gimnasio existe “el mansplaining de 'te enseño cómo usar las máquinas”, en el rocódromo está la persona que se ofrece a portearte sin que se lo pidas. “En ambos ambientes hay tipos que gritan y lucen bíceps”, afirma.

"En ambos ambientes hay tipos que gritan y lucen bíceps".

Patricia Albaladejo, que lleva más de una década escalando principalmente al aire libre, coincide en que el bloque de interior puede generar sus propias dinámicas nocivas. “En el rocódromo las vías son cortas y exigen mucha fuerza. A veces llega un tío hipermazado, sin tener idea de la escalada, se saca un bloque que tú no consigues y eso afecta a tu ego. Puede volverse tóxico con una misma”. Además, comenta que, como mujer y sin el cuerpo “hegemónico” de escaladora, a menudo despierta sorpresa si encadena un bloque difícil. “Notas cómo tres chavales te miran y piensan: 'Si ella puede, yo también'. Esa actitud competitiva está a la orden del día en el rocódromo”, cuenta.

En el rocódromo las vías son cortas y exigen mucha fuerza. A veces llega un tío hipermazado, sin tener idea de la escalada, se saca un bloque que tú no consigues y eso afecta a tu ego. Puede volverse tóxico con una misma

Patricia Albaladejo escaladora

Manon Germes, que lleva escalando desde hace más de 20 años, también ha tenido suficiente experiencia en este deporte como para haber encontrado aspectos potencialmente peligrosos para la salud mental de los participantes. “En la escalada importa mucho la relación entre tu peso y tu fuerza, porque es más fácil si eres ligero. Eso deriva en muchos problemas alimenticios, sobre todo en deportistas de alto rendimiento”. De hecho, La Federación Internacional de Escalada Deportiva (IFSC) ha reconocido este problema y ha implementado medidas para abordarlo. En 2023, reintrodujo la medición del Índice de Masa Corporal (IMC) en las competiciones mundiales como parte de sus esfuerzos para combatir los trastornos alimenticios en el deporte.

En definitiva, la idea de que el rocódromo representa una versión menos tóxica del gimnasio se sustenta en la experiencia de muchos usuarios que nunca han logrado encajar en el ambiente de las salas de musculación. No obstante, también se han señalado aspectos potencialmente nocivos de la escalada, como el riesgo de obsesionarse con el peso. Ni el gimnasio es intrínsecamente agresivo ni el rocódromo está libre de conductas perjudiciales, por lo que, al final, todo depende de las expectativas y valores que cada persona busque al elegir su espacio de ejercicio.

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