El Vaticano, el único lugar del mundo con un cajero automático en latín
A pocos metros de la Puerta Santa Ana en Roma, existe un curioso dispositivo conocido como "El banco del Papa" pertenencia del Instituto de Obras de Religión (IOR).

A veces olvidamos que el Vaticano es su propio país, con su propio Estado e instituciones financieras. Nos sorprende cuando caemos en que, así como tienen Gobierno con sus respectivas ramas, también tienen un banco llamado Instituto para las Obras de Religión (IOR), comúnmente conocido como Banco Vaticano. Este organismo fue fundado por el Papa Pío XII, el de la Segunda Guerra Mundial, precisamente durante la misma.
Lejos de ser como un banco corriente, el IOR no tiene fines de lucro, tampoco presta dinero ni realiza inversiones, por lo menos no de manera directa, pero sí que tiene la obligación de guardar el dinero de sus clientes por lo que el capital que reciben, lo invierte en bonos de Estado, obligaciones eclesiásticas y en el mercado interbancario.
Curiosamente, el Banco Vaticano no se reserva únicamente a quienes habitan el pequeño espacio romano destinado para la gran institución católica. De hecho, cuenta con casi 19.000 usuarios y administra cerca de 7.000 millones de euros, todos de congregaciones, religiosos, empleados de la Ciudad Vaticano y enviados diplomáticos de la Santa Sede. Este banco viene siendo un hijo del escandaloso Ambrosiano, en bancarrota e involucrado en financiación ilegal de partidos y relaciones con la Mafia.
El cajero del Banco Vaticano
En los aposentos de la Ciudad del Vaticano se encuentra el único cajero del IOR, que ha recibido recientemente un IBAN y ha entrado en la zona SEPA, lo que facilita las transferencias bancarias. Sin embargo, aunque su sola existencia es curiosa, lo más llamativo es que entre sus facilidades se encuentra la posibilidad de hacer operaciones en latín, esa misma lengua que, ante los ojos del resto del mundo, se considera muerta desde hace ya varios siglos.
Entre las cosas que funcionan diferente en el pequeño país del Vaticano también está la inclusión del latín como lengua oficial. Y es que, aunque el italiano es el más utilizado de cara a la comunicación diaria, el latín continúa presente en escrituras, documentos y ritos religiosos, de ahí que su cajero tenga aquella curiosa función.
Los defensores de la recuperación del latín como lengua viva y moderna han ganado una pequeña batalla: que su idioma (hablado con fluidez solo por unas 2.000 personas) este presente en algo tan cotidiano como un cajero automático.
¿Cómo funciona el cajero Vaticano?
Como un cajero "normal", en la primera ventana de la pantalla podríamos elegir entre las distintas lenguas con las que el usuario puede operar: italiano, francés, alemán, inglés, castellano y latín. De elegir esta última, la inscripción "Inserito scidulam quaeso ut faciundam cognoscas rationem", en castellano "inserte la tarjeta", saltaría en la pantalla.
Así, continuaríamos el proceso tal y como lo conocemos, pero con la excepción de que habría que dominar esta lengua con un poco de soltura para poder finalizar la operación. Además, el cajero no entrega ningún recibo y las tarjetas bancarias no cuentan ni con el nombre del usuario, ya que existe una ley llamada 'Discreción vaticana'.
El presidente actual del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Jean-Baptiste de Franssu, nombrado en julio de 2014, fue quien estuvo detrás de este curioso cajero y ha estado liderando las reformas y la modernización de la institución desde entonces. En especial para evitar que el Vaticano sea, bajo cualquier circunstancia, un punto para el lavado de dinero y la evasión fiscal.