El tamaño real de Kirby es tan ridículo que cuesta creer que sea el más temido de Nintendo
Gran contraste - La escala de este personaje se adapta a sus necesidades, ignorando cualquier norma física para encajar con su voracidad, lo que convierte su tamaño en un recurso narrativo tan flexible como inquietanteLa historia de cómo un becario de Nintendo creó a Mario Bros Puede que solo mida 20 centímetros, pero Kirby tiene un historial de destrucción que deja en ridículo su tamaño. Este ser redondo, rosado y aparentemente inofensivo esconde dentro de su cuerpo el tipo de poder que no cuadra con sus proporciones. No hay límites físicos, morales ni lógicos que se le interpongan cuando decide abrir la boca. Su tamaño es el de una figura de peluche, su impacto, el de un agujero negro con patas. Nunca hay que subestimar el tamaño cuando se trata de una criatura capaz de absorber coches, planetas e incluso dioses. Samus, Adeleine y otros quebraderos de cabeza para las proporciones En su día, Nintendo fue muy clara: “Kirby mide 20 centímetros”. Esta medida, registrada en el perfil de personajes del primer Super Smash Bros. en 1999, parecía suficiente para zanjar cualquier debate. Pero bastó con juntar a Kirby con Samus Aran, que supera los 180 centímetros con la armadura, para que todo se viniese abajo. En Kirby’s Dream Land 3, la criatura rosa le llega por encima de la rodilla. Hay dos formas de leer eso: o Samus ha encogido como consecuencia de algún virus galáctico, o la altura oficial de Kirby no encaja ni con calzador. Las proporciones de Kirby no quedan muy claras en los videojuegos El asunto se complica aún más cuando aparece Adeleine, una niña con forma humana en Kirby 64: The Crystal Shards. Aunque nunca se confirmó que sea humana, los cómics oficiales lo dan por hecho. Y si ella mide unos 120 centímetros, entonces Kirby, que le llega a la cintura, no puede medir 20. Por si fuera poco, Pikachu mide 40 centímetros, el doble. Pero en Super Smash Bros parece que el mejor amigo de Ash sea ligeramente más bajo que Kirby. Las proporciones internas de su universo se derrumban en cuanto entran elementos reconocibles, como centros comerciales, escaleras mecánicas o puertas humanas, como ocurre en Shiver Star, el planeta congelado que aparece en el mismo juego. La escala de Kirby y su capacidad de terror Todo eso sería anecdótico si el contraste entre su tamaño y lo que puede hacer no fuera tan desmesurado. De hecho, cuanto más pequeño parece, más absurdo resulta todo lo que consigue. Su escala no se queda en una rareza del diseño: forma parte del terror que provoca. Kirby no solo absorbe enemigos, sino también estructuras, robots, y cualquier cosa que tenga la mala suerte de cruzarse con su boca elástica. En Kirby’s Return to Dream Land dejó claro que su capacidad de succión había pasado a niveles industriales. Lo que antes era un proyectil lanzado tras una inhalación, se convirtió en una avalancha de objetos compactados que arrasan con todo. En ese punto, King Dedede y Meta Knight, antaño enemigos, ya se habían pasado al lado aliado. Sabían que o te apartas o acabas dentro.

Gran contraste - La escala de este personaje se adapta a sus necesidades, ignorando cualquier norma física para encajar con su voracidad, lo que convierte su tamaño en un recurso narrativo tan flexible como inquietante
La historia de cómo un becario de Nintendo creó a Mario Bros
Puede que solo mida 20 centímetros, pero Kirby tiene un historial de destrucción que deja en ridículo su tamaño. Este ser redondo, rosado y aparentemente inofensivo esconde dentro de su cuerpo el tipo de poder que no cuadra con sus proporciones.
No hay límites físicos, morales ni lógicos que se le interpongan cuando decide abrir la boca. Su tamaño es el de una figura de peluche, su impacto, el de un agujero negro con patas. Nunca hay que subestimar el tamaño cuando se trata de una criatura capaz de absorber coches, planetas e incluso dioses.
Samus, Adeleine y otros quebraderos de cabeza para las proporciones
En su día, Nintendo fue muy clara: “Kirby mide 20 centímetros”. Esta medida, registrada en el perfil de personajes del primer Super Smash Bros. en 1999, parecía suficiente para zanjar cualquier debate. Pero bastó con juntar a Kirby con Samus Aran, que supera los 180 centímetros con la armadura, para que todo se viniese abajo. En Kirby’s Dream Land 3, la criatura rosa le llega por encima de la rodilla. Hay dos formas de leer eso: o Samus ha encogido como consecuencia de algún virus galáctico, o la altura oficial de Kirby no encaja ni con calzador.
El asunto se complica aún más cuando aparece Adeleine, una niña con forma humana en Kirby 64: The Crystal Shards. Aunque nunca se confirmó que sea humana, los cómics oficiales lo dan por hecho. Y si ella mide unos 120 centímetros, entonces Kirby, que le llega a la cintura, no puede medir 20. Por si fuera poco, Pikachu mide 40 centímetros, el doble. Pero en Super Smash Bros parece que el mejor amigo de Ash sea ligeramente más bajo que Kirby.
Las proporciones internas de su universo se derrumban en cuanto entran elementos reconocibles, como centros comerciales, escaleras mecánicas o puertas humanas, como ocurre en Shiver Star, el planeta congelado que aparece en el mismo juego.
La escala de Kirby y su capacidad de terror
Todo eso sería anecdótico si el contraste entre su tamaño y lo que puede hacer no fuera tan desmesurado. De hecho, cuanto más pequeño parece, más absurdo resulta todo lo que consigue. Su escala no se queda en una rareza del diseño: forma parte del terror que provoca.
Kirby no solo absorbe enemigos, sino también estructuras, robots, y cualquier cosa que tenga la mala suerte de cruzarse con su boca elástica. En Kirby’s Return to Dream Land dejó claro que su capacidad de succión había pasado a niveles industriales. Lo que antes era un proyectil lanzado tras una inhalación, se convirtió en una avalancha de objetos compactados que arrasan con todo. En ese punto, King Dedede y Meta Knight, antaño enemigos, ya se habían pasado al lado aliado. Sabían que o te apartas o acabas dentro.
La evolución de su habilidad para absorber poderes ajenos cambió las reglas. En sus primeras apariciones, Kirby solo podía escupir a los enemigos. Después, empezó a apropiarse de sus habilidades, desde la espada hasta la electricidad. Con Planet Robobot, se le pudo ver pilotando mechas. Con Forgotten Land, se tragó un coche entero y se convirtió en él. Esa transformación fue tan absurda como funcional. El coche tenía matrícula, neumáticos y física, pero también cara y mofletes. Kirby no solo lo absorbió: lo comprendió, lo manejó y lo convirtió en parte de sí mismo.
Cuando ni las leyes del universo pueden frenar a una bola rosa
No hay control de seguridad, ley de la física ni criatura interdimensional que pueda pararlo. En Super Smash Bros. Brawl, derribó una nave gigantesca él solo para que los demás pudieran continuar. Cuando Kazuya, de la saga Tekken, lanzó a todos los personajes a un volcán, Kirby fue el único que sobrevivió. Ni Mario ni Ganondorf pudieron evitarlo. Kirby se limitó a flotar con su estrella, mirando desde arriba como quien no se da por aludido.
Kirby mide lo que haga falta medir para comerse lo que tenga delante. Si a veces parece más pequeño o más grande, es porque el universo ya se ha rendido a su capacidad de absorberlo. La coherencia de su escala es una víctima más. La criatura más temida de Nintendo cabe en una mochila, pero su apetito puede desmantelar galaxias.
Lo inquietante no es cuánto ocupa, sino lo rápido que desaparece lo que ocupa el resto. Y si todo eso empezó por una simple tarta robada —la que le quitan al inicio de Squeak Squad, desencadenando sin querer la liberación de un ser demoníaco—, más vale que nadie vuelva a tocarle el postre.