El pueblo medieval mejor conservado de España que recuerda al Carcassonne francés
Entre sus murallas góticas y el Mediterráneo, esconde un pasado romano, una historia de piratas y conexión con HollywoodUn sendero y 15 años de litigio: el caso de la mansión de la familia del expresidente de Kazajistán en la Costa Brava Entre acantilados y aguas turquesas de la Costa Brava, Tossa de Mar es mucho más que un reclamo veraniego. Su casco antiguo amurallado, calles empedradas y torres defensivas han convertido a esta localidad en uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval conservada de toda España. Pero lo que muchos desconocen es que, más allá de su fotogénico paseo marítimo, Tossa atesora secretos romanos, historias de cine y hasta un faro que guarda susurros del Mediterráneo. Un viaje al pasado romano Antes de que las murallas se alzaran para defenderla de piratas, Tossa ya era un punto estratégico en tiempos del Imperio Romano. La villa dels Ametllers (siglo I-IV d.C.) es uno de los yacimientos más sorprendentes del litoral catalán. En esta antigua casa dedicada a la viticultura, aún se conservan mosaicos, objetos cotidianos y una inscripción que revela el nombre romano de la ciudad: Turissa. Gran parte de los hallazgos se pueden ver en el Museo Municipal, a solo unos pasos del yacimiento. Visitarlo es comprender que el esplendor de Tossa no nació con las torres medievales, sino que viene de mucho antes. Entre callejuelas y modernismo marinero Su alma se descubre sin mapa. Las callejuelas del casco antiguo de Tossa, salpicadas de flores y fachadas blancas, desembocan en rincones como la plaza de la Iglesia o la encantadora Platja Gran. Aquí se alza la Casa Sans, un edificio modernista reconvertido en hotel que guarda vidrieras y detalles náuticos con guiños a la diosa Diana. Desde su azotea se aprecian mejor las curvas del paseo marítimo, que se funden con las murallas medievales en una postal que parece sacada de un cuento. Murallas frente al mar y cañones contra piratas El recinto amurallado de Tossa, construido entre los siglos XII y XIV, protegía a la villa de los ataques corsarios. Desde las torres aún se divisan los restos de los cañones que un día apuntaron al mar. Pasear por sus murallas, junto a las casas de piedra, la pequeña iglesia en ruinas y las calles empedradas con guijarros de la playa, es hacer una inmersión directa en la Edad Media. Y si a esto se le suman las vistas al Mediterráneo, el encanto se multiplica. Ava Gardner y los “besos” más dulces En 1951, Tossa fue escenario de la película Pandora y el holandés errante, protagonizada por Ava Gardner. La actriz dejó tal huella en el pueblo que hoy una estatua suya, a tamaño real, observa el mar desde una plazoleta. La historia —con tintes de leyenda— cuenta que Frank Sinatra viajó hasta aquí al enterarse de su idilio con el torero y actor Mario Cabré. Para los cinéfilos, el hotel Tonet conserva fotografías originales del rodaje. Y para los golosos, en la pastelería Granja Tomás aún se venden los “besos de Ava Gardner”: deliciosos merengues en caja decorada con la estrella de Hollywood. Faro y miradores de otro tiempo En lo alto del Cabo de Tossa se encuentra el faro, inaugurado en 1919 sobre los restos de un antiguo castillo. Hoy, además de ofrecer una de las mejores panorámicas del mar abierto, alberga el Centro de Interpretación de Faros del Mediterráneo. Su terraza es un lugar perfecto para una pausa con vistas infinitas. Un último suspiro: el Forat del Dimoni Antes de abandonar el recinto amurallado, espera una última sorpresa. En la plaza del Museo Municipal, una pequeña abertura entre las piedras permite salir agachado por el Forat del Dimoni (el agujero del demonio), una estrecha puerta con nombre legendario que lleva directamente a la Cala Codolar, una diminuta playa entre acantilados que antaño acogía embarcaciones de pescadores. Una escapada a Tossa de Mar no es solo una visita: es una travesía por siglos de historia, arquitectura y cine, en uno de los enclaves más mágicos de la Costa Brava.

Entre sus murallas góticas y el Mediterráneo, esconde un pasado romano, una historia de piratas y conexión con Hollywood
Un sendero y 15 años de litigio: el caso de la mansión de la familia del expresidente de Kazajistán en la Costa Brava
Entre acantilados y aguas turquesas de la Costa Brava, Tossa de Mar es mucho más que un reclamo veraniego. Su casco antiguo amurallado, calles empedradas y torres defensivas han convertido a esta localidad en uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval conservada de toda España.
Pero lo que muchos desconocen es que, más allá de su fotogénico paseo marítimo, Tossa atesora secretos romanos, historias de cine y hasta un faro que guarda susurros del Mediterráneo.
Un viaje al pasado romano
Antes de que las murallas se alzaran para defenderla de piratas, Tossa ya era un punto estratégico en tiempos del Imperio Romano. La villa dels Ametllers (siglo I-IV d.C.) es uno de los yacimientos más sorprendentes del litoral catalán.
En esta antigua casa dedicada a la viticultura, aún se conservan mosaicos, objetos cotidianos y una inscripción que revela el nombre romano de la ciudad: Turissa.
Gran parte de los hallazgos se pueden ver en el Museo Municipal, a solo unos pasos del yacimiento. Visitarlo es comprender que el esplendor de Tossa no nació con las torres medievales, sino que viene de mucho antes.
Entre callejuelas y modernismo marinero
Su alma se descubre sin mapa. Las callejuelas del casco antiguo de Tossa, salpicadas de flores y fachadas blancas, desembocan en rincones como la plaza de la Iglesia o la encantadora Platja Gran.
Aquí se alza la Casa Sans, un edificio modernista reconvertido en hotel que guarda vidrieras y detalles náuticos con guiños a la diosa Diana.
Desde su azotea se aprecian mejor las curvas del paseo marítimo, que se funden con las murallas medievales en una postal que parece sacada de un cuento.
Murallas frente al mar y cañones contra piratas
El recinto amurallado de Tossa, construido entre los siglos XII y XIV, protegía a la villa de los ataques corsarios. Desde las torres aún se divisan los restos de los cañones que un día apuntaron al mar.
Pasear por sus murallas, junto a las casas de piedra, la pequeña iglesia en ruinas y las calles empedradas con guijarros de la playa, es hacer una inmersión directa en la Edad Media.
Y si a esto se le suman las vistas al Mediterráneo, el encanto se multiplica.
Ava Gardner y los “besos” más dulces
En 1951, Tossa fue escenario de la película Pandora y el holandés errante, protagonizada por Ava Gardner. La actriz dejó tal huella en el pueblo que hoy una estatua suya, a tamaño real, observa el mar desde una plazoleta. La historia —con tintes de leyenda— cuenta que Frank Sinatra viajó hasta aquí al enterarse de su idilio con el torero y actor Mario Cabré.
Para los cinéfilos, el hotel Tonet conserva fotografías originales del rodaje. Y para los golosos, en la pastelería Granja Tomás aún se venden los “besos de Ava Gardner”: deliciosos merengues en caja decorada con la estrella de Hollywood.
Faro y miradores de otro tiempo
En lo alto del Cabo de Tossa se encuentra el faro, inaugurado en 1919 sobre los restos de un antiguo castillo. Hoy, además de ofrecer una de las mejores panorámicas del mar abierto, alberga el Centro de Interpretación de Faros del Mediterráneo. Su terraza es un lugar perfecto para una pausa con vistas infinitas.
Un último suspiro: el Forat del Dimoni
Antes de abandonar el recinto amurallado, espera una última sorpresa. En la plaza del Museo Municipal, una pequeña abertura entre las piedras permite salir agachado por el Forat del Dimoni (el agujero del demonio), una estrecha puerta con nombre legendario que lleva directamente a la Cala Codolar, una diminuta playa entre acantilados que antaño acogía embarcaciones de pescadores.
Una escapada a Tossa de Mar no es solo una visita: es una travesía por siglos de historia, arquitectura y cine, en uno de los enclaves más mágicos de la Costa Brava.