El 'pa amb tomàquet' no se come igual en cada región de España: ¿cuál es el original?

Del 'pa amb tomàquet' al pan con rallado: así se prepara en cada rincón de España la receta más discutida -y querida- del paísNo vale cualquier tomate: qué variedad queda mejor en cada plato y ayuda a potenciar su sabor Pocas cosas hay tan simples —y a la vez tan sabrosas— como una buena rebanada de pan con tomate. Un poco de ajo restregado, un buen tomate maduro, aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal bastan para elevar una humilde tostada a la categoría de icono gastronómico. Pero, aunque se tiende a pensar que su origen es exclusivamente catalán, lo cierto es que esta preparación es tan disputada como transversal. Desde Cataluña a Murcia, de Andalucía a Castilla, e incluso con reminiscencias italianas, la discusión sobre su autoría sigue viva… y lo seguirá estando. El 'pa amb tomàquet' catalán: entre historia y marketing Si hay una comunidad autónoma que se ha adueñado del relato es Cataluña. Allí, el pa amb tomàquet no es un complemento, sino una institución. Se prepara restregando el tomate directamente sobre una rebanada de pan —a poder ser de pagès—, con ajo y un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. El tomate más habitual es el de colgar, pequeño, carnoso y de piel fina, característico del Mediterráneo catalán y balear. Con un poco de aceite y sal, mucho tomates cargados de personalidad se pueden tomar solos La teoría oficial sitúa su invención en el siglo XVIII, en las casas de campo, donde se usaba como forma de aprovechar el pan duro. Sin embargo, su consolidación como seña de identidad no llegó hasta mucho más tarde. Y fue entonces cuando la narrativa catalana supo hacer del 'pa amb tomàquet' una marca, tanto dentro como fuera del país. Incluso ha habido quien ha llegado a patentar su nombre en versiones adaptadas (como el célebre y criticado “pantumaca”). En el sur se ralla, no se unta Hay, sin embargo, otra teoría que señala hacia el sureste peninsular. En Murcia, también se come pan con tomate, aunque con una variante fundamental: el tomate se ralla y se extiende sobre el pan, en lugar de restregarse. Esta tradición podría tener raíces más antiguas que el relato catalán, aunque ha sido menos promocionada. Según algunas voces, fueron precisamente los obreros murcianos que emigraron a Barcelona en los años 20 —durante la construcción del metro— quienes popularizaron este hábito alimenticio. Muchos llevaban consigo su pan y tomates, que cultivaban en los márgenes de las obras para complementar las escasas raciones. Y así, según esta versión, el tomate sobre pan comenzó a circular por la capital catalana. El sur apuesta por la pulpa En Andalucía, el tomate tampoco se restriega: se ralla con un rallador hasta obtener una pulpa jugosa, que se adereza con sal y aceite. En algunos desayunos es casi una emulsión, que se acompaña con jamón serrano o aceite de oliva virgen extra de la tierra. Esta versión andaluza se aleja del “pan de pueblo con tomate restregado” y se parece más a una especie de salmorejo ligero sobre tostada. En muchos bares y cafeterías del sur de España, esta fórmula es un básico del desayuno. Y aunque el nombre “pa amb tomàquet” no se utilice, la receta está más que asentada, incluso con su propia personalidad. La adaptación castellana y el fenómeno 'tumaca' En Madrid y parte del centro de España, el pan con tomate ha llegado como fórmula adoptada… y adaptada. Aquí, no es raro ver cartas que lo anuncian como “tumaca”, una versión castellanizada y fonética del catalán tomàquet. La preparación, en muchos casos, consiste en una emulsión de tomate con aceite batida en licuadora, que se sirve directamente sobre la tostada. La estética se impone: textura cremosa, presentación cuidada y sabores más suaves, alejándose del punto rústico del original. Esta evolución urbana del clásico pan con

May 11, 2025 - 10:43
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El 'pa amb tomàquet' no se come igual en cada región de España: ¿cuál es el original?

El 'pa amb tomàquet' no se come igual en cada región de España: ¿cuál es el original?

Del 'pa amb tomàquet' al pan con rallado: así se prepara en cada rincón de España la receta más discutida -y querida- del país

No vale cualquier tomate: qué variedad queda mejor en cada plato y ayuda a potenciar su sabor

Pocas cosas hay tan simples —y a la vez tan sabrosas— como una buena rebanada de pan con tomate. Un poco de ajo restregado, un buen tomate maduro, aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal bastan para elevar una humilde tostada a la categoría de icono gastronómico.

Pero, aunque se tiende a pensar que su origen es exclusivamente catalán, lo cierto es que esta preparación es tan disputada como transversal. Desde Cataluña a Murcia, de Andalucía a Castilla, e incluso con reminiscencias italianas, la discusión sobre su autoría sigue viva… y lo seguirá estando.

El 'pa amb tomàquet' catalán: entre historia y marketing

Si hay una comunidad autónoma que se ha adueñado del relato es Cataluña. Allí, el pa amb tomàquet no es un complemento, sino una institución.

Se prepara restregando el tomate directamente sobre una rebanada de pan —a poder ser de pagès—, con ajo y un buen chorro de aceite de oliva virgen extra. El tomate más habitual es el de colgar, pequeño, carnoso y de piel fina, característico del Mediterráneo catalán y balear.

Con un poco de aceite y sal, mucho tomates cargados de personalidad se pueden tomar solos

La teoría oficial sitúa su invención en el siglo XVIII, en las casas de campo, donde se usaba como forma de aprovechar el pan duro. Sin embargo, su consolidación como seña de identidad no llegó hasta mucho más tarde.

Y fue entonces cuando la narrativa catalana supo hacer del 'pa amb tomàquet' una marca, tanto dentro como fuera del país. Incluso ha habido quien ha llegado a patentar su nombre en versiones adaptadas (como el célebre y criticado “pantumaca”).

En el sur se ralla, no se unta

Hay, sin embargo, otra teoría que señala hacia el sureste peninsular. En Murcia, también se come pan con tomate, aunque con una variante fundamental: el tomate se ralla y se extiende sobre el pan, en lugar de restregarse. Esta tradición podría tener raíces más antiguas que el relato catalán, aunque ha sido menos promocionada.

Según algunas voces, fueron precisamente los obreros murcianos que emigraron a Barcelona en los años 20 —durante la construcción del metro— quienes popularizaron este hábito alimenticio.

Muchos llevaban consigo su pan y tomates, que cultivaban en los márgenes de las obras para complementar las escasas raciones. Y así, según esta versión, el tomate sobre pan comenzó a circular por la capital catalana.

El sur apuesta por la pulpa

En Andalucía, el tomate tampoco se restriega: se ralla con un rallador hasta obtener una pulpa jugosa, que se adereza con sal y aceite. En algunos desayunos es casi una emulsión, que se acompaña con jamón serrano o aceite de oliva virgen extra de la tierra.

Esta versión andaluza se aleja del “pan de pueblo con tomate restregado” y se parece más a una especie de salmorejo ligero sobre tostada.

En muchos bares y cafeterías del sur de España, esta fórmula es un básico del desayuno. Y aunque el nombre “pa amb tomàquet” no se utilice, la receta está más que asentada, incluso con su propia personalidad.

La adaptación castellana y el fenómeno 'tumaca'

En Madrid y parte del centro de España, el pan con tomate ha llegado como fórmula adoptada… y adaptada. Aquí, no es raro ver cartas que lo anuncian como “tumaca”, una versión castellanizada y fonética del catalán tomàquet.

La preparación, en muchos casos, consiste en una emulsión de tomate con aceite batida en licuadora, que se sirve directamente sobre la tostada.

La estética se impone: textura cremosa, presentación cuidada y sabores más suaves, alejándose del punto rústico del original. Esta evolución urbana del clásico pan con tomate tiene muchos adeptos, aunque también ha levantado las cejas de los más puristas.

¿Y la 'bruschetta' italiana?

Para añadir más leña al fuego, hay quienes señalan que esta tradición podría haber nacido en Italia. En concreto, en el sur del país, donde se conoce como bruschetta a una tostada de pan con ajo, tomate fresco troceado, aceite y sal. Las similitudes con el pan con tomate son innegables.

Y, dado el flujo histórico entre el antiguo Reino de Nápoles y la Corona de Aragón, no sería descabellado pensar en un cruce gastronómico a ambos lados del Mediterráneo.

Más que una receta, una forma de ser

Cataluña lo ha hecho símbolo, Murcia reclama su paternidad, Andalucía le aporta textura, y el resto del país lo ha hecho suyo. El pan con tomate no tiene una única patria, sino muchas formas de prepararse, servirse y saborearse.

¿Cuál es el original? Puede que nunca lo sepamos del todo. Pero, si algo está claro, es que pocas tostadas han despertado tanto amor (y debate) como esta.

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