Cabreo entre los clientes por el cambio inesperado que ha introducido Primark en sus tiendas: “Gracias, paso”
Un inesperado cambio. Desde que abrió sus puertas por primera vez en Dublín en 1969, Primark se ha convertido en una de las marcas más populares del fast fashion. Su estrategia ha sido clara: prendas actuales a precios muy asequibles, con una rotación constante que convierte cada visita a la tienda en una experiencia distinta. ... Leer más

Un inesperado cambio.
Desde que abrió sus puertas por primera vez en Dublín en 1969, Primark se ha convertido en una de las marcas más populares del fast fashion. Su estrategia ha sido clara: prendas actuales a precios muy asequibles, con una rotación constante que convierte cada visita a la tienda en una experiencia distinta. Para muchas familias, estudiantes y compradores impulsivos, representa una alternativa atractiva frente a otras marcas más costosas.
La firma pertenece al grupo Associated British Foods, y sus productos se fabrican casi en exclusiva para la propia cadena. Aunque en algunos países ha ofrecido artículos de otras marcas fuera de temporada, desde la compañía aclaran que “no es el caso de España, los productos que se comercializan son productos Primark y no pertenecen a otras marcas”. Esa política le ha permitido mantener el control de costes y de imagen.
En España, el aterrizaje de Primark ocurrió en 2006, con su primera tienda en Madrid, y desde entonces su expansión no ha dado tregua. Hoy, cuenta con 64 establecimientos en el país y prepara una nueva apertura en Lugo este viernes, 16 de mayo. Entre todas ellas, destaca la flagship store de la Gran Vía madrileña: cinco plantas y 12.400 metros cuadrados que la convierten en la segunda tienda más grande de la marca a nivel mundial.
Una decisión inesperada en plena era sostenible.
Pero no todo son buenas noticias para los clientes habituales. A partir de esta semana, Primark implementará un cambio que ha causado una reacción inmediata en redes sociales. La compañía comenzará a cobrar por sus bolsas de papel, algo que hasta ahora ofrecía de forma gratuita como parte de la experiencia de compra.
El anuncio lo hizo público una empleada llamada Beth Clare en TikTok: «Un pequeño aviso: a partir del 12 de mayo, cobraremos por nuestras bolsas de papel.» El vídeo, grabado dentro de una tienda en Reino Unido, muestra los carteles informativos que ya se han colocado en varios establecimientos. Con esta medida, la firma asegura que busca reforzar su compromiso con la reducción de residuos de papel.
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La reacción no se ha hecho esperar. Numerosos usuarios han cuestionado en redes la calidad de esas bolsas, que consideran poco resistentes: «Pagar por una bolsa que se desintegra en cuanto sales por la puerta? No, gracias, paso», se quejaba una clienta. Otro usuario planteaba una duda con ironía: «¿Eso significa que cuando salgamos de la tienda y se rompan las asas, Primark nos cambiará la bolsa o nos reembolsará el precio?»
Entre el ahorro y la sostenibilidad forzada.
Aunque otras marcas ya cobran por sus bolsas, lo que molesta a muchos clientes es la sensación de pagar por algo que no cumple su función básica. Primark, en cambio, argumenta que el cambio va más allá del coste: pretende incentivar el uso de bolsas reutilizables y reducir su huella ambiental. Sin embargo, el debate está servido.
El dilema refleja una tensión cada vez más presente en el consumo actual: ¿puede una marca seguir ofreciendo precios bajos y, al mismo tiempo, implementar prácticas sostenibles sin incomodar al consumidor? Lo que está claro es que cualquier pequeño ajuste —incluso el precio de una bolsa— puede alterar el delicado equilibrio entre fidelidad y frustración.
Primark sigue siendo una potencia dentro del retail, pero su crecimiento no está exento de desafíos. Las decisiones que adopte a partir de ahora serán clave para mantener su reputación, especialmente entre una clientela que, aunque busca precio, también exige algo más que etiquetas baratas.