El ocaso de Sumar, ¿el resurgir de Podemos?

Lo que hace un año parecía una hegemonía incipiente de Sumar a la izquierda del PSOE, hoy se asemeja más bien a su ocaso. Ese espacio entra en una nueva fase de fragmentación, incertidumbre y riesgo existencial. Si el voto no se coordina, el sistema electoral podría barrerlos del mapa El año pasado escribí en esta sección un artículo en el que esbozaba una radiografía de la competición política más interesante de la actualidad en España: la pugna a la izquierda del PSOE. Se trata de una competición especialmente relevante porque es, en el fondo, una lucha por la supervivencia política. Es bien sabido que no hay espacio para dos partidos en ese nicho, por lo que resulta crucial que las élites o los votantes logren coordinarse en torno a una sola candidatura.  En las elecciones de 2023, fueron las élites quienes, a regañadientes, asumieron esa tarea de coordinarse y decidieron concurrir de forma conjunta. Eso facilitó a los votantes la decisión sobre qué papeleta elegir. Sin embargo, hoy ese espacio aparece inevitablemente fragmentado: las élites han renunciado a cooperar, por lo que en esta ocasión seremos los votantes quienes tenemos la tarea de decidir quién se queda y quién se va del ecosistema político español. ¿Cuál de los dos partidos sobrevivirá? Mi respuesta hace algo más de un año parecía clara: Sumar. Entonces los datos demoscópicos mostraban una clara ventaja de esta formación: Podemos sólo se quedaba uno de cada cinco votos de ese espacio electoral. Un porcentaje así dejaba a la formación totalmente fuera de juego en la práctica totalidad de las provincias españolas. Con esos datos en mano, Podemos parecía estar condenado a la extinción y a no poder superar unas eventuales elecciones generales.  Pero la política actual es imprevisible e hiperactiva. Un año después, el panorama ha cambiado radicalmente. En las elecciones Europeas, Podemos pudo hacerse valer y desconcertar a todos aquellos que creían que se trataba de un partido finiquitado. Hoy es Sumar la que atraviesa una crisis organizativa de gran calado, con algunos de sus líderes más destacados apartados y con un claro retroceso en las encuestas. Podemos, en cambio, va recuperando terreno poco a poco. Aún insuficiente, pero claramente mejor que hace pocos meses atrás. Basta con observar la evolución de las fugas de voto desde Sumar: la capacidad de retención de Sumar ha caído de cifras superiores al 50% a un escueto 38%. Se trata de un nivel excepcionalmente bajo, propio de partidos al borde del colapso organizativo. Son valores que ya observamos en los últimos meses de UPyD, allá por 2014. En cambio, Podemos ahora lograría atraer unos 20-25 % de los votos de Sumar, lo que representa 10 puntos porcentuales más que hace un año.  Hoy no existe un voto útil claro. Sumar ya no es una opción que se presente como más viable, y con mejores condiciones de sobrevivir. En efecto,  Sumar ha perdido su posición ventajosa de situarse como punto focal para los votantes de izquierda desorientados. Gráfico 1: Evolución de las fugas de Sumar Entonces ¿resurgirá Podemos? Podemos ha seguido la senda opuesta a la de Sumar. Su capacidad de retención de votos dentro de ese espacio electoral ha aumentado en torno a diez puntos, acercándose a los porcentajes de Sumar. Obsérvese en el gráfico la evolución de la distancia en la capacidad de retención de votos de ambas formaciones: si en enero del año pasado la diferencia era de casi 38 puntos , hoy se ha reducido a alrededor de 18. La enorme ventaja de Sumar se ha desvanecido.  Con estos datos en mano, es imposible mantener las afirmaciones que realicé hace un año. Hoy el grado de competitividad entre las dos formaciones es ahora lo suficientemente estrecho como para no poder pronosticar quien logrará sobrevivir. De hecho, estos números indican que quizás ninguno de los dos lo tiene fácil. Si el voto de ese espacio se divide como auguran l

Abr 4, 2025 - 06:03
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El ocaso de Sumar, ¿el resurgir de Podemos?

El ocaso de Sumar, ¿el resurgir de Podemos?

Lo que hace un año parecía una hegemonía incipiente de Sumar a la izquierda del PSOE, hoy se asemeja más bien a su ocaso. Ese espacio entra en una nueva fase de fragmentación, incertidumbre y riesgo existencial. Si el voto no se coordina, el sistema electoral podría barrerlos del mapa

El año pasado escribí en esta sección un artículo en el que esbozaba una radiografía de la competición política más interesante de la actualidad en España: la pugna a la izquierda del PSOE. Se trata de una competición especialmente relevante porque es, en el fondo, una lucha por la supervivencia política. Es bien sabido que no hay espacio para dos partidos en ese nicho, por lo que resulta crucial que las élites o los votantes logren coordinarse en torno a una sola candidatura. 

En las elecciones de 2023, fueron las élites quienes, a regañadientes, asumieron esa tarea de coordinarse y decidieron concurrir de forma conjunta. Eso facilitó a los votantes la decisión sobre qué papeleta elegir. Sin embargo, hoy ese espacio aparece inevitablemente fragmentado: las élites han renunciado a cooperar, por lo que en esta ocasión seremos los votantes quienes tenemos la tarea de decidir quién se queda y quién se va del ecosistema político español. ¿Cuál de los dos partidos sobrevivirá?

Mi respuesta hace algo más de un año parecía clara: Sumar. Entonces los datos demoscópicos mostraban una clara ventaja de esta formación: Podemos sólo se quedaba uno de cada cinco votos de ese espacio electoral. Un porcentaje así dejaba a la formación totalmente fuera de juego en la práctica totalidad de las provincias españolas. Con esos datos en mano, Podemos parecía estar condenado a la extinción y a no poder superar unas eventuales elecciones generales. 

Pero la política actual es imprevisible e hiperactiva. Un año después, el panorama ha cambiado radicalmente. En las elecciones Europeas, Podemos pudo hacerse valer y desconcertar a todos aquellos que creían que se trataba de un partido finiquitado. Hoy es Sumar la que atraviesa una crisis organizativa de gran calado, con algunos de sus líderes más destacados apartados y con un claro retroceso en las encuestas. Podemos, en cambio, va recuperando terreno poco a poco. Aún insuficiente, pero claramente mejor que hace pocos meses atrás. Basta con observar la evolución de las fugas de voto desde Sumar: la capacidad de retención de Sumar ha caído de cifras superiores al 50% a un escueto 38%. Se trata de un nivel excepcionalmente bajo, propio de partidos al borde del colapso organizativo. Son valores que ya observamos en los últimos meses de UPyD, allá por 2014. En cambio, Podemos ahora lograría atraer unos 20-25 % de los votos de Sumar, lo que representa 10 puntos porcentuales más que hace un año. 

Hoy no existe un voto útil claro. Sumar ya no es una opción que se presente como más viable, y con mejores condiciones de sobrevivir. En efecto,  Sumar ha perdido su posición ventajosa de situarse como punto focal para los votantes de izquierda desorientados.

Gráfico 1: Evolución de las fugas de Sumar

Entonces ¿resurgirá Podemos?

Podemos ha seguido la senda opuesta a la de Sumar. Su capacidad de retención de votos dentro de ese espacio electoral ha aumentado en torno a diez puntos, acercándose a los porcentajes de Sumar. Obsérvese en el gráfico la evolución de la distancia en la capacidad de retención de votos de ambas formaciones: si en enero del año pasado la diferencia era de casi 38 puntos , hoy se ha reducido a alrededor de 18. La enorme ventaja de Sumar se ha desvanecido. 

Con estos datos en mano, es imposible mantener las afirmaciones que realicé hace un año. Hoy el grado de competitividad entre las dos formaciones es ahora lo suficientemente estrecho como para no poder pronosticar quien logrará sobrevivir. De hecho, estos números indican que quizás ninguno de los dos lo tiene fácil. Si el voto de ese espacio se divide como auguran las encuestas, puede ocurrir que el sistema electoral acabe barriendo del mapa tanto a Podemos como a Sumar.

Déjenme hacer un ejercicio de simulación: ¿qué pasaría si hubiera elecciones hoy? He querido situarme en un escenario relativamente benigno —aunque poco probable— en el que ese espacio mantiene su volumen actual de votos, y estos se reparten en un 60% para Sumar y un 40% para Podemos. ¿Qué ocurriría?

Fíjense en el primero de los mapas: muestra en qué provincias Sumar era viable en las elecciones de 2023. Entonces,  esta formación tenía opciones de conseguir escaños en casi la mitad del territorio, en aquellas provincias que aparecen coloreadas. En esos lugares Sumar superaba lo que los politólogos llamamos umbral efectivo (o dicho de otro modo, el porcentaje por debajo del cual es imposible que un partido pueda ganar un escaño en esa provincia).

Mapa 1: Provincias donde Sumar supera el umbral mínimo (Generales 2023)

En 2023, Sumar tenía opciones en 24 provincias, logró finalmente escaños en 19 de ellas. Sin embargo, en la actualidad, la viabilidad de Podemos y Sumar sería residual. El sistema electoral podría barrer a ambas formaciones de la mayoría de las provincias. Probablemente Podemos podría obtener algún escaño en Madrid y Barcelona. Sumar, quizás, podría rascar alguno otro escaño adicional en la Comunitat Valenciana, Baleares o Andalucía. Pero, en cualquier caso, ese mapa devolvería al espacio ideológico a los peores momentos de la vieja Izquierda Unida. Regresaríamos a los tiempos previos a 2014.

Mapa 2: Representación de Sumar y Podemos frente al umbral mínimo (Hipoteticas generales 2025)

En definitiva, los datos muestran que la ventaja competitiva de Sumar se ha evaporado en apenas un año. Hoy se presenta como un partido en colapso electoral, inviable en la mayor parte del país, camino de convertirse en una fuerza residual. Y ese declive no parece estar generando un efecto de resurgimiento de Podemos. La división de la izquierda, esta vez, puede pagarse muy cara, pues de esta pugna descarnada entre ambas formaciones puede que no sobreviva ninguna.

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