El Museo del Cine ya existe, se llama Filmoteca Española
Poner el Museo del Cine en manos privadas, sin proyecto ni presupuesto, no parece la solución para quien se tome en serio el patrimonio audiovisualCultura cede la antigua sede del NO-DO a la Academia para crear el primer Museo del Cine Español No es un hecho muy conocido que en España se dio una de las primeras iniciativas mundiales para crear un museo del cine hace exactamente un siglo. Corría el año 1925 cuando el aficionado Francisco Sánchez Gómez, coleccionista de películas y equipos relacionados con la producción y la proyección cinematográfica creó su Archivo Museo Cinematográfico, adelantándose en una década a los considerados primeros archivos fílmicos en países como Alemania, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos o Italia. Ignoro si el ministro Urtasun conoce estos hechos, pero coincidiendo con su centenario ha anunciado la cesión del antiguo edificio del NO-DO a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas con el propósito de que esa asociación —privada y sufragada en parte con fondos públicos— levante allí el futuro Museo del Cine. Un anuncio que, se ha dicho sin rubor, se hace sin proyecto ni presupuesto. Pero no quiero hablar aquí del brindis al sol que supone esta presentación. Leo que, en la presentación, el ministro ha declarado que el museo debería servir para “recuperar la memoria cinematográfica” y para “acercar el patrimonio cinematográfico a la ciudadanía”. En este caso, ya no se trata de que existan iniciativas surgidas espontáneamente a lo largo de las décadas desde diferentes lugares y estamentos de nuestra sociedad para buscar soluciones donde los poderes públicos no llegan. Resulta que en esta ocasión las funciones de recuperar, conservar, restaurar y difundir el patrimonio cinematográfico de nuestro país recaen en una de las subdirecciones del Instituto de Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA), un Organismo Autónomo del ministerio que él encabeza: la Filmoteca Española. Sin embargo, y atendiendo a las imágenes que he visto del acto, ninguna representación de la misma acudió al mismo. Edificio que albergará el nuevo Museo del Cine Español La Filmoteca Española, junto al archivo de RTVE y otras filmotecas de dimensión autonómica, o incluso municipal, restaura, conserva y difunde las colecciones fílmicas más importantes de nuestro país, incluso aquellas de titularidad privada. Todo el legado fílmico del pasado siglo está cuidado por el personal de esos centros, técnicos (funcionarios y laborales) que se han preparado concienzudamente para realizar precisamente esas labores de recuperación. Soy funcionario del Estado desde hace más de dos décadas y en Filmoteca Española he podido trabajar con algunas de las personas más capacitadas, entusiastas y entregadas que he conocido. Esas que me permiten reconocerme en público con orgullo como funcionario del Estado. Son esas personas quienes cuidan nuestras colecciones, no solo de películas, también los fondos cinematográficos, compuestos por los legados de las más importantes figuras de la historia del cine español, equipos, documentación de empresas del sector, materiales promocionales, guiones, publicaciones especializadas y todo lo que ustedes quieran imaginar. Esa ingente cantidad de materiales son tratados documentalmente, conservados según criterios técnicos adecuados y, cuando se puede, exhibidos para el disfrute de la ciudadanía. Por supuesto, la Academia de Cine puede cumplir un papel estratégico en la difusión de nuestro patrimonio cinematográfico. Y el Ministerio de Cultura tiene que estudiar cómo se articula esa colaboración, pero ni la conservación del patrimonio cinematográfico, ni el relato sobre la historia de nuestro cine es una labor que el ministerio pueda ni deba delegar. Y si la Academia de Cine tiene, como afirma el ministro en sus redes sociales, “unos fondos extraordinarios” lo que debería hacer es ponerlos en manos de person

Poner el Museo del Cine en manos privadas, sin proyecto ni presupuesto, no parece la solución para quien se tome en serio el patrimonio audiovisual
Cultura cede la antigua sede del NO-DO a la Academia para crear el primer Museo del Cine Español
No es un hecho muy conocido que en España se dio una de las primeras iniciativas mundiales para crear un museo del cine hace exactamente un siglo. Corría el año 1925 cuando el aficionado Francisco Sánchez Gómez, coleccionista de películas y equipos relacionados con la producción y la proyección cinematográfica creó su Archivo Museo Cinematográfico, adelantándose en una década a los considerados primeros archivos fílmicos en países como Alemania, Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos o Italia.
Ignoro si el ministro Urtasun conoce estos hechos, pero coincidiendo con su centenario ha anunciado la cesión del antiguo edificio del NO-DO a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas con el propósito de que esa asociación —privada y sufragada en parte con fondos públicos— levante allí el futuro Museo del Cine. Un anuncio que, se ha dicho sin rubor, se hace sin proyecto ni presupuesto. Pero no quiero hablar aquí del brindis al sol que supone esta presentación.
Leo que, en la presentación, el ministro ha declarado que el museo debería servir para “recuperar la memoria cinematográfica” y para “acercar el patrimonio cinematográfico a la ciudadanía”. En este caso, ya no se trata de que existan iniciativas surgidas espontáneamente a lo largo de las décadas desde diferentes lugares y estamentos de nuestra sociedad para buscar soluciones donde los poderes públicos no llegan. Resulta que en esta ocasión las funciones de recuperar, conservar, restaurar y difundir el patrimonio cinematográfico de nuestro país recaen en una de las subdirecciones del Instituto de Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA), un Organismo Autónomo del ministerio que él encabeza: la Filmoteca Española. Sin embargo, y atendiendo a las imágenes que he visto del acto, ninguna representación de la misma acudió al mismo.
La Filmoteca Española, junto al archivo de RTVE y otras filmotecas de dimensión autonómica, o incluso municipal, restaura, conserva y difunde las colecciones fílmicas más importantes de nuestro país, incluso aquellas de titularidad privada. Todo el legado fílmico del pasado siglo está cuidado por el personal de esos centros, técnicos (funcionarios y laborales) que se han preparado concienzudamente para realizar precisamente esas labores de recuperación. Soy funcionario del Estado desde hace más de dos décadas y en Filmoteca Española he podido trabajar con algunas de las personas más capacitadas, entusiastas y entregadas que he conocido. Esas que me permiten reconocerme en público con orgullo como funcionario del Estado.
Son esas personas quienes cuidan nuestras colecciones, no solo de películas, también los fondos cinematográficos, compuestos por los legados de las más importantes figuras de la historia del cine español, equipos, documentación de empresas del sector, materiales promocionales, guiones, publicaciones especializadas y todo lo que ustedes quieran imaginar. Esa ingente cantidad de materiales son tratados documentalmente, conservados según criterios técnicos adecuados y, cuando se puede, exhibidos para el disfrute de la ciudadanía.
Por supuesto, la Academia de Cine puede cumplir un papel estratégico en la difusión de nuestro patrimonio cinematográfico. Y el Ministerio de Cultura tiene que estudiar cómo se articula esa colaboración, pero ni la conservación del patrimonio cinematográfico, ni el relato sobre la historia de nuestro cine es una labor que el ministerio pueda ni deba delegar. Y si la Academia de Cine tiene, como afirma el ministro en sus redes sociales, “unos fondos extraordinarios” lo que debería hacer es ponerlos en manos de personal especializado, como el que trabaja en Filmoteca Española, para su correcta conservación.
Desde que Luis García Berlanga (cuyo legado, por cierto, fue adquirido por el Ministerio de Cultura en 2022 y hoy custodia Filmoteca Española) fue presidente de Filmoteca Nacional (así se llamaba entonces) entre 1979 y 1982, el proyecto de un Museo del Cine es una idea que viene y va, pero lo que nunca ha habido es suficiente impulso político para abordarlo. Ponerlo en manos privadas, sin proyecto ni presupuesto, no parece la solución para quien se tome en serio el patrimonio audiovisual.
Un museo, define el Consejo Internacional de Museos (ICOM), es “una institución sin ánimo de lucro, permanente y al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial.” En definitiva, el Ministerio de Cultura ya tiene un Museo del Cine y se llama Filmoteca Española. Lo que se debería hacer es proteger legalmente el patrimonio audiovisual, modificando para ello la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, y reconocer a la Filmoteca Española el mismo estatus que tienen los Archivos, Bibliotecas y Museos Estatales. Lo demás son burdas maniobras de distracción.
Por último, si alguien quiere saber más de aquella pionera iniciativa centenaria de Francisco Sánchez Gómez puede consultar los fondos conservados en Filmoteca Española.