Hace dos años y un día, como si fuese una condena, el Ramón Sánchez-Pizjuán vivía una noche para el recuerdo . No sólo por la victoria de su equipo en unos cuartos de final europeos, que de esas citas tiene el sevillista la memoria colectiva repleta, sino por un ambiente que pocos recordaban haber sentido y ninguno olvidará . Una noche de locura y fantasía. Un partido entre soñado y vivido. Una eliminatoria contra la lógica y casi la naturaleza de una temporada que pintaba desastrosa. Aquella mejor banda que saltaba, gritaba, se abrazaba y empujaba como ninguna hacia aquella tierra prometida tantas veces conquistada . Era un Sevilla que se empeñó en tocar nuevamente las puertas del cielo mientras...
Ver Más