El lugar de África más barato que Roma donde ver el coliseo conservado más grande del mundo
Además de su imponente circo romano Patrimonio de la Humanidad más espectacular que el de Roma, este país conserva lugares donde se rodaron parte de Gladiator IIDiez maravillas romanas poco conocidas para aprender más sobre el pasado de la ciudad eterna A veces, los destinos más sorprendentes están donde menos te los esperas. Y en el norte de África, a medio camino entre Sfax y Susa, se encuentra una de las joyas arqueológicas más impresionantes del mundo romano: el anfiteatro de El Djem. Con sus 36 metros de altura y una capacidad estimada de hasta 35.000 espectadores, este coliseo de piedra caliza es el tercer anfiteatro más grande del Imperio romano y, según muchos arqueólogos, el mejor conservado del planeta. Ni siquiera el célebre Coliseo de Roma ha resistido tan bien al paso del tiempo. Más barato, más tranquilo y con más historia de la que imaginas Una de las grandes ventajas de visitar El Djem es, sin duda, el precio. La entrada general al monumento cuesta apenas 12 dinares tunecinos (unos 3,5 euros). Nada que ver con los casi 20 euros que cuesta acceder al Coliseo de Roma, sin contar con las multitudes y las colas interminables. En El Djem, la experiencia es más íntima, más silenciosa y más auténtica. Puedes caminar por las galerías interiores, asomarte a las gradas, entrar en las cámaras subterráneas donde se guardaban animales y gladiadores, e incluso sentarte donde lo hacían los espectadores hace casi dos mil años. Un pueblo pequeño con una joya monumental El Djem, conocida en la antigüedad como Thysdrus, fue una ciudad próspera gracias a la producción de aceite de oliva, un bien muy codiciado en Roma. El anfiteatro, construido en el siglo III d.C., refleja esa riqueza y el deseo de sus élites de rivalizar con las grandes ciudades del imperio. Hoy, el pueblo que lo rodea es tranquilo, de casas bajas y calles polvorientas, pero el monumento sigue erguido con una majestuosidad que impone. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, es el símbolo de un pasado glorioso que se resiste a desaparecer. Cartago, el origen de todo En la misma capital tunecina a orillas del Mediterráneo, hace casi 3000 años, la reina Dido llegó a las costas africanas para construir su propio imperio Si eres un apasionado de los viajes y la historia, no debes pasar por alto la ciudad de Túnez. Llamada originalmente Afriquia, cuyo nombre fue usado para bautizar posteriormente al vasto continente, Túnez aguarda a sus turistas para contarles la leyenda más singular del Magreb. Por menos de 4€ podréis disfrutar de los ocho lugares esenciales que visitar para comprender qué fue Cartago en el mundo antiguo y por qué hoy Túnez tiene, por ejemplo, el anfiteatro romano más grande de toda África, tercero más grande del mundo. La colina de Birsa, donde empezó todo: Cuenta la leyenda que escapando de un opresor marido la reina fenicia Dido huyó de lo que ahora es el Líbano con algunos de sus más fieles compatriotas. Tras semanas de navegación desembarcaron en las costas de la colina de Birsa, habitada por el pueblo originario del Magreb, los amazigh. Pidió hospitalidad y se le permitió quedarse con el terreno que fuese capaz de abarcar con la piel de un solo buey. Cortándola en tiras finas, le dio para circuncidar el territorio de la colina donde se asentaron y construyeron lo que hoy en día es Cartago. Anfiteatro romano de Cartago: Si bien es cierto que no es uno de los imprescindibles de tu visita, el anfiteatro fue descrito por Al-Bakri, historiador y geógrafo árabe, como “el mejor monumento de la ciudad”. Construido a finales del siglo I, ahora solo podrás disfrutar de su arena de batalla y una cruz en honor a los mártires caídos. Teatro romano de Cartago: Actualmente utilizado para conciertos, festivales y eventos que llenan la ciudad de turismo nacional, el teatro romano de Cartago es uno de los mejores conservados del mundo. Su acústica sigue intacta y pasear por sus gradas da la sensación de viajar dos milenios al pasado. Vilas romanas: En las mismas termas de Antonino podréis ver los restos (más o menos) conservados de la asentada ciudad romana. Una vez allí, podréis entrar a las termas y entender a qué dedicaba el tiempo libre los ciudadanos del mayor imperio antiguo. Termas de Antonino: Uno de los mayores y mejor conservados yacimientos de lo que fue Cartago. Las termas de Antonino son unos baños romanos que dan directamente al Mediterráneo en una vista que mezcla historia con paisaje natural y no deja a nadie indiferente. Barrio de Magón: Probablemente el menos sustancial de los ocho yacimientos, el barrio de Magón es un descubrimiento de lo que fue la ciudad pún

Además de su imponente circo romano Patrimonio de la Humanidad más espectacular que el de Roma, este país conserva lugares donde se rodaron parte de Gladiator II
Diez maravillas romanas poco conocidas para aprender más sobre el pasado de la ciudad eterna
A veces, los destinos más sorprendentes están donde menos te los esperas. Y en el norte de África, a medio camino entre Sfax y Susa, se encuentra una de las joyas arqueológicas más impresionantes del mundo romano: el anfiteatro de El Djem.
Con sus 36 metros de altura y una capacidad estimada de hasta 35.000 espectadores, este coliseo de piedra caliza es el tercer anfiteatro más grande del Imperio romano y, según muchos arqueólogos, el mejor conservado del planeta. Ni siquiera el célebre Coliseo de Roma ha resistido tan bien al paso del tiempo.
Más barato, más tranquilo y con más historia de la que imaginas
Una de las grandes ventajas de visitar El Djem es, sin duda, el precio. La entrada general al monumento cuesta apenas 12 dinares tunecinos (unos 3,5 euros). Nada que ver con los casi 20 euros que cuesta acceder al Coliseo de Roma, sin contar con las multitudes y las colas interminables.
En El Djem, la experiencia es más íntima, más silenciosa y más auténtica. Puedes caminar por las galerías interiores, asomarte a las gradas, entrar en las cámaras subterráneas donde se guardaban animales y gladiadores, e incluso sentarte donde lo hacían los espectadores hace casi dos mil años.
Un pueblo pequeño con una joya monumental
El Djem, conocida en la antigüedad como Thysdrus, fue una ciudad próspera gracias a la producción de aceite de oliva, un bien muy codiciado en Roma. El anfiteatro, construido en el siglo III d.C., refleja esa riqueza y el deseo de sus élites de rivalizar con las grandes ciudades del imperio.
Hoy, el pueblo que lo rodea es tranquilo, de casas bajas y calles polvorientas, pero el monumento sigue erguido con una majestuosidad que impone. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, es el símbolo de un pasado glorioso que se resiste a desaparecer.
Cartago, el origen de todo
En la misma capital tunecina a orillas del Mediterráneo, hace casi 3000 años, la reina Dido llegó a las costas africanas para construir su propio imperio
Si eres un apasionado de los viajes y la historia, no debes pasar por alto la ciudad de Túnez. Llamada originalmente Afriquia, cuyo nombre fue usado para bautizar posteriormente al vasto continente, Túnez aguarda a sus turistas para contarles la leyenda más singular del Magreb.
Por menos de 4€ podréis disfrutar de los ocho lugares esenciales que visitar para comprender qué fue Cartago en el mundo antiguo y por qué hoy Túnez tiene, por ejemplo, el anfiteatro romano más grande de toda África, tercero más grande del mundo.
- La colina de Birsa, donde empezó todo: Cuenta la leyenda que escapando de un opresor marido la reina fenicia Dido huyó de lo que ahora es el Líbano con algunos de sus más fieles compatriotas. Tras semanas de navegación desembarcaron en las costas de la colina de Birsa, habitada por el pueblo originario del Magreb, los amazigh. Pidió hospitalidad y se le permitió quedarse con el terreno que fuese capaz de abarcar con la piel de un solo buey. Cortándola en tiras finas, le dio para circuncidar el territorio de la colina donde se asentaron y construyeron lo que hoy en día es Cartago.
- Anfiteatro romano de Cartago: Si bien es cierto que no es uno de los imprescindibles de tu visita, el anfiteatro fue descrito por Al-Bakri, historiador y geógrafo árabe, como “el mejor monumento de la ciudad”. Construido a finales del siglo I, ahora solo podrás disfrutar de su arena de batalla y una cruz en honor a los mártires caídos.
- Teatro romano de Cartago: Actualmente utilizado para conciertos, festivales y eventos que llenan la ciudad de turismo nacional, el teatro romano de Cartago es uno de los mejores conservados del mundo. Su acústica sigue intacta y pasear por sus gradas da la sensación de viajar dos milenios al pasado.
- Vilas romanas: En las mismas termas de Antonino podréis ver los restos (más o menos) conservados de la asentada ciudad romana. Una vez allí, podréis entrar a las termas y entender a qué dedicaba el tiempo libre los ciudadanos del mayor imperio antiguo.
- Termas de Antonino: Uno de los mayores y mejor conservados yacimientos de lo que fue Cartago. Las termas de Antonino son unos baños romanos que dan directamente al Mediterráneo en una vista que mezcla historia con paisaje natural y no deja a nadie indiferente.
- Barrio de Magón: Probablemente el menos sustancial de los ocho yacimientos, el barrio de Magón es un descubrimiento de lo que fue la ciudad púnica costera. En él podréis ver un par de maquetas detalladas de lo que fueron las calles.
- Museo paleocristiano: Si queréis descansar de piedras y echarle imaginación a restos arquitectónicos, no viene mal pasear por el museo que la UNESCO creó hace poco más de 40 años con intención de preservar el patrimonio de lo que fue Cartago.
- Tofet de Salambó: La ruta muere en el -valga la redundancia- santuario de las muertes: los restos de un santuario dedicado a la diosa fenicia Tanit y el dios fenicio Hammon. Además, cerca de allí podréis observar el antiguo puerto púnico donde se puede comprobar el modo de acceso original de los barcos a la ciudad fortificada.