El gasto en Defensa en España: las partidas desde el franquismo... hasta el 'empujón' de Sánchez

El gasto decayó tras la crisis de 2008 pero volvió a repuntar con la anexión rusa de Crimea en 2014.

Abr 27, 2025 - 07:26
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El gasto en Defensa en España: las partidas desde el franquismo... hasta el 'empujón' de Sánchez

"Falta más presupuesto contra la pobreza y la violencia de género y sobra el Ministerio de Defensa". Esas palabras las dijo Pedro Sánchez en 2014, cuatro años antes de ser presidente del Gobierno. "Yo no he cambiado, el mundo ha cambiado", ha dicho precisamente el Sánchez presidente esta semana tras anunciar una inversión adicional de 10.471 millones de euros para llegar al 2% del PIB en cuestiones defensivas, como un "compromiso con la seguridad de Europa" y en el marco de las nuevas exigencias de la OTAN.

El 80% de ese aumento, dijo el presidente, estará destinado a mejoras salariales para los profesionales, ciberseguridad y mejoras en la gestión de emergencias naturales, dentro de una definición de defensa "de 360 grados" que reclama España pero que va más allá de los límites marcados por la propia OTAN. Apenas un 18% irá destinado realmente a un rearme según el presidente, aunque hay otras partidas de otros 2.000 millones que también pueden ser consideradas armamentísticas. Ahora, hay que mirar también la cronología: ¿cómo ha evolucionado el gasto en Defensa en España a lo largo de las últimas décadas y, sobre todo, qué ha ido marcando esa evolución?

Durante la dictadura de Franco, el gasto militar era considerablemente elevado en proporción al PIB, aunque con un enfoque autárquico y limitado en términos de tecnología avanzada a causa, evidentemente, de los tiempos. Sin embargo, tras la muerte del dictador en 1975 y la transición democrática, se produjo una reconfiguración institucional que también afectó a las Fuerzas Armadas. La entrada de España en la OTAN en 1982 marcó un hito clave, ya que supuso un compromiso con los estándares militares occidentales, lo que impulsó un proceso de modernización que implicó un aumento progresivo del gasto. A mediados de los años ochenta, el presupuesto de Defensa representaba en torno al 1,8% del PIB, con un enfoque en profesionalización y adquisición de equipamiento más moderno.

En los años noventa, el contexto internacional cambió drásticamente con el fin de la Guerra Fría. España participó en misiones internacionales por primera vez bajo el paraguas de la ONU y la OTAN, como en Bosnia-Herzegovina (IFOR/SFOR), lo que supuso un cambio doctrinal y operativo para las Fuerzas Armadas. Sin embargo, el gasto en Defensa como porcentaje del PIB se mantuvo en niveles relativamente bajos. En 1995, el gasto rondaba los 6.300 millones de euros, equivalentes al 1,3% del PIB. A pesar de algunas inversiones en programas especiales de armamento (PEAs), como los aviones Eurofighter o los carros Leopard, el énfasis seguía siendo la contención presupuestaria, en parte motivada por los criterios de convergencia para la entrada en el euro.

El comienzo del siglo XXI trajo consigo una nueva fase. El Ejecutivo de José María Aznar (1996–2004) intensificó la presencia militar española en el extranjero, especialmente en Irak y Afganistán, lo que requirió mayores recursos operativos, sobre todo por el cambio de mentalidad con el 11-S (la única vez que se activó el artículo 5 de defensa mutua de la OTAN). En paralelo, se desarrollaron más PEAs, incluyendo fragatas F-100 y vehículos blindados. El gasto aumentó ligeramente en términos absolutos, alcanzando en 2008 los 8.500 millones de euros. Sin embargo, la llegada de la crisis financiera en ese mismo año supuso un retroceso significativo. Bajo los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y posteriormente Mariano Rajoy, se implementaron fuertes medidas de austeridad, y el presupuesto del Ministerio de Defensa cayó progresivamente hasta los 5.900 millones de euros en 2013. Esta cifra, sin embargo, no incluía pagos diferidos de los PEAs, lo que enmascaraba parcialmente el gasto real.

La recuperación económica y el deterioro del entorno geopolítico impulsaron un nuevo cambio a partir de 2017. Con la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y el aumento de tensiones en el flanco oriental de Europa, la OTAN presionó a sus miembros en la cumbre de Gales para que aumentaran su inversión en Defensa hasta el 2% del PIB. España, que estaba entre los países que menos invertían proporcionalmente, comenzó a incrementar de nuevo su presupuesto. En 2020, el gasto oficial se situó en 10.199 millones de euros, aunque al incluir partidas en otros ministerios (como los créditos a los PEAs desde Industria), el gasto real rondaba los 12.000 millones. Ese año también se consolidó la idea de un modelo de Defensa más tecnológico, con apuestas por capacidades como los drones, la ciberdefensa y la cooperación europea en proyectos como el FCAS (Future Combat Air System).

El estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022 fue un punto de inflexión. España, como el resto de los países europeos, aceleró sus planes de refuerzo de capacidades militares. En los presupuestos generales de 2023, el Ministerio de Defensa recibió una asignación récord de 12.317 millones de euros, lo que supuso un incremento del 26,3% respecto al año anterior. En 2024, el presupuesto volvió a subir, superando los 13.000 millones de euros. A pesar de este aumento, el gasto representa todavía alrededor del 1,2% del PIB, lejos del 2% comprometido con la OTAN para 2029 en ese momento; pero el Gobierno giró y aceleró todos los planes: 2025 se ha convertido en el año clave.

España, en el 2%, se colocará todavía en un grupo a la cola de los socios, junto a otros países como Albania, Eslovenia, Montenegro, Francia o Países Bajos, y lejos de los 'líderes', que son Polonia, Estonia, Letonia o Lituania, de acuerdo a los datos de 2024, aunque se espera que este año todos los países impulsen sus inversiones como ha anunciado el Gobierno español. Polonia, por ejemplo, sí quiere llegar al mencionado 5%, tal como ha avisado ya su primer ministro, Donald Tusk. La foto completa da una conclusión: al país le queda camino por recorrer dados los tiempos.