El destino de moda que hipnotiza con sus playas, historia y sabores
Desbordada de turistas durante todo el año, la isla más grande de las Baleares, en el Mediterráneo, invita a recorrer su geografía a paso lento, con tiempo para conocer sus tesoros y degustar ensaimadas y pa amb oli
Acá se celebra mucho y se camina lento, se come rico y se honra la tierra, se toma el aire y se rehuye la política. Lo bien que hacen. Con el mar en la ventana muy poco sentido tendría darle entrada. Si de mirarlo solo llena el alma como un amor recién encendido.
Santiago Rusiñol, pintor y dramaturgo catalán, cuenta Mallorca en La isla de la calma (1922) y sugiere que ese gen tan propio del ser mallorquín, que buenas migas hace con la serenidad, se esconde en la propia insularidad, que vuelve natural el vivir de espaldas a las urgencias del tiempo y el estrés continental. ¿Pasa la vida en esta isla de la calma? ¿No es más bien que se queda?”, se preguntaba Miguel de Unamuno. Y decía: “Hermosa tierra para envejecer despacio”. Justas palabras para definir el paraíso.
Esto es Mallorca. Atrapa como las sirenas que hipnotizaban a Ulises. El que viene regresa, dicen. Lugar misterioso y extraño de veranos largos y otoños tibios. Quizá la intuición de esta magia encerrada en sabores, atardeceres, paredes del medioevo y mar infinito, sea la causa de que en los últimos años la elevó a meca turística.
@mallorcaallure