“El arquitecto de Dios”: el Papa Francisco aprueba el primer paso para la beatificación de Antonio Gaudí, el creador de la icónica Sagrada Familia
El Pontífice dio luz verde al decreto que reconoce las “virtudes heroicas” del célebre arquitecto catalán, “padre” de la Sagrada Familia
ROMA.- Avanza el proceso de beatificación del célebre arquitecto catalán Antonio Gaudí (1852-1926), el “padre” de la Basílica de la Sagrada Familia, ícono de Barcelona: el papa Francisco aprobó este lunes el decreto que reconoció sus “virtudes heroicas”, un primer paso en el camino hacia el honor de los altares.
A pesar de estar convaleciente en su residencia de Santa Marta desde hace más de tres semanas —tras permanecer 38 días internado por una neumonía—, el papa Francisco recibió en audiencia al cardenal italiano Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, que le llevó, entre otros casos, el de Gaudí, apodado “el arquitecto de Dios”. Al autorizar el decreto que reconoce que Gaudí vivió en forma heroica las virtudes cristianas, el papa lo declaró “venerable”. Este es el primer peldaño en el camino hacia la santidad: para ser proclamado beato, ahora deberá ser reconocido un milagro atribuido a su intercesión.
Máximo representante del modernismo catalán, Gaudí nació en la localidad de Reus el 25 de junio de 1852. Como fue un niño enfermo, pasaba largas temporadas en un campo familiar, donde captó la luz mediterránea y las imágenes de la naturaleza, que él siempre consideraría su gran maestra. Después de estudiar en un colegio de los Escolapios de Reus, se trasladó a Barcelona para estudiar arquitectura, su pasión. “Fue un mal alumno, pero pasaba horas mirando fotografías de edificios orientales y frecuentaba clases de filosofía, de estética y de historia, así como los conciertos, el teatro clásico y moderno, las lecturas poéticas, las tertulias intelectuales y las visitas a todos los monumentos y paisajes de Catalunya”, puede leerse en la biografía del sitio AntoniGaudi.org.
Entonces, se incorporó al movimiento de la Reinaxença catalana, del que llegó a ser una sus grandes figuras. Para mantenerse, trabajaba para varios ingenieros y arquitectos conocidos de la época. Cuando, en 1878, se recibió, el director de su facultad comentó: “Hoy le hemos dado el título de arquitecto a un loco o a un genio”.
Ese mismo año conoció a Eusebi Güell, importante empresario con gran sensibilidad artística que se convirtió en uno de sus mejores amigos y su principal cliente. Hizo para él, entre otros proyectos, las puertas de la finca Güell, la casa Güell, las bodegas Güell, el chalet del Catllaràs y las dos obras más creativas de su madurez: el Park Güell y la iglesia de la colonia Güell.
El arquitecto, que nunca se casó y que estudió de cerca los problemas de los obreros, recibió en 1883, a los 31 años, el encargo de continuar las obras de la Sagrada Familia, iniciadas un año antes por Francisco de Paula del Villar.
Tal como recordó Vatican News, el portal del Vaticano, el joven Gaudí consideraba la Sagrada Familia una misión encomendada por Dios. Y con esta conciencia transformó el proyecto neogótico original en algo diferente, inspirado en las formas de la naturaleza y rico en un simbolismo que expresaba su profunda fe y espiritualidad, que tenía influencias benedictinas y franciscanas.
Mientras dirigía la obra, se enfrentó a obstáculos y dificultades con valentía y confianza en Dios e incluso soportó envidias y celos. Además, trabajó paralelamente en otros encargos, grandes y pequeños, entre los cuales la casa Batlló, la casa Vicens y la Pedrera, que son hoy metas de los turistas que llegan a Barcelona.
Su religiosidad se intensificó de manera progresiva. Durante la Cuaresma de 1894, a los 42 años, el ayuno estuvo a punto de costarle la vida. En 1906, a los 54 años, se trasladó a vivir al Park Güell. Cada mañana bajaba caminando desde su casa hasta la parroquia de Sant Joan de Gràcia para asistir a misa, y luego continuaba su camino hacia la Sagrada Familia. Cada tarde, al finalizar su jornada de trabajo, se dirigía al Oratorio de San Felipe Neri para practicar sus devociones personales. Convencido de que sin sacrificio no era posible llevar adelante una gran obra, abrazó una vida de penitencia y pobreza voluntaria.
Gaudí había expresado su deseo de morir en un hospital de beneficencia cristiana, como un pobre más. Y así ocurrió: el lunes 7 de junio de 1926 fue atropellado por un tranvía y, al no ser reconocido debido a su aspecto humilde, fue llevado a un hospital dedicado a los pobres, donde falleció tres días después. Su entierro fue una multitudinaria manifestación de duelo: alrededor de 30.000 personas acompañaron el cortejo fúnebre desde el hospital hasta la cripta de la Sagrada Familia, donde hoy reposan sus restos.
Tras varios vaivenes, el proceso de beatificación del “arquitecto de Dios” comenzó a impulsarse hace unos 30 años por la Asociación para la Probeatificación de Antonio Gaudí, fundada en 1992. Más tarde, el cardenal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella —quien además integra el consejo de cardenales de todos los continentes que asesoran al papa Francisco— constituyó la Asociación Canónica que tomó el relevo de la entidad civil. Esta nueva asociación, según recordó la agencia EFE, aceleró el proceso enviando en 2023 la positio, es decir, la argumentación fundamental sobre la causa de beatificación de Gaudí, al Dicasterio para las Causas de los Santos.
Cuando el papa Benedicto XVI (2005-2013) consagró la Sagrada Familia en su viaje a España de 2010, lo definió como un “arquitecto genial y cristiano consecuente” que “superó la escisión actual entre la conciencia humana y la conciencia cristiana, entre la existencia en este mundo temporal y la apertura a una vida eterna, entre la belleza de las cosas y Dios como la Belleza”.