EEUU tiene un serio problema con la madera: cuando la seguridad nacional pasa por crear una tormenta perfecta sobre la vivienda
Entre la amalgama de noticias sobre la guerra comercial lanzada por EEUU contra prácticamente el resto del mundo, las relativas a la pugna con China o a lo que ocurra con sectores como el automovilístico o el farmacéutico han ocupado un lugar destacado. Mucho más discreto ha sido el seguimiento a la amenaza de aranceles que pende sobre un insumo clave que EEUU tiene que seguir importando: la madera. La posibilidad de que se decrete un arancel sobre la misma, llegada especialmente desde la vecina Canadá, ha sido defendida desde la Administración Trump bajo el recurrente argumento de la seguridad nacional (no podemos depender tanto del exterior para un suministro tan estratégico). Sin embargo, elevar las tarifas comerciales a la madera exacerbaría una crisis de la vivienda que está dejando los mismos titulares que en latitudes más cercanas: hay mucha demanda, poca oferta y no se construye lo suficiente. Una decisión de este calado podría desencadenar, en el peor momento posible, una suerte de tormenta perfecta sobre un sector como el de la construcción en el que los costes se han disparado últimamente.
Entre la amalgama de noticias sobre la guerra comercial lanzada por EEUU contra prácticamente el resto del mundo, las relativas a la pugna con China o a lo que ocurra con sectores como el automovilístico o el farmacéutico han ocupado un lugar destacado. Mucho más discreto ha sido el seguimiento a la amenaza de aranceles que pende sobre un insumo clave que EEUU tiene que seguir importando: la madera. La posibilidad de que se decrete un arancel sobre la misma, llegada especialmente desde la vecina Canadá, ha sido defendida desde la Administración Trump bajo el recurrente argumento de la seguridad nacional (no podemos depender tanto del exterior para un suministro tan estratégico). Sin embargo, elevar las tarifas comerciales a la madera exacerbaría una crisis de la vivienda que está dejando los mismos titulares que en latitudes más cercanas: hay mucha demanda, poca oferta y no se construye lo suficiente. Una decisión de este calado podría desencadenar, en el peor momento posible, una suerte de tormenta perfecta sobre un sector como el de la construcción en el que los costes se han disparado últimamente.
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