Desentierran un majestuoso altar pintado que confirma la interacción entre la cultura maya y teotihuacana
La estructura, conocida como Grupo 6D-XV, fue construida a finales del siglo IV d. C. y a la decoración no le falta detalleLa ciencia descifra el manuscrito más antiguo de Estonia: de estilo gótico y con tapas de diferentes árboles El hallazgo de un majestuoso altar en el yacimiento maya de Tikal acaba de cambiar la historia de la arqueología de Guatemala. Supone una evidencia “contundente” de que existía una interacción entre las culturas maya y teotihuacana, aunque por momentos llegase a ser una relación tormentosa para esta ciudad guatemalteca. El descubrimiento sugiere que hubo un periodo de ocupación o vigilancia, destacan los investigadores de un equipo internacional en el estudio publicado en Antiquity. La estructura, conocida como Grupo 6D-XV, fue construida a finales del siglo IV d. C. y a la decoración no le falta detalle: cuatro paneles pintados en rojo, negro y amarillo que representan a una persona con un tocado de plumas y flanqueada por escudos o insignias. “Se distingue por su arquitectura de talud-tablero, característica de Teotihuacán”, explica el Ministerio de Cultura de Guatemala en un comunicado. En ellos, se puede observar un rostro de ojos almendrados, una nariguera y una orejera doble, una imagen que se asemeja mucho a otras representaciones de una deidad conocida como el Dios de la Tormenta en el centro de México, explican investigadores de la Universidad de Brown, uno de los centros que ha participado en el trabajo. Altar descubierto en Tikal “Lo que el altar confirma es que líderes adinerados de Teotihuacan llegaron a Tikal y crearon réplicas de las instalaciones rituales que habrían existido en su ciudad natal. Esto demuestra que Teotihuacan dejó una profunda huella allí”, explica el profesor de ciencias sociales, antropología e historia del arte y la arquitectura en Brown y coautor del artículo, Stephen Houston. En esta estructura se representa a una deidad, como era costumbre entre los habitantes teotihuacanos, al contrario de las costumbres mayas, que dedicaban estas construcciones a los gobernantes. Los investigadores de Brown, junto con coautores de Estados Unidos y Guatemala, argumentan que el altar pintado no fue obra de un artista maya, sino que creen que fue creado por un artesano altamente capacitado en Teotihuacan, una potencia antigua cuya sede se ubicaba a 1.010 kilómetros al oeste, a las afueras de la actual Ciudad de México. Tradición, poder y control de Teotihuacan En un comunicado el coautor y profesor de antropología, arqueología y mundo antiguo en Brown, Andrew Scherer, sostiene que el altar se construyó en una época de ocupación por parte de Teotihuacan. Lo confirman la decoración del exterior de la estructura y también los hallazgos de su interior, porque encontraron a un niño enterrado en posición sentada, una práctica poco común en Tikal, pero habitual en Teotihuacan. Vista del altar descubierto

La estructura, conocida como Grupo 6D-XV, fue construida a finales del siglo IV d. C. y a la decoración no le falta detalle
La ciencia descifra el manuscrito más antiguo de Estonia: de estilo gótico y con tapas de diferentes árboles
El hallazgo de un majestuoso altar en el yacimiento maya de Tikal acaba de cambiar la historia de la arqueología de Guatemala. Supone una evidencia “contundente” de que existía una interacción entre las culturas maya y teotihuacana, aunque por momentos llegase a ser una relación tormentosa para esta ciudad guatemalteca. El descubrimiento sugiere que hubo un periodo de ocupación o vigilancia, destacan los investigadores de un equipo internacional en el estudio publicado en Antiquity.
La estructura, conocida como Grupo 6D-XV, fue construida a finales del siglo IV d. C. y a la decoración no le falta detalle: cuatro paneles pintados en rojo, negro y amarillo que representan a una persona con un tocado de plumas y flanqueada por escudos o insignias. “Se distingue por su arquitectura de talud-tablero, característica de Teotihuacán”, explica el Ministerio de Cultura de Guatemala en un comunicado.
En ellos, se puede observar un rostro de ojos almendrados, una nariguera y una orejera doble, una imagen que se asemeja mucho a otras representaciones de una deidad conocida como el Dios de la Tormenta en el centro de México, explican investigadores de la Universidad de Brown, uno de los centros que ha participado en el trabajo.
“Lo que el altar confirma es que líderes adinerados de Teotihuacan llegaron a Tikal y crearon réplicas de las instalaciones rituales que habrían existido en su ciudad natal. Esto demuestra que Teotihuacan dejó una profunda huella allí”, explica el profesor de ciencias sociales, antropología e historia del arte y la arquitectura en Brown y coautor del artículo, Stephen Houston.
En esta estructura se representa a una deidad, como era costumbre entre los habitantes teotihuacanos, al contrario de las costumbres mayas, que dedicaban estas construcciones a los gobernantes.
Los investigadores de Brown, junto con coautores de Estados Unidos y Guatemala, argumentan que el altar pintado no fue obra de un artista maya, sino que creen que fue creado por un artesano altamente capacitado en Teotihuacan, una potencia antigua cuya sede se ubicaba a 1.010 kilómetros al oeste, a las afueras de la actual Ciudad de México.
Tradición, poder y control de Teotihuacan
En un comunicado el coautor y profesor de antropología, arqueología y mundo antiguo en Brown, Andrew Scherer, sostiene que el altar se construyó en una época de ocupación por parte de Teotihuacan. Lo confirman la decoración del exterior de la estructura y también los hallazgos de su interior, porque encontraron a un niño enterrado en posición sentada, una práctica poco común en Tikal, pero habitual en Teotihuacan.
El hecho de que el altar y el área a su alrededor fueran enterrados posteriormente, consolida la teoría del equipo de investigación de que la presencia de Teotihuacan dejó una imborrable huella en Tikal, donde este hallazgo confirma una fuerte interacción entre la cultura maya y teotihuacana durante el Clásico Temprano (250-550 d. C.).