Compra responsable en tiempos de aranceles
Comprar es una de las actividades más habituales de los seres humanos, compramos más veces al día que comemos, por ejemplo. El poder de compra es la principal herramienta de nuestro compromiso social como ciudadanos y ciudadanas. Nuestra responsabilidad como consumidores y usuarios hay que extenderla ahora en tiempos de aranceles, chantajes comerciales y amenazas para fijarnos en la procedencia de los bienes que adquirimos. Mientras dure el reinado o, mejor dicho, la dictadura de Trump, abstenerse de viajar a USA por turismo es una medida sensata y de justa reciprocidad. Sin que tenga que mojarse nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, la lista de destinos no recomendables en la actual coyuntura incluye países como Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Irán, Arabia Saudí, Israel, Bielorrusia, Rusia, Yemen y Corea del Norte. Incluso en la Unión Europea, la Hungría de Orban se ha vuelto hostil con los defensores de los derechos humanos y hospitalaria con criminales de guerra como Netanyahu. Como consumidores conviene recordar que los conglomerados empresariales norteamericanos de Coca Cola o Pepsi comercializan decenas de marcas de bebidas, desde aguas minerales envasadas a tés. Fuze Tea es el producto que ha sustituido a Nestea en el catálogo de Coca Cola tras la ruptura del acuerdo que mantenía con la suiza Nestlé. Si desde hace años y, especialmente, desde la última pandemia se ha impuesto la promoción de los productos de kilómetro cero o propios de cada país, no debemos perder la buena costumbre de fijarnos en el etiquetado de cada envase. La mayor parte de las nueces peladas que se venden en España son de California. Las patatas fritas "Lays" son de la multinacional Pepsico. Los productos de limpieza e higiene como Ariel, Pantene, Gillette u Oral-B pertenecen a la multinacional estadounidense Procter & Gamble. Gillette protagonizó hace 17 años una de las primeras deslocalizaciones de empresas en Andalucía al cerrar su factoría de Alcalá de Guadaira (Sevilla), tras 25 años en la provincia. En una sociedad capitalista y globalizada como la actual, la guerra de aranceles desatada por la ultraderecha trumpista es absurda porque la mayoría de las empresas importantes en los cinco continentes están participadas por inversores de Estados Unidos. Si como ha pasado con Tesla, que ya ha visto como caen sus ventas como reacción a los tejemanejes de su propietario con Trump, otras empresas como Mcdonald's, Starbucks, Nike, Costco, Disney o Netflix registran descensos en sus facturaciones, será la demostración del poder de los consumidores a la hora de decidir sus compras. La compra responsable, consciente y reflexiva debe ser la norma que rige nuestro comportamiento como consumidores y usuarios. Más aún en un momento como el actual en el que el terror comercial impuesto desde la Casa Blanca amenaza con trastocar las estructuras domésticas más personales y someternos a la patología mental de su inquilino.
Comprar es una de las actividades más habituales de los seres humanos, compramos más veces al día que comemos, por ejemplo. El poder de compra es la principal herramienta de nuestro compromiso social como ciudadanos y ciudadanas. Nuestra responsabilidad como consumidores y usuarios hay que extenderla ahora en tiempos de aranceles, chantajes comerciales y amenazas para fijarnos en la procedencia de los bienes que adquirimos. Mientras dure el reinado o, mejor dicho, la dictadura de Trump, abstenerse de viajar a USA por turismo es una medida sensata y de justa reciprocidad. Sin que tenga que mojarse nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, la lista de destinos no recomendables en la actual coyuntura incluye países como Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Irán, Arabia Saudí, Israel, Bielorrusia, Rusia, Yemen y Corea del Norte. Incluso en la Unión Europea, la Hungría de Orban se ha vuelto hostil con los defensores de los derechos humanos y hospitalaria con criminales de guerra como Netanyahu. Como consumidores conviene recordar que los conglomerados empresariales norteamericanos de Coca Cola o Pepsi comercializan decenas de marcas de bebidas, desde aguas minerales envasadas a tés. Fuze Tea es el producto que ha sustituido a Nestea en el catálogo de Coca Cola tras la ruptura del acuerdo que mantenía con la suiza Nestlé. Si desde hace años y, especialmente, desde la última pandemia se ha impuesto la promoción de los productos de kilómetro cero o propios de cada país, no debemos perder la buena costumbre de fijarnos en el etiquetado de cada envase. La mayor parte de las nueces peladas que se venden en España son de California. Las patatas fritas "Lays" son de la multinacional Pepsico. Los productos de limpieza e higiene como Ariel, Pantene, Gillette u Oral-B pertenecen a la multinacional estadounidense Procter & Gamble. Gillette protagonizó hace 17 años una de las primeras deslocalizaciones de empresas en Andalucía al cerrar su factoría de Alcalá de Guadaira (Sevilla), tras 25 años en la provincia. En una sociedad capitalista y globalizada como la actual, la guerra de aranceles desatada por la ultraderecha trumpista es absurda porque la mayoría de las empresas importantes en los cinco continentes están participadas por inversores de Estados Unidos. Si como ha pasado con Tesla, que ya ha visto como caen sus ventas como reacción a los tejemanejes de su propietario con Trump, otras empresas como Mcdonald's, Starbucks, Nike, Costco, Disney o Netflix registran descensos en sus facturaciones, será la demostración del poder de los consumidores a la hora de decidir sus compras. La compra responsable, consciente y reflexiva debe ser la norma que rige nuestro comportamiento como consumidores y usuarios. Más aún en un momento como el actual en el que el terror comercial impuesto desde la Casa Blanca amenaza con trastocar las estructuras domésticas más personales y someternos a la patología mental de su inquilino.
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