Carlos Bonfil: No nos moverán / Tóxico
No nos moverán (2024), primer largometraje de ficción del egresado del CUEC, Pierre Saint-Martin Castellanos, y único título mexicano en la 77 Muestra Internacional de Cine, relata la historia de Socorro (Luisa Huertas) una abogada septuagenaria, quien por más de cinco décadas no ha cesado de tratar de ubicar el paradero del brazo armado militar que asesinó a su hermano la noche del 2 de octubre de 1968. A partir de una vieja foto, sus sospechas recaen sobre un hombre ahora de su misma edad, a quien planea ejecutar (“Ojo por ojo”, justifica), como última opción ante la indolencia burocrática que ha enfrentado en varias administraciones a lo largo de su vida. La carga acumulada de rencor e impotencia se refleja en un rostro que conoció tiempos mejores y en el trato veleidoso (entre exasperación agria y eventual ternura) que le reserva a quienes viven con ella: Jorge (Pedro Hernández), su hijo desempleado, parásito profesional negado a todo esfuerzo, Lucía (Rebeca Manríquez), la paciente esposa argentina que con ella soporta tanta indolencia viril, pero en especial, Esperanza (Agustina Quinci), una hermana con la que lleva una relación ríspida pero a quien brinda hospitalidad, ya sea por compasión o por orgullo.
No nos moverán (2024), primer largometraje de ficción del egresado del CUEC, Pierre Saint-Martin Castellanos, y único título mexicano en la 77 Muestra Internacional de Cine, relata la historia de Socorro (Luisa Huertas) una abogada septuagenaria, quien por más de cinco décadas no ha cesado de tratar de ubicar el paradero del brazo armado militar que asesinó a su hermano la noche del 2 de octubre de 1968. A partir de una vieja foto, sus sospechas recaen sobre un hombre ahora de su misma edad, a quien planea ejecutar (“Ojo por ojo”, justifica), como última opción ante la indolencia burocrática que ha enfrentado en varias administraciones a lo largo de su vida. La carga acumulada de rencor e impotencia se refleja en un rostro que conoció tiempos mejores y en el trato veleidoso (entre exasperación agria y eventual ternura) que le reserva a quienes viven con ella: Jorge (Pedro Hernández), su hijo desempleado, parásito profesional negado a todo esfuerzo, Lucía (Rebeca Manríquez), la paciente esposa argentina que con ella soporta tanta indolencia viril, pero en especial, Esperanza (Agustina Quinci), una hermana con la que lleva una relación ríspida pero a quien brinda hospitalidad, ya sea por compasión o por orgullo.
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