Cambio de CEO en Ledesma: el desafío de que el Génesis no sea éxodo

Javier Goñi deja la gerencia general del grupo después de ocho años. Su llegada fue clave para el proceso de transformación que los Blaquier habían iniciado. Se abre, ahora, una nueva etapa y, a la vez, un enorme desafío para el lema de la familia: "Continuar la obra, conservar la tradición"

Abr 26, 2025 - 02:54
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Cambio de CEO en Ledesma: el desafío de que el Génesis no sea éxodo

Cuando se lo anunció, en 2017, fue un sacudón. Javier Goñi, que a inicios de ese año había dejado la gerencia general de Alpargatas, asumía como CEO de Ledesma. Noticia no sólo por el protagonista, entonces presidente del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA) y uno de los ejecutivos más reconocidos del medio local. También, porque el gigante agroindustrial que, en ese momento, se preparaba para cumplir 110 años -nació en 1908-, dejaba por primera vez en su historia la responsabilidad del negocio en manos en un manager profesional, independiente. Alguien ajeno al directorio que, en este caso, significa nada más, y nada menos, que la familia Blaquier.

Era el segundo gran paso que daba el grupo -mayor productor de azúcar del país y uno de los más grandes de papel y biodiésel- en menos de una década. En 2013, Carlos Herminio Blaquier, Charlie, había sucedido a su padre, Carlos Pedro, en la presidencia que el notorio "azucarero consorte" -como ironizaba sobre sí mismo el marido de la heredera real del ingenio, Nelly Arrieta- había ejercido durante más de cuatro décadas. El mayor de los Blaquier Arrieta era el gerente general de la compañía desde 1990, con la jefatura de distintas áreas ejercidas por sus hermanos menores.

La llegada de Goñi no fue casual. Se buscaba un CEO profesional y profesional fue la forma en la que arribó. Así cómo, en 2008, Egon Zehnder lo cazó para ser el CEO de la Alpargatas que los brasileños de Camargo Correa habían comprado meses antes, eran ahora los headhunters de Spencer Stuart los que habían puesto su mira sobre este ingeniero industrial (UBA) que había empezado a forjarse en el programa de jóvenes profesionales de Techint y, luego, hizo carrera en multinacionales de consumo masivo como Unilever y Kimberly-Clark.

Desde ese momento, Goñi, que siguió siendo un CEO con protagonismo en la discusión nacional, desde IDEA y otras entidades, pasó a encarnar, también, la cara y voz pública de Ledesma, durante décadas mimetizada con las personalidades de sus accionistas.

Diego Lerch, nuevo CEO de Ledesma, es un producto sembrado y cosechado en la casa.

Es que el grupo de los Blaquier se estaba transformando. "Continuar la obra, conservar la tradición", se lee -escoltado por las banderas nacional y la de Jujuy- grabado en la pared en el piso de la presidencia en el edificio de Corrientes y Reconquista. Y la familia ya tenía claro -muy claro- qué tenía que hacer para eso. 

Casi con la celebración del centenario de la empresa (2008), había iniciado lo que llamaron un "proceso de profesionalización", que implicó que la dinastía salga de la línea ejecutiva para "continuar la obra" desde cargos directivos, representados con una silla para cada rama del árbol genealógico. 

"Debemos pasar de casi 90 años de un esquema de dueño único a ser conducidos por un órgano colegiado, como es el directorio", explicaba Charlie, en alusión al tiempo en que Ledesma había sido manejada por su padre (entre 1970 y 2013) y, antes, su abuelo materno, Herminio Arrieta (de 1927 a su fallecimiento, en 1970). Por no ir, también, a su bisabuelo, Enrique Wolmann, ingeniero alemán que en 1911 participó de la sociedad que compró el ingenio y lo rebautizó como la "Nueva Compañía Azucarera Ledesma".

La Ledesma del futuro tendría como pilar a Génesis XXI: un plan estratégico a 10 años, elaborado en colaboración con la consultora Bain. Su implementación fue la primera misión de Goñi. La primera fase, llamada de "optimización", demandó 24 meses. Tiempo en el que se aplicaron más de 60 de las 150 mejoras productivas definidas en el plan para sus negocios core -Azúcar y Alcohol; Papel y Librería- y se potenciaron otras actividades (frutas y producción agrícola y ganadera).

Ledesma logró, al 31 de mayo de 2020 -cierre de su año fiscal-, un resultado operativo positivo pero, fundamentalmente, también un resultado final en azul. Fue el primer balance del grupo con ganancias, por lo menos, desde 2016. 

El retorno a la rentabilidad fue clave para aliviar el otro gran lastre de su balance: una abultada deuda, nominada en un 60% en dólares, cuya sustentabilidad dependía exclusivamente de la credibilidad que el grupo tenía entre sus bancos acreedores. También, entre sus socios de negocios, como el grupo japonés Mitsui. O Cargill, a quien terminó vendiéndole sus participaciones en Glucovil, fabricante de glucosa de maíz que tenían en común. Además de que le permitió juntar fondos para reducir deuda, la salida de ese negocio fue consistente con el nuevo foco de Ledesma: concentrarse en sus actividades centrales.

"Hubo mucha inversión, poner foco en grandes proyectos y salir de negocios no rentables, con todo lo que eso implica. Ya alcanzamos la silueta que queríamos tener", contó Goñi en una entrevista con este cronista, a fines de 2023. El grupo ya estaba listo para escribir el siguiente libro del Génesis: el del crecimiento. 

Con una mezcla de innovación, necesidad de seguir ganando eficiencia y las oportunidades que abrió la pandemia, expandió categorías históricas con productos nuevos -como los productos de librería Ledesma NAT- e incursionó en líneas de negocios inéditas, como la elaboración de packaging para gastronomía con pulpa prensada o vajilla biodegradable. El negocio de fruta, en tanto, viró de fresca a industrial -la línea que siguieron otros big players, como San Miguel- y se empezaba a esbozar un futuro de provisión de insumos para la extracción de litio y, por qué no, refinación de biocombustibles para aviación y barcos.

Alejandro Blaquier, presidente de Ledesma; en septiembre, sucedió a su hermano mayor, Carlos.

Al 31 de mayo de 2024, último balance anual disponible, Ledesma facturó $ 694.388 millones, con una ganancia de $ 39.160 millones. Equivalieron a u$s 40 millones, el monto de inversión promedio anual del grupo en los últimos tres ejercicios. Buena parte de ella, destinada a tecnología, fundamentalmente, en el campo. En ese contexto, también llegó a un índice de deuda cero: u$s 30 millones, con un ebitda de u$s 130 millones. Con un énfasis, además, cada vez mayor en la exportación: u$s 100 millones en el balance 2023/24; una proyección de u$s 150 millones a u$s 170 millones para el actual.

En los nueve meses finalizados el 28 de febrero de 2025, los números mostraron caída, tanto de volúmenes, como de facturación y de ganancias. Los ingresos ascendieron a $ 557.064 millones, contra $ 784.579,5 millones de un año antes. Con un resultado operativo más erosionado, la ganancia neta ascendió a $ 915,7 millones. A febrero de 2024, habían sido $ 114.000 millones. En su reseña, Ledesma atribuyó esa situación declinante a una "disminución de ventas y márgenes" en todos sus negocios, con precios que "no pudieron acompañar la suba de costos". El pasivo, $ 356.638 millones, subió casi $ 104.000 millones, fundamentalmente, por un incremento de $ 94.000 millones en la deuda bancaria del pasivo corriente (es decir, a un año).

Es que, en el primer semestre de su año fiscal -es decir, de junio a noviembre-, fue cuando Ledesma sufrió más el impacto de la motosierra. "Un año dividido en dos", definió Goñi en septiembre, cuando ya empezaba a notar los primeros síntomas de una agridulce reactivación.

Remontar esas cifras es uno de los tres grandes desafíos de Ledesma en estos días. El segundo fue el cambio en la presidencia del grupo. En septiembre, Alejandro Blaquier reemplazó a su hermano Carlos, quien se retiró y rompió una tradición familiar: los presidentes de Ledesma morían en el cargo.

El tercer desafío es el que se abrirá desde este lunes. El viernes, Ledesma informó que Goñi -quien cumplirá 61 años el próximo miércoles- dejó de ser su CEO. "Durante su gestión, lideró con éxito un proceso de transformación que modernizó y dinamizó la compañía, y dejó una huella profunda en la organización. El directorio de Ledesma agradece a Javier Goñi por su invaluable contribución y le desea mucho éxito en sus futuros proyectos", lo despidió el grupo en el comunicado de la desvinculación.

Fuentes del holding aclararon que, si bien fue sorpresiva puertas afuera, se trató de una salida consensuada. "Final de una etapa", se describió, pese a que Génesis no precisó ni recomendó el plazo que un CEO debe durar en el cargo ni tampoco había edad límite para el retiro, como existe en otras organizaciones.

Lo concreto es su reemplazo: Diego Lerch. De 51 años, es contador (UBA), con un MBA (Universidad Di Tella) y posgrado en Senior Management (Universidad de San Andrés y Esade, de Barcelona). Era director de Logística y Servicios de Ledesma. Con 30 años en el grupo -entró en 1994-, tiene una visión amplia y profunda de la organización, se lo refiere. Asset clave para el lugar y el momento que le toca enfrentar. Una prueba de fuego para él -debutará como CEO- y, también, para el proceso que le toca continuar: seguir adelante con la transformación pero, a diferencia de su antecesor, siendo un producto de la casa, con todo lo que eso representa en un grupo como Ledesma.