Así fue como un volcán transformó un cerebro (y lo convirtió en algo inesperado)
Hace casi 2,000 años, el Vesubio desató su furia y cubrió ciudades enteras con cenizas y lava. En Herculano, un joven de unos 20 años quedó atrapado, y lo que le pasó a su cerebro es de otro mundo: se volvió vidrio. No es broma, vidrio negro y brillante, como algo que verías en una […]

Hace casi 2,000 años, el Vesubio desató su furia y cubrió ciudades enteras con cenizas y lava. En Herculano, un joven de unos 20 años quedó atrapado, y lo que le pasó a su cerebro es de otro mundo: se volvió vidrio. No es broma, vidrio negro y brillante, como algo que verías en una serie de Netflix. Un estudio dice que una nube de cenizas ardientes pudo haber obrado este fenómeno, aunque algunos científicos aún se rascan la cabeza dudando.
¿Cómo un cerebro se convierte en vidrio?
Empecemos por lo básico: no es que el cerebro se haya derretido y endurecido como caramelo. Guido Giordano, vulcanólogo de la Universidad de Roma Tre, explica que todo se trata de un enfriamiento ultrarrápido. Piensa en lava que toca el agua y se vuelve vidrio al instante. Aquí, los investigadores hallaron fragmentos negros diminutos dentro del cráneo del joven. La teoría dice que una nube de cenizas a más de 500 °C lo envolvió, y luego la temperatura cayó tan rápido que el tejido cerebral se vitrificó. Es como si el calor lo sellara en un estado perfecto antes de que se deshiciera. Pero hay un problema: los flujos piroclásticos del Vesubio no superaron los 465 °C y se enfriaron lento. Entonces, ¿qué pasó realmente?
Herculano bajo fuego
Pongámoslo en contexto. Año 79 d.C., el Vesubio estalla y Herculano queda enterrado. Este joven estaba en una cama cuando la muerte lo alcanzó en forma de una nube de ceniza abrasadora. A diferencia de Pompeya, donde los cuerpos se convirtieron en moldes de ceniza, aquí el calor y las condiciones dejaron algo único: un cerebro fosilizado en vidrio. Los científicos dicen que el cráneo pudo haber sido una especie de cápsula protectora, aislando el cerebro mientras el resto del cuerpo se carbonizaba. Es el único caso así que conocemos, y eso lo hace todavía más alucinante.
La ciencia dice: “¿en serio?”
Los investigadores usaron tecnología de punta para analizar esos pedacitos negros. Encontraron restos de proteínas y lípidos cerebrales, prueba de que no es solo una roca rara. Pero aquí está el dilema: para vitrificar tejido blando necesitas un combo perfecto de calor extremo y enfriamiento instantáneo. Giordano apuesta por las nubes de ceniza como el factor clave, más calientes que los flujos y capaces de crear un microclima dentro del cráneo. Sin embargo, Alexandra Morton-Hayward, antropóloga de Oxford, no compra la idea tan fácil. “Es como si todo tuviera que alinearse a la perfección”, dice. Para los escépticos, las temperaturas no eran lo bastante altas ni el enfriamiento lo bastante rápido.
El impredecible efecto de la naturaleza
Este hallazgo no solo es una ventana al pasado, también nos muestra lo impredecible que puede ser la naturaleza. Si te gustan las curiosidades, aquí tienes una joya: ese vidrio cerebral es tan delicado que se quiebra con nada, pero tan especial que nos cuenta cómo era estar en el ojo del Vesubio.
Al final, este cerebro convertido en vidrio nos deja con más preguntas que respuestas. Una nube de ceniza letal, un cráneo que resistió y un enfriamiento mágico podrían ser la clave, pero el misterio sigue vivo. Es una prueba de que los volcanes no solo destruyen, también crean rarezas que nos fascinan siglos después.