Cuando el rumano István Kovács levantó la mano y sopló su silbato por última vez, las cámaras se fueron a por Mbappé , ya sentado en el banquillo tras ahorrarle Ancelotti los últimos cinco minutos de su mejor partido con la camiseta del Madrid. Fueron tres goles, cuatro en total en la eliminatoria, para recordarle al madridismo que él vino a hacer historia, no a cumplir un sueño: «Quiero marcar una época», dijo tras el partido. Lo hizo ya con el balón en la mano. Se lo había guardado Courtois , siempre atento a todos esos pequeños detalles que parece que no tienen importancia, pero que hacen de un vestuario un lugar sano. Pelota que se llevó a casa firmada...
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