14 Àger – Algerri
Última etapa, corta, con una subida inicial muy bonita por una vía romana hasta el Port d’Àger. Luego, campos de cereal que se dejaban fotografiar y un zorro que ha salido a saludar.

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Àger es un pueblo pegado a su histórica colegiata de San Pere… y a sus deportes de aventura en las montañas y ríos cercanos. Y a sus cielos, porque, al menos por lo que veo en el albergue en el que me hospedo y que gestiona una empresa de turismo activo, el parapente da juego. Vale, te hago la lista completa: vía ferrata, e-bike, parapente, kayak, ala delta, rafting y rutas a caballo. Dicho lo cual, la colegiata es la colegiata.
El acceso al conjunto histórico por el portal del Pedró en busca colegiata que queda en lo alto te sumerge en otra época. No hay duda de que la entrada llama la atención.
Copio/pego de un cartel que nos explica el asunto:
El conjunto de porches del portal del Pedró es la imagen más emblemática y por tanto la más fotografiada del pueblo de Ager por su singularidad. Es una estructura compleja que tiene dos partes principales. Las piedras que la componen son distintas de las que hay en el exterior, que es una parte más moderna. Este ensanchamiento del portal se debe a la necesidad de adquirir espacio para viviendas.
Por otro lado, más en el interior, se puede ver cómo los dos porches se relacionan entre sí, hecho que se produce a menudo bajo el cruce edificado de dos calles, en este caso de tres calles. Los techos aquí están hechos con vigas de madera y bovedillas de baldosas del país.
Se inician aquí las calles empedradas típicas de Ager. En algunos casos se ha podido recuperar este antiguo empedrado, que se colocaba para evitar el deslizamiento de los animales y las personas que transitaban con el suelo mojado o helado.
Arriba, la colegiata sube y sube, empeñada en despegarse del suelo en el que se asienta. De origen árabe, los cristianos se empeñaron con empeño en la reconquista.
El origen del conjunto lo encontramos en el castillo levantado por los árabes. El valle de Àger, así como la mayoría de las tierras de Lleida, quedaron bajo el dominio islámico a principios del siglo VIII. Y no fue hasta el siglo XI que los cristianos, comandados por Arnau Mir de Tost, ocuparon la fortaleza. Arnau Mir y su esposa Arsenda convirtieron el castillo en su centro político y residencia y ordenaron la construcción de la iglesia de Sant Pere, que pronto acogió una comunidad de canónigos.
Colocados ya en pleno siglo XXI, un paseo por el pueblo me conduce una y otra vez a encontrarme con turistas europeos de nacionalidades diversas, aunque predominan los holandeses. ¿Todos en busca del santo gripal del deporte de aventura?
Ceno estupendísimamente en una pizzeria que queda al lado del albergue. Escucho las típicas conversaciones sobre lo complicado que es mantener un local así abierto de continuo en el pueblo. De todas formas, además de los holandeses que te comentaba antes, en el albergue hay un grupo de unos diez franceses y hay también unas cuantas autocaravanas aparcadas. Hoy, al menos, salvan la caja de largo.
Me he reservado una etapa final breve para disfrutar de las últimas pedaladas de esta Volta a Lleida. A excepción de un primer tramo ascendente hasta coronar el puerto de Àger, el resto del trazado es casi todo él en suave descenso. La C-12 es el carreterón que, de inicio, podía conducirme hasta la cima del puerto, donde hay un mirador y también un hotel restaurante. Pero por aquí pasaba la vía romana de Àger, del siglo II, que venía de Balaguer. Aunque se la conoce como tal y eso indica la señalética actual, no obstante, hay investigaciones que no apreciaron en ella las técnicas constructivas habituales de las calzadas romanas. O sea, que no queda clara la cosa.
El día amanece precioso. Enfrente, sale el sol por la Sierra del Montsec. Eso sí, otra vez pinta que hace fresco, asi que demoro la partida todo lo que mi paciencia admite. Desayuno en el albergue con los franceses de palique a todo tren desde primera hora. Me hubiera gustado más paz en el albergue, pero cuando un grupo así se reúne, date por jodido.
El caso es que en vez de subir por el asfalto, he optado por buscar la vía romana y catar un poco sus losas. Así pues, para un profano en la materia, pasa perfectamente por calzada romana. O algo muy parecido.
Veo cómo la niebla va entrando poco a poco. Hasta arriba son solo 300 metros de desnivel, pero lo sudo bien, desde luego. La subida es muy entretenida, por un robledal y con vistas a la sierra del Montsec.
Paro arriba en el hotel restaurante Port d’Àger, que resulta muy agradable. Aunque no es que haga frío fuera (para lo que he estado acostumbrado), la chimenea encendida se agradece.
Inicio el descenso con la niebla encima, atravieso Fontdepou y continuo hacia Vilamayor, que queda un poco apartado de la carretera principal. La humilde ermita de Sant Josep le hace de guardián. Eso sí, vale, vale, la ermita, muy bonita, pero me vas a poner una granja de cerdos al lado para que se note el progreso.
Por aquí entra la pista que conduce hacia el embalse de Canelles, por donde pedaleé también en la ruta por el Montsec que hice en invierno hace unos años y que ya he citado en alguna otra crónica de esta ruta. En mi caso, ya fuera de la C-12, pedaleo por una tranquila carretera secundaria hacia Tartareu. Y de ahí hacia Os de Balaguer. Pero, primero, mis saludos a un pequeño zorro.
En OS de Balaguer hay que hacer mención a su castillo, que emergió como una pieza clave de la estrategia militar en esta zona durante la Edad Media. Por aquí se peleaban entonces los condes de Urgell y la influyente familia Cabrera. Por tanto, a construir murallas y torres defensivas. Anda que no verían batallas y asedios. Pues bien, en el año 1415 hubo cambio en la titularidad del castillo. Fernando de Antequera se lo cedió a un tal Joan Vivot, lo que dio inicio a un señorío que se prolongaría durante siglos. Luego vino la familia Siscar, que heredó de los Vivot, y consolidó su poder en la región. Finalmente la desamortización del siglo XIX –ya sabes, la famosa de Mendizábal y luego otra un poco menos famosa, la de Madoz– cambió las tintas. ¿Qué tal el repaso de la historia de Os de Balaguer a través del castillo y sus propiedades por los alrededores? Espero que hayas prestado atención. Lo mismo hay examen. Ah, y luce también hermosa la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel.
Salgo de Os por una pista entre campos de cereal. Es la última subida de esta ruta. Se hace muy entretenida porque el cereal parece especialmente fotogénico para estas últimas pedalada.
Aparezco en Algerri a mediodía. A la entrada me encuentro varios trullets, que son construcciones excavadas en la roca, a modo de cueva, como pequeñas almazaras. Se ubicaban fuera del pueblo y servían para almacenar el vino hasta su consumo o venta cuando no se disponía de espacio suficiente dentro del pueblo. Su estructura es siempre la misma: una cisterna en la parte superior y un punto de salida en la inferior, que se comunican entre sí por un conducto circular. El pueblo conserva tres grupos de trullets históricos que datan de la primera mitad del siglo XVII. Sin embargo, parece que una grave crisis debida a la filoxera hizo que se dejaran de emplear hacia el siglo XIX.
Pues esto es todo, amigas y amigos. Como siempre, un día de estos escribiré un balance de la ruta en el que incluiré también algunos momentos estelares, que los ha habido. Gracias por leerme.
Kilómetros totales hasta esta etapa: 864,7.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 14.280.