Pocas cosas subrayan más la majestad de una talla que un altar de cultos guiado por la verticalidad. La Cuaresma de Sevilla ofrece diversas posibilidades de entablar un diálogo místico con la divinidad gracias a las elaboradas creaciones de las priostías que, entre un mar de cirios y codales, presentan a sus Sagrados Titulares con el mayor de los mimos. Ejemplos hay varios, pero tiene su especial mérito el de San Bernardo . A la hercúlea tarea de colocar, y encender, sus centenares de pabilos, habría que añadir la diestra forma de llevar el foco, como si en sendas hornacinas se encontrasen, a la Virgen del Refugio y al discípulo amado. La dolorosa, además, vestida de reina, que para eso...
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