Un andaluz que vive en Bali cuenta cómo convenció a su suegra balinesa para casarse con su mujer: «Me dijo que no quería estar con un blanquito»

La relación entre yernos y suegras no siempre es fácil. Además, si ya en una misma cultura ya hay fricciones, cuando además se mezclan tradiciones distintas, el reto se multiplica. Eso es lo que le ocurrió a un andaluz que se enamoró de una mujer balinesa ; no solo tuvo que adaptarse a un nuevo país y sus costumbres, sino también convencer a su suegra de que era el hombre adecuado para su hija. Y no fue nada sencillo. Esa es la historia de Pablo Oliva , un malagueño que conoció a la que hoy es su mujer, natural de Bali, en Maldivas. Ambos viven actualmente en el país natal de ella y fue en el programa ' Andalucía x el mundo ' donde Pablo desveló esa difícil relación que tuvo con su suegra al principio . «Cuando yo conocí a mi mujer todo era muy bonito, muy romántico... Hasta el momento en el que decimos ' vamos a conocer a tu familia, que nos tenemos que casar, que queremos formar una familia '. Ya la vi un poco con dudas. Me dice 'no lo sé, deja que pregunte primero'. Macho, yo nada más que escuchaba gritos por el teléfono. Y, al final, me dijo que no quería estar con un blanquito . Que con nosotros no. Ellos con los suyos y, nosotros, con los nuestros. Así que cogí y nos fuimos a Tailandia de vacaciones, en vez de venir aquí, a Bali, que teníamos el plan de conocerlos. Y la dejé embarazada «, comenzó explicando Pablo acerca de cómo se tomó su suegra el hecho de que su hija se fuera a casar con un occidental. A pesar de ese inicio, «realmente, ella nos casó. Es la sacerdotisa del poblado. Nos casó ella, después de dos meses que estuvo encerrada en una habitación con depresión . Las hermanas intentando convencerla, que dejara al pobre chaval, que no todos los blancos son malos...«. No niega Pablo que «al principio era áspera la situación. No entendía ni papa de lo que decía. Nada más que eran gritos». Sin embargo, «poco a poco ha ido cambiando mucho la relación. Ya me la he ganado. Ahora, estupendamente . Ella es una figura dentro de la familia, es un matriarcado. O sea, que es una figura que hay que respetar y es bueno que sea recíproco. Ya, por fin, lo hemos conseguido«.

Mar 16, 2025 - 08:46
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Un andaluz que vive en Bali cuenta cómo convenció a su suegra balinesa para casarse con su mujer: «Me dijo que no quería estar con un blanquito»
La relación entre yernos y suegras no siempre es fácil. Además, si ya en una misma cultura ya hay fricciones, cuando además se mezclan tradiciones distintas, el reto se multiplica. Eso es lo que le ocurrió a un andaluz que se enamoró de una mujer balinesa ; no solo tuvo que adaptarse a un nuevo país y sus costumbres, sino también convencer a su suegra de que era el hombre adecuado para su hija. Y no fue nada sencillo. Esa es la historia de Pablo Oliva , un malagueño que conoció a la que hoy es su mujer, natural de Bali, en Maldivas. Ambos viven actualmente en el país natal de ella y fue en el programa ' Andalucía x el mundo ' donde Pablo desveló esa difícil relación que tuvo con su suegra al principio . «Cuando yo conocí a mi mujer todo era muy bonito, muy romántico... Hasta el momento en el que decimos ' vamos a conocer a tu familia, que nos tenemos que casar, que queremos formar una familia '. Ya la vi un poco con dudas. Me dice 'no lo sé, deja que pregunte primero'. Macho, yo nada más que escuchaba gritos por el teléfono. Y, al final, me dijo que no quería estar con un blanquito . Que con nosotros no. Ellos con los suyos y, nosotros, con los nuestros. Así que cogí y nos fuimos a Tailandia de vacaciones, en vez de venir aquí, a Bali, que teníamos el plan de conocerlos. Y la dejé embarazada «, comenzó explicando Pablo acerca de cómo se tomó su suegra el hecho de que su hija se fuera a casar con un occidental. A pesar de ese inicio, «realmente, ella nos casó. Es la sacerdotisa del poblado. Nos casó ella, después de dos meses que estuvo encerrada en una habitación con depresión . Las hermanas intentando convencerla, que dejara al pobre chaval, que no todos los blancos son malos...«. No niega Pablo que «al principio era áspera la situación. No entendía ni papa de lo que decía. Nada más que eran gritos». Sin embargo, «poco a poco ha ido cambiando mucho la relación. Ya me la he ganado. Ahora, estupendamente . Ella es una figura dentro de la familia, es un matriarcado. O sea, que es una figura que hay que respetar y es bueno que sea recíproco. Ya, por fin, lo hemos conseguido«.