Tu Sam: la construcción de un showman, la explicación de sus “poderes” y la prueba que casi termina en tragedia

Siempre dijo que nació con la habilidad de controlar sus órganos y su sistema nervioso, peleó para que no lo tildaran de “chanta” y recreó trucos de Houdini

Abr 27, 2025 - 04:40
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Tu Sam: la construcción de un showman, la explicación de sus “poderes” y la prueba que casi termina en tragedia

Fue el hipnotizador más famoso de nuestro país. Un showman que se metió cables, clavos, lámparas y hasta antorchas por la boca, que bajaba su ritmo cardíaco hasta casi detener su respiración e hipnotizaba a personas en teatro y en televisión. No le gustaba que le dijeran mago ni ilusionista, pero hacía magia y creaba ilusión para una platea que lo miraba anonadada, entre la fascinación y la incredulidad.

“Tu puedes”, solía decir para dar coraje. Y también remarcaba “puede fallar”, como cuando su hijo Leonardo estuvo a punto de ahogarse en vivo durante una prueba, en un tanque de agua en el programa Finalísima, todo un éxito en los 90. Esas frases forman parte del lenguaje popular hasta el día de hoy. Se hacía llamar Tu Sam, un anacronismo de las palabras: técnica, unción, sabiduría, amor y mística, pero nació como Juan José Pozo, el 18 de febrero de 1933, en Villa Urquiza.

Estudió en la escuela Nº 3 de Barracas y quiso ser ingeniero, pero cambió esa decisión cuando entendió que podía sacarle un rédito a la habilidad natural de controlar su sistema nervioso y sus órganos. “Desde muy chico tuve una predisposición natural para el dominio orgánico, facilidad que me permitía controlar mis órganos internos y mi sistema nervioso, respirar con un solo pulmón, invertir los movimientos peristálticos y dominar la presión sanguínea y los latidos del corazón”, contaba en las entrevistas. Y detallaba que ya desde pequeño fue una especie de conejillo de indias que todos los médicos querían estudiar. “Esos encuentros con especialistas eran cada vez menos teóricos. Primero estaban los médicos, después se sumaron estudiantes y ya sobre el final venían a verme hasta sus familiares”. Y aseguraba: “No soy ni prestidigitador, ni mago, ni me considero un faquir, porque ellos sacrifican el cuerpo y yo lo controlo”.

A los 16 años aprendió hipnotismo y confirmó que tenía una facilidad poco común. Empezó haciendo espectáculos de magia en pequeños teatros y de esa forma fue construyendo su propio mito, poco a poco. Con el tiempo llegó a recrear algunas pruebas de magos famosos como Houdini, pero siempre aclarando que no se trataba de un truco sino del dominio de sus funciones vitales. Recorrió el país con sus shows, y hasta desarrollo un exitoso método para dejar de fumar, que combinaba sugestión e hipnosis.Tu Sam, en una de las pruebas en las que emulaba a Houdini

En 1966 apareció por primera vez en Sábados continuados, por Canal 9, donde batió un récord de permanencia sin respirar bajo el agua. A partir de entonces hizo presentaciones en varios programas, entre ellos Finalísima, que conducía Leonardo Simons, y hasta tuvo su propio espacio cuando reemplazó a Horangel en Los 12 del signo.Tu Sam junto a su esposa Sulma y su hijo Leonardo

Su partenaire Sulma era en realidad su esposa, María del Carmen Calandra, y madre de su único hijo, Leonardo que heredó las habilidades de su papá. Los tres trabajaron juntos durante varios años en espectáculos en los que Tu Sam era la atracción, y tragaba lámparas fluorescentes encendidas, sugestionaba animales, masticaba vidrios, introducía un sable en su boca, se clavaba agujas o clavos en el cuerpo y hacía levitar a las personas.

De magos y chantas

Detestaba que le dijeran ilusionista o mago y siempre que tenía la oportunidad aclaraba que “nadie puede ser hipnotizado si no quiere”. “No existe el hipnotismo sino la autohipnosis, y el profesional es un ayudante. No es magia, es concentración asistida. La primera gran hipnotizadora es la madre cuando, frente al llanto de su hijo, lo sugestiona con la voz diciéndole que todo va a estar bien para que se olvide del dolor, y no haya más dolor. Somos mejores hipnotizadores cuando transmitimos con fuerza lo que queremos expresar”, decía.

Sin embargo, hasta él dudó alguna vez de sus habilidades: “Tuve una época que sí dudé y sí pensaba que tenía poderes sobrenaturales. Pensaba lo que muchos habrán escuchado que dicen: que fueron elegidos por Dios, quien les otorgó poderes… Pero no tengo poderes, ni creo en ellos”, contó en una entrevista que le hicieron en El show de Cristina, que conducía Cristina Saralegui, un exitoso programa de la televisión norteamericana. Porque Tu Sam recorrió el mundo con sus shows y se presentó en los Estados Unidos, Europa y Asia.

Ya tenía agendada una entrevista con David Letterman, para su famoso late night show. Pero un accidente torció su destino. La cita iba a ser en mayo, y Tu Sam falleció el 27 de abril de 1999. Un año antes había sufrido un accidente automovilístico en Olivos, muy cerca de su casa, y tuvo un desplazamiento de las vértebras lumbares que le impidió mover sus miembros inferiores. Y a partir de entonces tuvo problemas cardiovasculares. Tenía 66 años y, como fue su deseo, trabajó casi hasta los últimos tiempos: “La naturaleza impone los límites. Voy a seguir experimentando hasta que el cuerpo me diga basta”, solía decir cuando le preguntaban si iba a retirarse.

A lo largo de su historia intentó hacer entrar en razón a quienes lo tildaban de "chanta". Tal fue su fama que muchos humoristas lo imitaban. Jorge Guinzburg creó un personaje en Peor es nada, y lo llamó Tru Chan, un mentalista inescrupuloso a quien todo le salía mal. También los Midachi bromeaban sobre sus habilidades en sus espectáculos. Y si bien Tu Sam se enojó al principio, luego entendió el humor y lo festejó también.

El día que falló

Su único hijo, Leonardo, se sumó a sus espectáculos siendo un adolescente, aunque Tu Sam contaba que lo entrenaba desde los 9 años. Dijo que llegó a colocar un sistema de sonido en la pileta de su casa para poder guiarlo mientras Leonardo trabajaba en el control de su respiración. Tu Sam junto a su hijo Leonardo, en acción

Un día de noviembre de 1990, Tu Sam se presentó en Finalísima, como cada semana, y esa vez llevó a Leonardo. El desafío consistía en meterse en un tanque lleno de agua, y luego cerrado con candados, cuyas llaves estarían en una caja fuerte con temporizador que recién se abriría a los cinco minutos. Y Leonardo tenía que aguantar la respiración durante todo ese tiempo. La única medida de seguridad era un pequeño martillo con el que tenía que dar un golpe cada 30 segundos, para decir que estaba bien.

Todo funcionó a la perfección al principio, pero a los dos minutos catorce segundo ya no hubo un solo golpe, sino muchos, y sonaban como un pedido de auxilio desesperado. Se escuchó un grito: “emergencia”. Lo rescataron, pero los televidentes ya no vieron eso porque fueron al corte. Y luego dijo: “Quizás usted esté pensando que damos un dramatismo que no corresponde. No es así… Para restar dramaticidad hemos tapado esto. Perdón, perdón, perdón. Pasamos por un mal momento. Yo le doy mi palabra de honor que lo que usted ha visto salió mal sin poder evitarlo”.

Tu Sam era un apasionado por lo que hacía y entrenaba todos los días. Pero no siempre las cosas salían bien. En una oportunidad contó que se le rompió un tubo de luz que se había introducido en la boca y hasta el esófago. “Se contrajo mi esófago, comprimió el tubo y se reventó adentro. Me ha pasado dos veces. Como tengo la capacidad de regurgitar, pude extraer todo en ese momento”, explicó.