Tincho Zabala: el actor de raza que arrancaba risas en La tuerca y que impuso una muletilla usada hasta hoy
Su papá, actor, no quería que siguiera sus pasos, pero él se rebeló y empezó a trabajar en radio siendo un adolescente; dejó su huella en decenas de ficciones y amó a una sola mujer.

Tincho Zabala tenía el don de seducir al público con su mirada ingenua y pícara, y con ella dejó su huella en la escena nacional. Se llamaba Martín Pedro Zabalúa y nació el 4 de febrero de 1923, en el barrio El Cordón, en Montevideo. Era hijo de Martín Zabalúa, que formaba parte de un grupo de actores ambulantes que recorría Uruguay. Ya de chico gustó del oficio de su papá, lo acompañaba en las giras y soñaba con poder estar sobre un escenario, algún día. En 1927, la familia se mudó a Buenos Aires y el padre empezó a trabajar con Pascual Carcavallo, en el Teatro El Nacional. Tincho, como le decían cariñosamente los amigos, debutó a los 14 años en los radioteatros de La voz del aire y luego pasó por varias otras radios. Hizo radioteatros como Los Pérez García, y programas de humor como El relámpago o La craneoteca. En algunas entrevistas contó que entraba a las 9 de la mañana y salía a la una del día siguiente, por un sueldo de 25 pesos mensuales. No le importaba, sentía que era su gran oportunidad y no pensaba desaprovecharla. Cuando le contó a su papá que quería ser actor, el hombre le respondió: “¡Qué ganas de andar descalzo que tiene!”. Tincho siguió sus pasos, entonces: “Aprendí mucho a su lado y trabajé con tantos monstruos como Milagros de la Vega, Armando Discépolo, Luisa Vehil, Eva Franco, Enrique Muiño, Luis Sandrini.... ¡La pucha! Imposible no aprender, aunque sea medianamente”, contaba con orgullo.
Debutó en teatro en los años 40 e hizo decenas de obras, comedias o clásicos, entre ellas Dos señores atorrantes, Chifladas y mentirosas, Así es la vida, Los rústicos, Los mirasoles, La locura del mambo, Sueño de una noche de verano, Las alegres comadres de Windsor, La venganza de Don Mendo, El pavo, Prohibido cazar de noche, Aplausos, La jaula de las locas, Pippin, Hello Dolly, Las píldoras, Cyrano de Bergerac, El cántaro roto, La manzana feliz, El día que secuestraron al Papa, Sucedió en la oscuridad, Hoy ensayo hoy, La Nona, Aroma de tango, ¿Será virgen mi marido?
Filmó su primera película en 1950, Una noche en el relámpago. Y siguieron muchas más: Qué tiempos aquellos, Dringue, Castrito y la lámpara de Aladino, Escuela de sirenas y tiburones, El negoción, La pérgola de las flores, Muchachos impacientes, Villa Delicia playa de estacionamiento música ambiental, Hotel alojamiento, Kuma Ching, Las píldoras, Quiero besarlo señor, Los chantas, Crecer de golpe, Los turistas quieren guerra, Experto en pinchazos, La discoteca del amor, Los hijos de López, Operación Comando, Abierto día y noche, Ritmo, amor y primavera, Mi novia el…, Sucedió en el fantástico Circo Tihany, Buenos Aires tango, Las barras bravas, Mirame la palomita, Brigada explosiva contra los ninjas, Camarero nocturno, Atracción peculiar, Los pilotos más locos del mundo, Muchas gracias maestro, El verso, No te mueras sin decirme a dónde vas, Ángel la diva y yo, y El mar de Lucas, en 1999, que fue su último trabajo en cine.
En la pantalla chica
En televisión, hizo su primera aparición en 1955, en Música bajo las estrellas, y la popularidad le llegó con La tuerca, donde interpretaba el personaje Victoriano Barragán, el funcionario corrupto que se ofendía cuando le ofrecían una coima y repetía una muletilla que se transformó en un clásico “no, no.... No le puedo decir que no”. En La tuerca también hacía un sketch que se grabó en la memoria colectiva de los argentinos: un grupo de jubilados sentados en un banquito de una plaza que reflexionaban sobre la realidad y observaban, con cierta resignación, el pasar de atractivas y jóvenes señoritas. Lo acompañaban Vicente Rubino, Guido Gorgatti, Rafael Pato Carret y Tino Pascalli.
También hizo con mucho éxito Los hijos de López, y Mancinelli y familia, Es tuya Juan, Fiesta y bronca de ser joven, Esos que dicen amarse, Con pecado concebidas, El día que me quieras, Hilda-Rufino Ávalos, Amándote I y II, La extraña dama. Hombres de ley, Pizza party, Alta comedia, Chiquititas, Verano del ‘98, Primicias. Le gustaba ser parte de un elenco joven, y en las entrevistas de finales de los años 90, decía: “Hay una cosa que yo considero importante y que se la repito a cuanto muchacho empieza, y es que hay que respetar al que encaneció en un escenario. No importa si es un actor o un utilero. Sí importa que es un hombre que dedicó su vida al teatro, y para estar en esta profesión hay que amar profundamente al teatro. No hay grandes papeles o personajes insignificantes. Todos son maravillosos si se lo hace con amor”. Era el abuelo de todos en Verano del ‘98: “Comparto elenco con chicos y chicas que tienen muchas inquietudes. Son respetuosos, y humildes como para preguntar. Eso me halaga... Ojalá algo de los que les digo, les sea útil. Yo he pasado por lo que están pasando ellos, y por eso nada me sorprende”.
Alberto Martín, que trabajó en varias oportunidades con Tincho y fueron muy amigos, lo recuerda para LA NACION: “compartimos experiencias maravillosas en Los hijos de López y después en Mancinelli y familia, algunas cosas en Mesa de noticias y otras novelas. Un gran compañero de trabajo, una persona hermosa. Tenía una impronta única”.
Cristina del Valle también lo conoció en Los hijos de López y luego compartió otros programas: “Era una buena persona y estaba muy enamorado de su mujer; eran un matrimonio hermoso e iban juntos a todos lados. Era un caballero; un señorito inglés”, le dice a LA NACION.
Tenía una firme convicción política: era radical a muerte. En las entrevistas de los primeros años después de la dictadura militar decía: “la democracia es una casquivana, pero es lindo caminar por el filo de la navaja y seguir con ella hasta que Dios nos llame a su lado. A mí interesa que todos busquemos el bien… Me gustaría ver las caras más alegres y que todos estén contentos. Que vivamos con libertad, compañerismo y todos agarrados de la mano”. Sus colegas decían que tenía un corazón de oro.
Su gran amor fue Elsa y estuvieron juntos hasta que ella falleció. En los años, 90 también perdió a su hermano Julio, y a partir de entonces su salud empezó a deteriorarse, tenía diabetes y tuvieron que intervenirlo quirúrgicamente para hacerle un by pass, pero nunca terminó de recuperarse. Murió pocos días después de cumplir los 78 años, el 23 de febrero de 2001.